lunes, 16 de junio de 2025

El negro de Bañolas

El negre té nom

Cuando se cumplían 25 años de la repatriación, equivocada por cierto en cuanto a su destino, de los restos del negro de Bañolas, el 16 de junio de 2025, el programa Sense ficció de la TV3 estrenó El negre té nom, un documental dirigido por Fèlix Colomer. Parte del documental se inspiró en el texto del libro Naturaleza muerta (Edhasa, 2021) del periodista Miquel Molina. Una de las cosas que explicaba el documental era que el célebre bosquimano del Kalahari, que se exhibió durante décadas en el museo Darder, ni era bosquimano ni del Kalahari. 


Por su parte, Frank Westerman escribió El negro y yo, en el que cuenta como a sus 19 años, durante una visita al Museo Darder de Historia Natural de Banyoles, se encontró cara a cara con un africano disecado: el Negro. Estaba en una vitrina, como si de un animal embalsamado se tratada. Llevaba más de 80 años en exposición. Una pequeña placa en su pedestal indicaba: BOSQUIMANO DE KALAHARI. 

El Museo Darder

El Museo Darder está ubicado en Bañolas. Se inauguró el 22 de octubre de 1916, cuando Francesc Darder Llimona cedió sus colecciones de historia natural al municipio de Bañolas. 

Desde el momento de su creación, ocupa un edificio de la Plaza de los Estudios. Con el tiempo y gracias a sus colecciones de animales exóticos, se convirtió en un atractivo de interés cultural. El fondo del museo se fue ampliando con las aportaciones desinteresadas de amantes de la historia natural, hasta alcanzar las 20.000 piezas. 

Mantuvo casi intacta su museografía hasta el 2003, año en que el museo se cerró para iniciar un proceso de remodelación. El 2007 abrió de nuevo las puertas, incorporando a las colecciones de historia natural una parte dedicada a explicar el fenómeno hidrogeológico de la cuenca del Lago de Bañolas.​ Aunque no parece que nadie quiera recordarlo, desde 1916 hasta marzo de 1997, uno de sus mayores atractivos era el negro de Bañolas, un cazador africano momificado.

Un afamado forense gerundense, Narcís Bardalet, especialista en medicina legal con experiencia en tareas de identificación de cadáveres como las del tsunami de 2004 en Tailandia y que además embalsamó a Salvador Dalí reveló en 1995 que “El Negro” había vivido unos 27 años, que había tenido una altura de 1,55 metros y que posiblemente falleció de neumonía, fibrosis o cáncer de pulmón. También descubrió que la piel del Negro fue embadurnada con betún para aparentar una piel más oscura que la de los bosquimanos, que tiende al marrón antes que al negro.

La polémica

Lo profetizó Jaume Farriol en 1966 en su libro Banyoles vora el llac, al advertir que la figura del bechuana sentaba un precedente peligroso. Algún día podía llegar un visitante negro al Museo Darder e indignarse al encontrar “a un hermano de raza metido en un escaparate y exhibido como una cosa extraña”.

En 1991 a dos periodistas del diario El País desplazados a Bañolas para informar sobre los preparativos de las pruebas olímpicas en el lago, les llamó la atención la existencia del negro del Museo Darder y con esa información publicaron un artículo en mayo de ese año. 

El médico de origen haitiano Alphonse Arcelín, residente en Cambrils, en donde fue concejal del PSC, conoció la existencia del negro por el artículo de EL PAÍS, que le motivó a dirigirse por carta al alcalde de Bañolas, pidiéndole la retirada del bosquimano encerrado en la vitrina del Museo Darder (Arcelín murió en Cuba el 17 de agosto de 2009). También sugirió al diario EL PAÍS que "El Negro" debería ser retirado del museo. Eso ocurrió a finales de 1991. A partir de ahí la polémica fue extendiéndose y fueron muchos los medios que la recogieron.

Pero Banyoles se mantuvo firme: todos los partidos del arco ideológico votaron en contra de renunciar a la pieza estrella del museo local, lo que da idea de lo impopular que era el asunto en el pueblo. Un portavoz municipal hizo entonces una de esas declaraciones que es difícil escuchar ahora sin perplejidad: "El Negro nos pertenece". 

