lunes, 16 de junio de 2025

Accidente en el Pico Cerroso en enero de 1939

El 17 de enero de 1939 un avión de la Legión Condor se estrelló en las inmediaciones del Pico Cerroso, de 1.838 metros de altitud, en el término de Ocejo de la Peña, situado en la Montaña Oriental Leonesa. En el suceso fallecieron el piloto alemán Horst Meiling y los españoles Modesto Candela Munar, Anselmo Gutiérrez Mateo, Daniel Eguía Torraldoiz, Evaristo Peña Saiz-Rojas y Jesús Escudero González. De estos, uno era brigada mecánico, y entre los otros había un teniente observador, un alférez piloto y un sargento mecánico. 

El avión Junkers había despegado de la base aérea de La Virgen del Camino en un día con un fuerte temporal de nieve, viento y niebla. Se cree que en el avión viajaban pilotos y especialistas con destino a algún aeródromo del frente de Cataluña, en un momento en el que la ofensiva del ejército Nacional en aquella zona avanzaba imparable. De hecho, la caída de Cataluña se produjo el 10 de febrero de 1939.

Según la prensa de la época, los vecinos de Ocejo de la Peña escucharon los motores del aeroplano y el estruendo del impacto, aun así en un primer momento se buscaron los restos en el entorno de los Picos de Europa, y no fue hasta el 8 de febrero, casi un mes después, cuando fueron localizados el avión y los cadáveres. En la recuperación participaron los vecinos de Ocejo de la Peña.

De los seis tripulantes, dos estaban junto a los motores completamente carbonizados y los otros cuatro se hallaban distantes del avión y asomando sus cuerpos por entre la nieve, según informaba el Diario de León en aquella fecha. 

El pueblo se llenó de militares durante días, y el rescate de los cuerpos y los restos del avión se realizó mediante carros tirados por vacas. Una vez recuperados se cargaron en Ocejo en camiones y ambulancias que trasladaron los cuerpos hasta Cistierna, desde donde se llevaron a sus lugares de origen. 

La ayuda de los vecinos fue recompensada, según relató Luis Valdés Mateo en el Diario de León: Los alemanes, muy cumplidos y atentos, han gratificado a los vecinos de Ocejo y entregaron al presidente del pueblo un hermoso cuadro con la efigie del canciller Hitler en prueba de la amistad y simpatía que les une con el pueblo español.

Además, ese mismo año se colocó en recuerdo de los seis fallecidos una placa escrita en alemán, que sigue todavía hoy en pie, en la que se puede leer: El 17 de enero de 1939 aquí murieron el aviador Horst Meiling y sus compañeros españoles Modesto Candela Munar, Anselmo Gutiérrez Mateo, Daniel Eguía Torraldoiz, Ernesto Peña Saiz-Rojas y Jesús Escudero González.

Las causas del accidente nunca se hicieron públicas de forma oficial, pero se barajó la posibilidad de un fallo humano debido a la falta de visibilidad por el temporal de nieve, así como a las propias condiciones climatológicas. También se rumoreó algo sobre un posible sabotaje. 

Uno de los fallecidos, Evaristo Peña Saiz-Rojas (Al que cambiaron el nombre al escribirlo en la placa conmemorativa) era Brigada mecánico. Evaristo nació en Burgos y en La Virgen del Camino, en donde se preparaba como mecánico de aviación, conoció a una joven de Ciñera con la que acabó casándose. Por esta razón está enterrado en el cementerio de esta localidad. 

Esposa e hija de Evaristo. 

Su nieto, Javier Alonso de Quintanilla Peña, que ejerce de quiosquero en Ciñera de Gordón y lleva años recopilando información sobre su abuelo, del que también conserva su pistola Astra de 9 milímetros, dio a conocer que al comunicarle la muerte a su abuela le habían dicho que se sospechaba que alguien había metido algodón en el depósito de combustible del avión para sabotearlo. Otros hablaron de azúcar echada en los depósitos de combustible, que habría hecho que el caramelo resultante de la combustión acabase gripando y parando los motores. 

