EL PANTANO DE LORCA.
A 53 kilómetros de Murcia se levanta la antigua y noble ciudad de Lorca, reclinada en la falda de pintoresca montaña, y por cuyo centro atraviesa el sosegado Guadalantin, formado por los arroyos que descienden de la cercana sierra de Chiriviel, y aumentado con otros pequeños afluentes, tales como el Luchena, Turrilla, Nublo y algunos más.
Mas era bien escaso el caudal del Guadalantin para regar una vasta extensión de terreno colocado bajo un sol ardiente y pocas veces humedecido por la lluvia benéfica; y considerándose que habían de ser exorbitantes los productos agrícolas de muchas feracísimas tierras de secano del término de Lorca ó inmediatos, si el arte y la industria las convertían en tierras de regadío, se proyectó en el último tercio del siglo XVIII la formación de dos grandes pantanos con las aguas del Guadalantin, que fueran como inmensos depósitos preparados para ocasiones oportunas.
Formáronse efectivamente, uno en el sitio llamado Castillo de Puentes y otro en Vade-Infierno, y las obras, que fueron comenzadas en 1783, se terminaron felizmente en breve tiempo.
Cerca de veinte años permanecieron los pantanos, beneficiando muchas tierras de secano, y ascendió, según se juzgaba , á una suma de muchos millones el producto que rindieron al Estado y á la agricultura las aguas depositadas en el primero, que se distribuían equitativamente por todos los terrenos que radicaban en las cercanías; pero en 1802, y á causa de las filtraciones y quizá también por la mala construcción de las obras de fábrica, cedió el fuerte muro de mampostería gruesa que encerraba las aguas, y éstas, abriéndose paso, salieron como torrente desbordado é inundaron la campiña en muchas leguas a la redonda, ocasionando deplorables desgracias.
El muro quedó desde entonces de la manera que indica el segundo grabado de la pág. 165.
Aun permanece así, después de tantos años, por considerarse la reconstrucción del citado muro como una obra difícil, que exige ademas cuantiosas sumas.
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