La resistencia acabó de forma un poco folclórica: Obreros de la construcción llevaban camisetas contra la retirada del Negro, y señores distinguidos se colocaban una insignia en la solapa. En Semana Santa uno de los reposteros más renombrados de Barcelona adornó el escaparate de su negocio con un Negro de chocolate de cinco kilos; poco después comenzaron a venderse en Cataluña cajas de bombones con la efigie del Negro. Sin darse cuenta convirtieron al Negro en lo que los norteamericanos denominan un 'cross-over': alguien de color que se hace con el favor de los suyos y que, después de cruzar el campo minado de los prejuicios, acaba triunfando entre los blancos. Stevie Wonder, Bill Crosby, Oprah Winfrey. Pero ¿cómo pudo el Negro recorrer ese trayecto, y además de forma póstuma? ¿Qué impelió a los habitantes de Banyoles a disfrazarse de negros estereotipados, con falda de rafia, huesos en el cabello y rostro ennegrecido, en el carnaval de 1992? Pese al carácter lúdico de la iniciativa, el mensaje escrito en los globos de los participantes no era ninguna broma: '¡QUÉDATE!'".

La clase política catalana, mientras tanto, pidió que se pospusiera la reivindicación hasta después de los Juegos. Sin embargo, una vez celebrados, los responsables públicos aparcaron la cuestión.

La prensa se dividió en distintos bandos. La de Girona apoyó la permanencia del Negro en su vitrina con el argumento de que retirarlo iba a romper la “unidad museística”. En Tarragona, mientras tanto, los diarios secundaron a Arcelin. Entre ambos extremos se situaron los medios de Barcelona, con una cobertura más o menos idéntica para las dos partes, aunque tendieran a simpatizar más con la retirada de la momia.

Federico Mayor Zaragoza, secretario de la UNESCO se reunió con el alcalde de Bañolas, e incluso el máximo mandatario de la ONU, Kofi Annan, tomó cartas en el asunto. A la petición de Arcelín se fueron sumando las de algunos gobiernos africanos que recibieron sus misivas. A tal punto llegó el tema que en 1997 se debatió en distintas reuniones de la ONU y en el seno de la Organización para la Unidad Africana. 

Los Juegos Olímpicos se habían de celebrar en 1992 en Barcelona y el lago de Bañolas fue designado como sede de las competiciones de remo. Arcelin se preguntaba con ironía si los numerosos atletas que visitarían el museo podrían sentirse ofendidos al contemplar esa imagen de un hombre negro disecado. Su propuesta de retirada del africano recibió apoyos de personajes famosos, como el reverendo Jesse Jackson o "Magic" Johnson. Kofi Annan, calificó la imagen de "repulsiva" e "insensible". Como fruto de todo este movimiento, en marzo de ese año, “El Negro de Bañolas” fue retirado del Museo Darder.

Los responsables del Museo Nacional de Antropología en Madrid desmantelaron la momia y prepararon para su entrega únicamente el cráneo y algunos huesos, los únicos despojos humanos que quedaban. Creyeron que esto iba a ser más considerado que enviar una figura disecada, que podía provocar un estallido de indignación: “Devolvemos lo que nos han pedido, los restos del Negro, los que lo eran realmente; hemos quitado lo que no era suyo. No era correcto devolverlo así, hubiera sido humillante que lo vieran disecado como un animal”.

Cuando el proceso ya estaba empezado se conoció que El Negro no era de Botsuana, pero la Unión Africana pidió que se le acogiera para beneficiar a África, de convirtió en un símbolo. 

Muchos en Botsuana se sintieron estafados ante unos despojos que creyeron de dudosa autenticidad. Tal vez se hubiese evitado el problema consultando el procedimiento a las autoridades del país africano. En todo caso, se generó una repulsa generalizada que marcó la celebración, el 5 de octubre de 2000, del multitudinario funeral de Estado. 

Miles de botsuanos se agolparon para ver los huesos del Negro de Banyoles. 

Los restos del negro del Museo Darder fueron enterrados con honores de héroe nacional el cinco de octubre de año 2000 en el Parque Nacional de Tsholofelo en Gaborone, la capital de Botsuana, en presencia de diversos representante oficiales. 

En octubre de 2007 se presentó en el Espai Montcada de Caixafòrum el montaje 'Happy Family' que mostraba al bechuana disecado y a Darder. 