Esta peculiar historia fue rescatada del olvido hace unos años por la revista cultural Camparredonda, dirigida por el escritor y editor leonés Gregorio Fernández Castañón, aprovechando las fotografías del suceso que tenía su padre. Ángel Pajín, novelista de Acebedo, relató el accidente en su obra Las claves del dodecaedro.

Proa, 9 de febrero de 1939

Son encontrados los restos del avión desaparecido el día 17 del pasado mes

En el parte oficial del Cuartel general del Generalísimo del día 17 de enero, se hacía un llamamiento a los habitantes de varías provincias de la España liberada, a fin de ver si en algún lugar apartado había aterrizado un avión nacional que se había perdido.

Desde hace tres días, y cumpliendo órdenes superiores, nuestro buen camarada el inspector delegado de Antiaeronáutica, señor Solís, recorría incansablemente los puertos de Riaño y montañas de Cistierna.

Sus actividades. dieron como resultado que en la tarde de ayer encontraron los restos del aparato en el llamado Pico de Acero, a poca distancia de Cistierna.

Acompañaban al camarada Solís en el momento del descubrimiento los presidentes de las Juntas Administrativas de Santa Olaja y Ocedo, con varias brigadas de paisanos. 

A causa de la enorme cantidad de nieve y por estar la noche encima, fue imposible poder llegar al aparato, perro se pudo apreciar perfectamente que cerca del aparato se hallaban los cuerpos sin vida de cuatro de los siete aviadores que en él iban,

Hoy, de madrugada, han salido para el lugar del siniestro el teniente coronel de Aviación señor Sequeira y el inspector delegado de Antiaeronáutica, camarada Solís, a los que acompaña un redactor de PROA y algunas brigadas, más una ambulancia para traer los cadáveres.

 Mañana, nuestro diario dará amplia información de este siniestro. 

Proa, 10 de febrero de 1939

Ayer, tras grandes esfuerzos, lograron recuperarse los cadáveres de los aviadores que se estrellaron en el Pico Cerroso

La muerte de todos ellos fue instantánea 

(De nuestro enviado especial

El pueblecito de Ocero es la clásica aldea perdida, que bien puede por su posición geográfica ser fiel reflejo de la célebre novela.

En sus términos y como fiel vigilante, se alza la mole inmensa del Pico de Cerroso, y en esta tarde dura y áspera, tuvo lugar el desgraciado accidente que costó la vida a seis aviadores de esta base de la Virgen del Camino, como ya anunciábamos en nuestro pasado número.

El accidente

Tuvo lugar el accidente el día 17 del pasado enero y ello motivó una nota ampliatoria al parte oficial de guerra, que todos los españoles oímos.

Ese día, sobre las once y media de la mañana. algunos vecinos del pueblecito de Ocero, oyeron el ronco trepidar de unos motores de Aviación, Cosa que extrañó a los habitantes, porque precisamente ese día era el peor de todo el invierno, con una niebla baja que, naturalmente, impidió ver el aparato o los aparatos cuyos motores se oían. 

Hay quien asegura haber oído casi enseguida del ruido normal de los motores, otro un tanto extraño, pero al que no dieron importancia, por no saber su causa. 

Ayer se llegó al aparato

Incesantemente, cumpliendo órdenes del teniente coronel de Aviación señor Sequias, nuestro camarada Solís, inspector delegado de Antiaeronáutica, se dedicó, a recorrer picacho tras picacho, valle tras valle, todos los macizos montañosos del sector de Riaño, y, por fin, esta actividad desplegada por nuestro camarada, tuvo como consecuencia el lograr encontrar los restos del avión.

