Hemos desmontado una tarjeta multiviaje de autobús de la ciudad de Palma de Mallorca. Después de separar los dos cartones de las dos caras, bajo el grifo, se va deshaciendo con cuidado el papel que queda pegado en la hoja de plástico que lleva la tarjeta RFID. Sobre este plástico se han hecho dos circuitos con aluminio en sus dos caras. En una de ellas lleva soldado el microchip. Entre las dos se forma un condensador en el centro de la tarjeta, para disponer de un oscilador, juntamente con la bobina de la cara del microchip.
Para unir los dos circuitos de las dos caras se utiliza una unión conseguida mediante unos pequeños punzonados que unen las pistas de aluminio de las dos caras. La pista de la cara posterior solamente lleva la base del condensador y el extremo que lleva hasta el gran triángulo de la esquina para hacer las conexiones con la cara del microchip.
Los sistemas de identificación por radiofrecuencia (RFID) tienen un pequeño microchip de silicio conectado a una antena que le proporciona la energía y las comunicaciones, siempre que se les acerca a un lector que además se conecta a una base de datos.
El microchip de estas etiquetas RFID puede ser tan pequeño como medio milímetro cuadrado, el tamaño de una pequeña semilla. Algunos son lo suficientemente delgados para ser embebido en el cartoncilllo de una tarjeta.
A la izquierda se ve el condensador y a la derecha el microchip.
El microchip se activa cuando la tarjeta se escanea por un lector. Una vez puesto en marcha, la tarjeta transmite la información mediante ondas de radio al lector. El lector, a su vez, transmite la información que recibe de la tarjeta a una base de datos informática, en donde se almacena.
Los lectores pueden acceder a los microchips de las etiquetas RFID de baja potencia a sólo unos pocos centímetros de distancia.
Punzonado de unión de las pistas de las dos caras.
En 2005 se vendieron 1.300 millones de etiquetas RFID, un año más tarde las ventas ascendieron a 3,1 millones de dólares. Se estima que las ventas de las etiquetas RFID en el año 2015 serán de más de un billón, bajando su precio a la décima parte de su precio inicial.
Vista posterior del alojamiento del microchip.
Hoy en día, se encuentran tarjetas RFID en:
Las tarjetas de entrada a oficinas y edificios.
Dispositivos automáticos de pago en peajes. Decenas de millones de animales domésticos en todo el mundo.
Los microchips han sido quirúrgicamente incorporados para facilitar a los propietarios identificar a una mascota perdida.
Sistemas de inventario de almacén.
Las llaves del coche, tarjetas de crédito, licencias de conducir, pasaportes estadounidenses, tarjetas de identificación, libros de las bibliotecas y algunos productos farmacéuticos.
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