Francesc d'Assís Darder Llimona

Nieto, hijo, hermano y padre de veterinarios, Francesc d'Assís Darder Llimona nació en Barcelona el 2 de octubre de 1851. Estudió Bachillerato en el Establecimiento Libre de Segunda Enseñanza de la entonces villa de Gracia. Ingresó en la Real Escuela de Veterinaria de Madrid, estudios que compatibilizó con el servicio militar obligatorio. En junio de 1873 obtuvo el título de veterinario de primera clase y finalizó en octubre de 1874 su servicio en el ejército como veterinario del escuadrón de caballería de la Milicia Nacional de Barcelona. En Madrid actuó como representante de la Sociedad Barcelonesa para la Vacunación Animal. Regresó a Barcelona para trabajar en el negocio familiar, que se encontraba ubicado en la calle Porta Nova número 62. Un año después se casó con Joaquima Rodés Bosch, con quien tendría cuatro hijos.

A finales de junio de 1876 empieza a editar la revista El Zookeryx, una revista ilustrada de periodicidad semanal en principio dedicada al aprovechamiento zootécnico de los animales domésticos y a la caza y pesca. La administración de la revista se ubicaba en el segundo piso del número 74 de la calle Sant Pau donde Darder atendía de una a tres del mediodía. En agosto de aquel mismo año la redacción se trasladaría al número 27 de la actualmente inexistente calle de la Cadena, donde Darder, que en aquel momento desempeñaba el cargo de subdelegado de Sanidad Veterinaria de Barcelona, acababa de inaugurar su primer negocio propio con el pomposo nombre de Gran Establecimiento de Veterinaria. La sede de la administración de la revista iría cambiando, en febrero de 1877 regresaría a la calle Sant Pau número 74, segundo; a mediados de 1877 se mudaría enfrente, a un tercer piso del número 75; y a mediados de 1878 a la calle Mendizábal, actual Junta de Comerç, número 20, segundo. A partir de octubre de 1878 y hasta 1880, fecha en que apareció el último número, El Zookeryx pasó a llamarse Revista Universal Ilustrada.

En marzo de 1877 Darder participó en un ciclo de conferencias agrícolas donde, además de defender la utilidad de la actividad zootécnica, pondría como ejemplo las instalaciones de la Granja Vella, propiedad del banquero y empresario Lluís Martí-Codolar Gelabert, cliente suyo, y propondría la creación de un parque zoológico de aclimatación municipal. La ponencia se reprodujo en El Zookeryx, publicación que, además de informarnos de que Darder vivía en el Ensanche, se hacía eco de los honores que iban adornando el currículo de su propietario. En 1878 fue nombrado secretario de la junta directiva de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Barcelona, miembro correspondiente de la Sociedad Climatológica Argelina, de la Academia Etnográfica de la Gironda y de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Sevilla, y miembro honorario de la Sociedad Unión Veterinaria de Madrid.

En julio de 1878 instaló su segundo negocio, este exclusivamente dedicado a la Taxidermia, en un segundo piso del número 20 de la calle Mendizábal. Se desconoce cómo y cuándo se decidió Darder a aprender la técnica taxidérmica. Entre las décadas treinta a setenta los más reputados disecadores de la ciudad fueron Melcior Joaquin Devesa Desprats y su hijo Joaquim Pere Devesa Alabau. Ambos trabajaron para Ramon de Mercader Novell y su hijo Ramon de Mercader y de Belloch, miembros de una familia noble, fundador y continuador respectivamente del gabinete privado de Historia Natural más importante de Barcelona, un museo que permaneció abierto al público a mediados del siglo XIX en el Palacio Mercader, en el número 11 de la calle de Lledó, donde fue visitado por el ornitólogo Charles Lucien Bonaparte, y a partir de 1872 en un palacio recién construido en el Paseo de Gracia. Una primera hipótesis apuntaría a que Darder hubiera aprendido con Devesa hijo, y un dato que la apuntalaría sería la relación que mantuvo Darder con Enrique de Mercader y de Belloch, apicultor, cliente, amigo suyo y colaborador de El Naturalista, la segunda revista que editó Darder, y hermano de Ramon de Mercader. Una segunda posibilidad es que Darder aprendiera Taxidermia con alguno de los manuales que circulaban entonces, o bien algunos franceses -su padre Geroni, por cierto, estudió Veterinaria en Francia-, o publicados en España, como Nociones de Taxidermia (1849), del boticario barcelonés Joan Grau-Bassas Torà, o la traducción del francés Manual del Naturalista Disector (1833) de Pierre Boitard y Emmanuel Canivet.