Ayer mañana, el señor Seiquas y el camarada Solís, acompañados por el capitán de Aviación señor Pio, el teniente médico señor Blanco, el teniente de la Sección Técnica señor Espinosa y el brigada de la misma sección señor Damota, salieron en sus primera horas de León con dirección al lugar del siniestro

En Santa Olaja esperaban ya el alcalde y jefe ducal de Falange de Cistierna, camarada Abano, y los presidentes de las Juntas Administrativas de dicho punto y de Ocejo, con una brigada de vecinos de dichos pueblos que, conocedores del terreno, han de servirnos de guías y prestar su ayuda para llegar hasta el avión y poder rescatar los cuerpos de los aviadores.

El lugar donde cayó el aparato es casi inaccesible, y sólo tras grandes y penosos esfuerzos, tras de luchar con la nieve, que en muchos puntos daba por la cintura, a las cuatro horas de marcha se logró alcanzar el aparato. 

Es este del tipo conocido por gran bombardeo, y a primera vista no es sino un montón informe de chatarra, empotrado casi por completo en la nieve.

Aparecen los tripulantes

Tripulaban el aparato: Teniente observador, camarada Anselmo Gutiérrez. Alférez piloto, don Modesto Candelas. Brigada mecánico, don Evaristo Peña. Telegrafista, don Vicente Granados. Sargento mecánico don José Escudero, y un brigada piloto legionario.  

¿A qué se debió el accidente?

Fuera del aparato se encontraban tres de ellos, que, al partirse en varios pedazos, salieron despedidos del mismo.

Los otros tres se encontraban entre el inmenso armazón metálico.

La muerte, según el dictamen del teniente médico señor Blanco, fue instantánea, pues todos ellos presentaban golpes mortales, alguno de ellos la completa fractura del cráneo.

El teniente de la Sección Técnica señor Espinosa que, acompañado del brigada Damota, inspeccionaron y estudiaron allí mismo las posibles causas, creen que el accidente se debió a la niebla. 

Según parece, perdidos entre ella, solicitaron su situación por medio de la radio, situación que les fue dada. En vista de ello, debieron de tratar de dirigirse a la Base de la Virgen del Camino, Pasaron sin novedad por el macizo de Peña Corada, y entrando por el Valle de Oceja, fueron a estrellarse en el Pico Cerroso, de una altura de 1.800 metros, el más alto de todo el macizo. 

Se puede apreciar perfectamente el lugar del choque, que debió de ser brutal, pues después del mismo y en dirección ascendente, se arrastró el avión más de trescientos metros. 

Como ya decimos, el aparato es hoy un montón de hierros retorcidos.

Por el lugar donde ocurrió esta catástrofe, puede calificarse de verdadera casualidad su hallazgo, puesto que es casi inaccesible y la nieve hacia imposible toda exploración por estos lugares. Lo lógico y natural seria que no apareciera hasta que una vez pasado el invierno, cualquier pastor, por verdadera casualidad, lo hubiera encontrado. Esto, naturalmente, hace más meritorios los trabajos que incansablemente se han llevado a cabo por el personal de Aviación pura encontrarlo.

El comportamiento de los pueblos

De magnífico, así, con toda sinceridad, de verdaderamente magnifico hemos de calificar el comportamiento de los vecinos de Santa Olaja y Ocero, que sin contar sacrificios, pusieron desde el primer momento todos sus conocimientos y entusiasmos para ayudar al personal de aviación eu los trabajos de busca, primero y de recuperación, más tarde.

Y ayer rivalizaron en turnarse para cubrir la distancia de más de doce kilómetros por monte y con la nieve por la cintura, con las camillas en que trasportaban los restos de las víctimas. 

El paso por todos estos pueblecitos del cortejo fúnebre fue realmente emocionante. En todos los balcones y ventanas colgaban sábanas con crespones negros y todos sus habitantes, rindieron un homenaje póstumo de admiración y sentimiento a los aviadores caídos en acto de servicio.

En Santa Olaja, el presidente de la Junta tuvo unas palabras de emoción ente los cadáveres, a las que brevemente contestó el camarada Solís con otras plenas de emoción. 

