La zona de Picos de Europa, entre Cantabria, Asturias y León, vivió una fiebre de la minería a caballo entre el siglo XIX y el XX.
Bruno Saturio Hernández describió esta actividad minera en su libro Donde las montañas tocan el cielo. Geografía literaria de la Cordillera Cantábrica (Librucos, 2024). En él se habla de muchos de estos personajes dedicados a la minería, como el señor Woods, que dirigió explotaciones de zinc y plomo en los invernales de Prías, o Hans Gadow, un explorador naturalista con intereses en minerales. También se hace referencia a don Jaime, el inglés de Tresviso, que nació como James Pontifex Woods, a los belgas que se dedicaron a extraer zinc y a Alejandro van Straalen que descubrió minas de cobre con cuatro mil años de antigüedad.
En 1856 se crea la primera sociedad minera, La Providencia. Lo primero que se tuvo que hacer fue abrir un camino carretero por el que pudieran bajar los animales y sus carros cargados de mineral desde Ándara (en el macizo oriental de los Picos de Europa) hasta el pueblo de la Hermida. Se construyó primero el camino que enlazaba el pueblo de La Hermida con Bejes, ascendiendo posteriormente por el Collado de Hoja hasta el Dobrillo. Allí se construyó el horno de calcinación, que se ve claramente todavía en esa zona. Allí se bifurcaba un ramal que llevaba a las Minas de la Aurora y otro camino continuaba hasta el Hoyo los Tejos pasando por el Vau de los Lobos, seguramente con el fin de que las gentes de Sotres, Tresviso, Tielve, etc. pudiesen llegar a las minas a trabajar. Del Vau de los Lobos salía un ramal del camino que ascendía por el bosque de las Llamas hasta Andará. Una vez el mineral en la Hermida había que embarcarlo en barcazas de fondo plano y bajarlo por el río Deva hasta Tina Mayor en Unquera. En 1863 se abrió la carretera de la Hermida lo que facilitó enormemente el transporte. Entre 1857 y 1866 se construyeron 54 kms. de caminos con el ancho suficiente para el paso de los carros que transportaban el mineral. Y hasta 1903 se concedieron licencias para explotar más de 100 minas.
En 1864 se establece en la zona, La Esperanza, que se disputa el territorio con La Providencia, hasta tal punto que al no llegar a un acuerdo para el uso de los caminos carreteros ya construidos en Ándara y que bajan a Bejes y la Hermida, La Esperanza construye su propio camino desde Ándara hasta Treviso, y desde allí un camino de herradura para bajar a Urdón. Camino que es muy utilizado actualmente por senderistas para subir a Tresviso.
En 1872 comienza la explotación de las minas de Liordes, para lo que se construye un camino con 32 tornos, con un esmerado cálculo para trazarlo con la menor empinación posible, y que debió ser carretero. Es el camino de los “tornos de Liordes” que usan los montañeros para adentrarse en los Picos de Europa y que se ve claramente desde la pradera de Fuente De o desde el mismo teleférico. Arriba todavía se pueden ver las ruinas del casetón que se construyó. Pero el mineral encontrado allí no resultó ser ni de calidad ni cuantioso.
En 1883 los ingleses, Mars Ross y H. Stonehewer-Cooper, emprendieron un viaje por la cornisa del Cantábrico, desde el puerto de Pasajes hasta Gijón. Dos años después de su periplo, contaron sus peripecias en un libro que titularon The Highlands of Cantabria. La editorial Kattigara lo publicó en español con el título de Las tierras altas del Cantábrico. En él se relata la historia del inglés de Tresviso: Tras dos horas de esforzada subida bordeando un precipicio de casi 2.000 metros de altitud, llegan a la planicie de las minas de Tresviso y después de recuperar fuerzas van al encuentro de un curioso personaje, don Jaime de Tresviso, en realidad Mr. James Pontifex Woods, un inglés que vivía en aquellas alturas con su mujer, sus dos hijos y dos criadas, una inglesa y otra española. Don Jaime residía en los Picos investigando en busca de minerales (¡cómo no!) y les recibe encantado en su casa, estilo bungalow, con espléndidas vistas a las montañas.
En 1890 llega Asturiana de Zinc a los Picos de Europa, y acaba comprando La Providencia y explotando las minas de Lloroza, que es la zona que se puede ver desde la parte superior del teleférico. Se construye un cable aéreo desde Lloroza a Fuente De, que es el trazado del actual teleférico. Todavía se pueden ver las instalaciones de madera y los cables en la pradera de Fuente De. Y si subimos en el teleférico se puede ver también una boca mina en mitad de la pared, desde donde también se construyó otro cable aéreo.
Alejandro Van Straalen Urlings Fue Director de las Minas de azogue y arsénico de La Soterraña (Lena). A Lena se trasladó en 1874 cuando montó un horno "Bustamante" en Brañalamosa. Vivía en La Soterraña cuando descubrió las Minas Prehistóricas de Texeo (Riosa) en septiembre de 1888. Fue Director de Fabrica de Mieres entre 1900 y 1920.
Jean Marie Hippolyte Aymar d'Arlot, conde de Saint-Saud, fue enviado por el capitán de Estado Mayor francés Ferdinando Prudent, para cartografíar la cordillera hasta Cares y Sotres.
A partir de 1890, Jean Marie exploró el macizo de Picos de Europa, perteneciente a la Cordillera Cantábrica, en esta época prácticamente desconocido, salvo por los primeros estudios parciales del ingeniero de minas español Guillermo Schulz, a partir de 1844, y que había caído en el olvido. Saint-Saud realizó la primera ascensión a la Morra de Lechugales (2.444 m) y a Peña Vieja (2615 m). En 1892, con Paul Labrouche y el guía François Bernat-Salles, alcanza la cumbre de Torre Cerredo, la mayor altura de Picos con 2650 m s. n. m.
En las minas de Andará, en los años cincuenta del siglo XIX, los propietarios eran madrileños. Unos de estos propietarios eran los Pérez del Molino, que eran además carpinteros y ebanistas. Una de estas minas era La Esperanza.
Los primeros propietarios que explotaron el Grupo Mazarrasa no tenían técnicos cualificados, y aquellas minas quedaron en bancarrota. Luego salieronn a subasta y las compró el bisabuelo de Olav Mazarrasa, licenciado en Historia del Arte y doctor en Ciencias Químicas. Él tampoco tenía mucha idea de minería, pero era abogado de la compañía belga La Vielle Montagne y lo vio claro. Lo primero que hizo fue contratar al ingeniero de la mina de al lado, Benigno Arce, que continuo trabajando en ambas minas. Luego les pagó a los propietarios madrileños por la mitad del camino que comunicaba desde Andara hasta Bejes, y así no tenía que bajar el mineral de Tresviso a Urdón. Estas minas quiebran con la crisis de 1929, y tienen que cerrar.
Durante la Primera Guerra Mundial los Picos de Europa proporcionaron Plomo, zinc y wolframio a la industria militar europea. Más de mil personas llegaron a trabajar como mineros en aquellos parajes, más de quinientos en las minas de Mazarrasa. Convivieron distintas empresas, como El Canal del Vidrio, Las Mánforas, Lloroza o El Duje. Nombres que recuerdan inviernos largos, nieve, grava crujiendo bajo el calzado. Mineros de estío, ganaderos en los meses más duros, porque allí era imposible mantener explotación anual. Nieve, huracanes. Nieve, huracanes. Las tierras del lobo cerval no querían hombres en sus eneros. Estaban a unos 1.500 metros de altitud.

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