El Tiempo, 26 de mayo de 1879. En la Escuela de veterinaria están efectuándose estudios de verdadera importancia sobre la triquina y su trasmisión. Hace ocho días vino expresamente a Madrid el distinguido veterinario catalán D. Francisco Darder, que en representación de su señor padre, sabio inspector del matadero de Barcelona, traía varios ejemplares de carne y un conejo vivo infectado del temible helminto, y en tan corto período de tiempo hánse realizado luminosas investigaciones, cuyos primeros resultados vieron el sábado último muchos señores consejeros de sanidad, algunos miembros de la Real academia de medicina y de la academia médico-quirúrgica, crecido número de socios de la Unión veterinaria, varios individuos del cuerpo de veterinaria municipal y otras personas competentes.

En septiembre de 1879 Darder inauguró en el número 9 de la calle Aldana El Conejar Modelo Barcelonés, dedicado a la venta de material para la  cunicultura y conejos de cría de razas importadas. En octubre de aquel año viajó a París para proveer a clientes suyos de diferentes razas de aves de corral, conejos, perros y se supone que de animales salvajes. En abril de 1880 volvió a la capital francesa con el mismo objeto. 

En aquellas expediciones posiblemente estableciera sus primeros contactos con Verreaux, Dreyfus y Deyrolle, algunos de los mayores comerciantes de objetos de Historia Natural de Europa que, además de servirle como fuente de inspiración pronto se convertirían en sus proveedores. Además la Maison Verreaux se hallaba en liquidación desde la muerte de Édouard Verreaux en 1869. 

Efectivamente, Darder añadió en aquella época a sus servicios de disecador de animales a precio convenido, una amplia oferta de animales disecados procedentes de las grandes casas parisinas. Es muy probable que en aquel tiempo preparara y ofreciera en venta los animales exóticos -que él había importado- que iban falleciendo en las colecciones zoológicas de su adinerada

Darder participó durante el verano de 1882 en la Exposición Regional de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, donde obtuvo una medalla de perfección por la colección de animales disecados que presentó. En septiembre de aquel año, coincidiendo con las fiestas de la Mercè, Francesc Darder trasladó a escasos metros de El Conejar, en la Ronda de Sant Pau número 19, su negocio de Taxidermia. El periódico La Vanguardia del domingo 24 de septiembre de 1882 incluía la siguiente crónica:

"Ayer tuvimos el gusto de visitar el  magnífico gabinete de Historia  natural que el conocido disector  naturalista don Francisco de A. Darder ha establecido en  el núm.  19 de  la  Ronda  de San Pablo.

Cuantos elogios prodigásemos al señor Darder serían pálidos, puesto  que con infatigable constancia y sacrificios ha logrado poner aquel ramo a notable altura en esta capital, como así lo demuestra la variada y escogida colección de aves, peces y animales de todas clases que por sí propio ha disecado con gran pericia, expuestos artísticamente en su gabinete,  desde la ave americana más delicada y rara hasta las africanas  casi desconocidas.

Además el señor Darder tiene un  espaciosísimo taller y locales  destinados para conservar vivos los ejemplares que luego en época oportuna ha de disecar, como asimismo otro para curar caballos, perros, etc., de toda clase de enfermedades, tumores,  etc."

El periódico La Publicidad cifraba en unos mil los ejemplares expuestos en aquel gabinete, ahora a pie de calle. No sabemos si fue allí, en el recién estrenado local de la Ronda de Sant Pau, o bien en el piso de la calle Mendizábal, donde lo retrató en 1882 el pintor Victorià Codina Länglin, hermano del químico y farmacéutico Ramón Codina Länglin, amigo de Darder y uno de los principales anunciantes de su revista. Se desconoce dónde puede encontrarse el óleo en la actualidad, pero nos ha llegado una imagen gracias a la fotografía que de él hizo el fotógrafo Rafael Areñas, asimismo anunciante en El Zookeryx. Es la única imagen que disponemos del Darder taxidermista, que posa de pie, con bata blanca y rodeado de animales disecados, aves pendiendo del techo y una alfombra de oso polar en el suelo. Me arriesgo a columbrar que Länglin pintó al taxidermista en la calle Mendizábal.

Francesc Darder siempre se sirvió de la prensa en su afán por conseguir publicidad. En contadas ocasiones llegó a encargar la inserción de anuncios pagados. Frecuentemente comunicaba a los periódicos algunos hechos o circunstancias, en realidad pseudoacontecimientos, que se convertían en noticia si conseguía que vieran la luz. Un ejemplo lo tenemos en el texto que se podía leer en La Vanguardia el 16 de febrero de 1883:

"El domingo último fue pescado en aguas de Badalona un delfín enorme, de una magnitud como no se recuerda haber cogido otro. Mide de largo más de diez y seis palmos y pesó sobre treinta y seis arrobas.

Tan raro ejemplar lo ha adquirido nuestro paisano el conocido veterinario señor Darder, quien lo está disecando para figurar en su ya notabilísimo gabinete de historia natural, que de día en día viene enriqueciéndolo más y más su activo e inteligente propietario.

El citado delfín, cuidadosa y completamente disecado, será expuesto gratis al público el domingo próximo en el mismo local del museo del señor Darder."

Más ejemplos los tenemos en marzo de 1883, cuando la prensa se hace eco de la donación de una "gran tortuga" al Museo Martorell. Días antes el Museo, que con el paso de los años se convertiría en un buen cliente de Darder, le había comprado veintidós vertebrados disecados. En mayo de 1884 La Vanguardia trasladaba a sus lectores la noticia de que "el conocido naturalista don Francisco de A. Darder ha regalado un precioso ejemplar de zorra, que llamará la atención" a la Asociación de Excursiones Catalana, con destino a su museo recién inaugurado en Badalona. El 10 de diciembre de 1884 el mismo diario daba cuenta de que el Ayuntamiento de Barcelona "acordó que con destino al Museo Martorell  se adquieran  por  el  precio  de 8.500 pesetas los ejemplares que componen la colección zoológica de don Francisco Darder". Dos días después, también La Vanguardia publicaba el siguiente texto:

“Durante las próximas ferias de Santo Tomás, don Francisco de A. Darder permitirá al público la entrada libre a su gabinete de Historia Natural, situado en la calle Mendizábal, núm. 19, bajos, y el cual ha sido considerablemente aumentado con ejemplares procedentes de lejanos países y notabilísimos por su rareza.

El Museo estará únicamente abierto durante los días que duren las ferias, desde las dos de la tarde a las siete de la noche, permitiéndose la entrada libre al gran salón de Historia Natural. A las secciones reservadas, para evitar el barullo, entrarán sólo las personas que adquieran el catálogo de la casa o bien se provean dentro de esta semana de la correspondiente tarjeta de invitación que se facilitará a todo el que la pida con tal de que sea mayor de edad.”

El establecimiento de Taxidermia había cambiado de ubicación. Ahora se conocía como el Gabinete de Historia Natural de Darder y, efectivamente, se había trasladado a los bajos del número 19 de la calle Mendizábal justo enfrente en donde hasta hacía algo más de dos años había tenido en un piso ese mismo negocio. En las secciones reservadas se mostraban modelos sobre el proceso de algunas enfermedades venéreas, el desarrollo del feto humano durante la gestación, o esqueletos o cráneos humanos. En 1883 Darder había comenzado a ofrecer sus servicios de embalsamamiento de cadáveres humanos. El precio variaba entre 500 y 1.000 pesetas y en sus anuncios se insertaba el siguiente texto:

 "La sencillez de este procedimiento permite que pueda verificarse en el corto espacio de 40 minutos en el mismo lecho mortuorio y sin necesidad de despojar al cadáver de sus vestidos.

Consiste la operación completa, en la pequeña abertura de una arteria por la cual se inyectan de dos a cuatro litros de un líquido conservador, sin que el cadáver sufra mutilación, ni su forma y volumen se alteran en lo más mínimo, manteniendo la animación indeleble de los rasgos fisonómicos."

El sencillo procedimiento que Darder pregonaba y ofrecía como si de una invención propia se tratara, posiblemente lo descubriera en uno de sus frecuentes viajes a París. Tras algunos años de experimentación, en 1837 el farmacéutico Jean-Nicolas Gannal (1791-1852) había patentado un método de embalsamiento humano, que se popularizó mundialmente, y que consistía en la inyección a través de la arteria carótida, a la que se llegaba practicando un pequeño corte de unos cinco centímetros, y sin drenar la sangre, de una solución de acetato y sulfato de aluminio. El método Gannal se propondría también para la conservación de mamíferos y aves e incluso se incluyó en algun tratado de Taxidermia. Darder comprobaba personalmente, durante periódicas visitas anuales al cementerio de Montjuic, el estado de conservación de los cadáveres que había embalsamado y, cómo no, comunicaba a la prensa el excelente resultado de exámenes.

La Vanguardia el 18 de noviembre de 1885 nos informa de la penúltima mudanza:

"Hace algunos días llama extraordinariamente la atención del público un hermoso ejemplar disecado de Tamanuar (Myrmecophaga jubata. Lin.), expuesto en los escaparates del establecimiento que posee en la calle de Jaime I, número 11, el naturalista señor Darder. Mide dos metros de longitud, incluso su abundante cola y procede del Paraguay, en cuyo país se le conoce con los nombres de Yoquoin ó Yogoüé".

El texto proseguía describiendo las costumbres y características del Oso hormiguero gigante, conocido en francés como Tamanoir. En enero de 1886 Darder inicia la publicación de El Naturalista, una nueva revista, de periodicidad primero quincenal y más tarde mensual, que tenía el mismo objetivo propagandístico que la anterior, prestigiar a su propietario y generar confianza a su clientela. Buena parte de su contenido, algunos textos y numerosos grabados, reproducían los ya publicados en El Zookeryx. La redacción y administración se ubicaba en los bajos del número 11 de la calle Jaume I, en el barrio gótico, justo donde había trasladado su negocio de Taxidermia, que ahora se llamaba Casa Darder. Entre las nuevas distinciones que Darder añadía a su historial se encontraban el título de bachiller en Artes y una mención honorífica de la Sociedad de Aclimatación de Turín, y entre los propósitos para su nuevo periódico su propietario escribía: 

"Tendrán también cabida en él, variados artículos sobre taxidermia, micografía, preparación de insectos y de plantas y cuantos conocimientos prácticos necesite el naturalista. 

Anunciaremos en la propia Revista los ejemplares disecados que en nuestro GABINETE tenemos en venta, expresando sus precios y cualidades, como asimismo el material de enseñanza de Historia Natural, Zootecnia y Agricultura. 

En el primer número además de treinta y dos reptiles disecados se ofrecía en venta la colección de las populares láminas editadas por Deyrolle. Figuraban además como representantes de El Naturalista en París los hermanos Dreyfus, comerciantes también de objetos de Historia Natural. En la contraportada de aquella primera entrega en un anuncio del propio Darder se afirmaba que la suya era la única casa en España "proveedora de las principales Universidades, Colegios y Academias de Medicina, Institutos de segunda enseñanza, Museos antropológicos y Gabinetes de Historia Natural". Publicaba además, en aquel número, la oferta para institutos y colegios de una colección zoológica de 50 ejemplares a un precio entre 800 y 1.200 reales. También cabezas disecadas "para gabinetes de cazadores", jabón arsénico al Bécoeur "a 6 pesetas el kilo", "pies torneados para pájaros disecados de todos los tamaños", y "ojos artificiales de cristal para aves, cuadrúpedos, peces y reptiles".

Sus primeros anuncios en El Naturalista

A mediados de febrero de 1886 Darder ofrecía en El Naturalista, entre otros, "una momia peruana perfectamente conservada" a 50 duros, y "una momia mejicana" al mismo precio. En ocasiones, cuando se aprestaba a viajar a la capital francesa, Darder ofrecía a sus lectores algunas piezas de los catálogos de sus proveedores, como cuando se disponía a hacerlo en abril de 1886 y poco más de un mes antes publicaba en El Naturalista un anuncio que encabezaba con un "De París nos ofrecen los animales disecados que a continuación indicamos. Si alguno de los ejemplares conviene a nuestros abonados, desde luego nos prestamos a servirles de intermediarios para la compra, en la inteligencia que no responderemos ni de la duración ni del modelados de las piezas". Entre estas se contaban dos tigres reales de Bengala y una jirafa a 1.200 francos cada uno, o un oso blanco "un poco amarillento" por 950 francos. Y añadía que, "sobre los precios fijados ha de añadirse un 25 o 30 % que según cálculo importarán los gastos de giro, embalaje, transporte, etc.". Entre las existencias que Darder disponía en su tienda aquel mes de febrero se encontraban un "esqueleto de caballo, de grande alzada, huesos muy blancos y admirablemente montado" a 400 pesetas, un tigre real de bengala por 750, o una "girafa muy bien modelada" por 800 pesetas. Dos semanas más tarde ofertaba, entre otros especímenes, un leopardo por 200 pesetas, o un león joven y un ornitorrinco a 100 pesetas cada uno. Para que sirva de referencia, los precios de algunos animales autóctonos disecados era de 30 pesetas un zorro, 300 pesetas un jabalí o 10 pesetas por una perdiz roja.

El Naturalista se convertía en ocasiones en un amplio catálogo de los objetos que vendía. Como ejemplo la entrega del 5 de junio de 1886 dedicaba cuatro páginas, media revista, a relacionar los especímenes disecados o esqueletos montados que tenía disponibles, un buen número exóticos y posiblemente recién traídos consigo de París. En septiembre El Naturalista nos descubría un nuevo negocio, además de coronas fúnebres, anunciaba la venta de osteología humana: esqueletos desarticulados de 100 a 200 pesetas, articulados de 130 a 200 pesetas, cabezas enteras de 10 a 50 pesetas, huesos sueltos o esqueletos de fetos. Darder había iniciado un camino algo más tenebroso en 1883 ofreciendo sus servicios de embalsamamiento de cadáveres y albergando en su tienda una sección reservada; ahora, en 1886, comenzaba a comercializar huesos humanos; y en breve, como veremos, proseguiría el camino más sombrío, con la adquisición de algunas piezas con las que conviviría hasta el final de sus días. Aquel mes de septiembre viajó de nuevo a París.

El 12 de febrero de 1887 Darder depositó en el Museo Martorell un buen número de objetos de Historia Natural, posiblemente la mayoría también adquiridos a la viuda de Verreaux en su reciente viaje a Francia. Darder los dejó temporalmente en depósito en el Museo municipal con la intención de que fueran expuestos y vendidos si alguien llegaba a interesarse por ellos, y también para rellenar las salas medio vacías del nuevo museo. Entre centenares de especímenes había un elefante disecado que se podía comprar por 2.500 pesetas, una jirafa y un tigre por 1.000 pesetas cada uno, un puma por 300, un leopardo por 250 o una boa por 150 pesetas. También se pusieron en venta restos humanos, como tres momias a 1.000 pesetas cada una, 45 "cabezas amomiadas" a 50 pesetas la unidad, un esqueleto humano a 250, cráneos, "una cabeza de asesino" a 15 pesetas, "una cabeza de niño negro bajo globo", 10, o "1 betjuana" el objeto más caro de todos, que se vendía por 7.500 pesetas. Precisamente este hombre bosquimano de etnia tsuana disecado, conocido décadas después con el sobrenombre de el negro de Banyoles, protagonizaría un lamentable episodio justo un siglo más tarde. Darder retiraría aquel depósito al cabo de un año, el 6 de febrero de 1888. Hacía pocos meses que había renovado su tienda y tenía en mente un nuevo proyecto coincidiendo con la Exposición Universal de Barcelona que se inauguraría semanas después.

Ciertamente, en noviembre de 1887 Darder anunciaba en El Naturalista que el 1 de octubre había "un grandioso edificio destinado a exposición permanente" de los artículos de Historia Natural, Anatomía, Antropología y embalsamamiento. No daba más detalles de su ubicación, aunque suponemos que, como hemos avanzado, debió de tratarse de una renovación o ampliación de su Casa Darder de la calle Jaume I. En enero de 1888 Darder anunciaba en El Naturalista su proyecto: "Durante el período de la próxima Exposición Universal, se exhibirá al público un gran Museo de Historia Natural, de Anatomía comparada y de Antropología en un espacioso local del Paseo de Gracia. Con dicho  objeto el Director de este periódico D. Francisco A. Darder, puesto de acuerdo con el propietario de los teatros del Tivoli y Novedades, D. Ignacio Elías trata de construir un elegante pabellón en donde estará de manifiesto la colección indicada, que, por su gran diversidad y  considerable número de ejemplares, habrá de cautivar la atención de propios y extraños."

La primicia también la publicó La Vanguardia, casi con idéntico texto. El 11 de marzo de 1888 el diario La Dinastía trasladaba a sus lectores la evolución del museo del Paseo de Gracia:

"La construcción del pabellón destinado a contener el Museo de Historia Natural organizado por el naturalista don Francisco de A. Darder y don Ignacio Elías, toca ya a su término. