El pasado 8 de febrero los científicos rusos acabaron la perforación de la capa de hielo que cubre el lago Vostok, en la Antártida.
El lago constituye una inmensa reserva de agua líquida bajo cerca de cuatro kilómetros de casquete glacial. Este lago subterráneo ha permanecido 15 millones de años aislado del resto de la Tierra, por lo que los científicos de Roshidromet (Organismo oficial ruso de meteorología y control ambiental) confían en que pueda guardar restos de bacterias primitivas y otros microorganismos. El lago mide unos 250 kilómetros de largo y 40 de ancho. Todo indica que el agua del lago está a una temperatura de tres grados bajo cero, por debajo del punto de congelación, pero se mantiene líquida por la enorme presión que soporta.
Los científicos de la Unión Soviética iniciaron las obras de perforación en la zona en la década de 1970, en el marco de un programa de estudios paleoclimáticos. Por aquellas fechas ignoraban aún la existencia del lago Vostok, que fue descubierto en 1996 con la ayuda de investigadores británicos. Se comenzó con unos estudios sísmicos y radiométricos. Los trabajos se suspendieron hacia 1990 por falta de financiación, pero seis años después se volvió a perforar. En 1998, cuando faltaban unos 130 metros para alcanzar la superficie del lago, los trabajos de perforación se suspendieron de nuevo a instancias de la comunidad internacional por temor a que la tecnología empleada pudiera causar contaminación de las aguas subterráneas y, de esta forma, alterar las muestras de agua que se pudiesen extraer del lago, posteriormente.
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