En Cistierna fue donde culminó este homenaje póstumo a los caballeros del Aire. El pueblo en masa salió a recibir a la ambulancia que conducía los restos, y por la carretera tuvo lugar en todo el trayecto del pueblo una manifestación, a cuya cabeza marchaba la cruz alzada, seguían los flechas con las banderas del Movimiento y era presidida por los jefes de Aviación y las autoridades locales. 

Después de rezados unos responsos el jefe local, camarada Reinoldo, leyó la oración a los Caídos de Falange. A continuación, el teniente coronel señor Seiquas, agradeció al pueblo de Cistierna esta admirable prueba de sentimiento, y es contestado par el alcalde camarada Albano con frases de verdadera y sincera emoción.

Los cadáveres quedaron colocados en el depósito del cementerio de León, donde hoy se verificará el entierro.

Por nuestra parte, agradecemos sinceramente las deferencias que para PROA tuvieron en todo momento el teniente coronel de Aviación señor Seiquas, y nuestro camarada Solís, inspector delegado de Antiaeronáutica.

Proa, 11 de febrero de 1939

Después de una tragedia de aviación 

El entierro de los tripulantes del trimotor perdido

Ayer mañana tuvo lugar en este cementerio de León solemne acto fúnebre con que se honró a los aviadores de este aeródromo, que en acto de servicio y a consecuencia de la niebla, perdieron la vida en el accidente de Pico Cerroso, a los aviadores cuyos restos iban a ser trasladados a los puntos de su residencia, por haberlo pedido así sus familias, no pudiendo por lo tanto, recibir piadosa sepultura en este camposanto leonés. 

A las once y media de la mañana, en la capilla del cementerio de Puente Castro, convertida en capilla ardiente, tuvo lugar la ceremonia, sencilla, breve, sin aparato de multitudes ni estruendo de bandas de música. Pero de una hondura sentimental enorme, que hizo empañar de llanto los ojos de los asistentes. 

Cinco féretros negros, cubiertos con sendas banderas nacionales y coronas de laurel, cinco vidas jóvenes hundidas entre las negras tablas de un ataúd, cinco "números" más en la falange gloriosa de quiénes todo lo entregaron por servir y salvar a España. 

Juntos los cinco, igual que en el trimotor en que regresaban contentos de la victoria del frente: el observador, teniente don Anselmo Gutiérrez Mateo; el piloto, alférez Modesto Candela; el mecánico brigada Evaristo Peña Sáinz de Rosas; el otro mecánico, sargento Jesús Escudero González y el cabo telegrafista Anselmo Gutiérrez Mateo. 

Su compañero, el brigada legionario Neuailing, descansaba todavía en su sueño mortal en el depósito de cadáveres, donde fue visitado por los asistentes, que oraron ante quien abandonó su patria por servir a nuestra España. 

Asistieron al acto los excelentísimos señores Gobernador militar coronel Gistán, y civil señor Ortiz de la Torre; el presidente de la Diputación, el alcalde de la capital, el jefe provincial de Falange, camarada Gago, el secretario provincial, camarada Clérigo, inspector provincial, camarada-Suárez, el primer teniente alcalde señor Aguado, gestores provinciales señores Manzanares y Marqués y secretario de la Diputación señor Peláez, así como algunas otras representaciones más, pocas, que pudieron recibir el aviso de la hora del acto, que también tuvo algo de "servicio", de particular, de íntimo. De haber podido celebrarse con solemnidad, el pueblo leonés hubiera testimoniado su condolencia y adhesión a estos caballeros del Aire de nuestro Aeródromo. 

Entre la concurrencia se hallaban algunos parientes de los aviadores muertos, entre ellos nuestro colaborador don Isidro García y don César Mateo Castañón, tío y primo respectivamente, del teniente González Mateos, cuyo cadáver iba a ser trasladado a La Vecilla, cuya corporación municipal llegó para acompañarle hasta dicha villa montañesa, presidida por el primer teniente de alcalde, don Tomás Sierra. 

Todos los jefes, oficiales y personal de aviación francos de servicio se hallaban en el cementerio, entre ellos el teniente coronel señor Sequeira (no Seiquas, como equivocadamente se dijo), y el jefe de Antiaeronáutica señor Solís, que tanto trabajaron por encontrar el avión.

Acudió una sección de este aeródromo con armas, para rendir honores. 

Como jefe en funciones de la Base Aérea actuó el digno teniente coronel señor Escribano.

El capellán de la Base Aérea don Justino Losa, rezó un responso ante los cadáveres, a los que daba guardia de honor una escuadra de soldados de Aviación con bayoneta calada. 

El teniente coronel señor Escribano, con voz velada por la emoción, pronunció un breve discurso en el que dijo: 

Compañeros que en el cumplimiento del más sagrado deber, cual es la defensa de la Patria y la civilización, caísteis derramando vuestra sangre heroica, no os olvidaremos jamás. Yo os prometo y juro que mi mayor orgullo es ser compañero vuestro y mi mayor deseo el imitaros. 

Y a vosotros, jefes y oficiales, que contempláis los cuerpos ya sin vida de vuestros heroicos compañeros, os pido que si queréis ser dignos de vuestra patria imitéis este ejemplo. 

Y a ti, camarada Neuailing, que dejaste tu patria de Alemania, tu hogar y tu familia, para venir a nuestra tierra a defender nuestro suelo y la civilización, te prometo no olvidar jamás tu gesto, considerándote como un hermano. 

A continuación dio los gritos de los... 

La tropa hizo las salvas de ordenanza. 

Poco después salieron los cadáveres para los respectivos pueblos: el teniente, a La Vecilla, como hemos dicho. El alférez Candela, a Valladolid. El brigada Peña, a Ciñera (León). El sargento Escudero a Valdestillas (Valladolid) y el cabo Eguía, a Durango (Vizcaya). 

Dios les haya concedido ya su eterno descanso en la gloria. 

Reciban sus familias nuestro pésame más sentido. 

Una oración por los aviadores finados.

¡ Presentes !

 Libertad, 11 de febrero de 1939

LETRAS DE LUTO

En el cumplimiento del deber perdió heroicamente la vida el camarada Modesto Candela Munar, alférez piloto de Aviación y afiliado a la Falange Española Tradicionalista y de las Jons de Valladolid. Desde los primeros instantes de la guerra se ofreció para defender la Patria con las armas. Después de prestar también servicios técnicos marchó con el empleo de alférez piloto a la Aviación española, en la que supo portarse con el espíritu militar y falangista que le caracterizaba. Por tan sensible pérdida participamos nuestro sentimiento a sus desconsolados padres, don Modesto, prestigioso ingeniero, y doña Teresa; hermanos, Miguel, Luis, José María, Teresa, Fernando, Jesús y Rafael, y en general a todos sus allegados.

 Libertad, 12 de febrero de 1939

LETRAS DE LUTO 

Don Modesto Candela Cardenal y familia, en la imposibilidad de hacerlo personalmente, agradecen por nuestro conducto, a cuantos se han asociado a su dolor, a raíz del fallecimiento de su hijo don Modesto, alférez de Aviación, participando al propio tiempo que el funeral por el eterno descanso de su alma tendrá lugar en la iglesia parroquial de San Ildefonso, mañana lunes, día 13, a las nueve de la mañana.

Diario de León, 5 de abril de 1939, página 3

Buscando a Dios en el aire... cada en Pico Cerroso y en el y soñando con la Patria, lugar en que se estrelló el aparato,... allá en el Pico Cerroso una lápida conmemorativa... se estrellaron vuestras ... facilitará gratuitamente de 2 a 5 de la tarde... Cistierna y nuestra provincia y... y allá en Pico Cerroso...










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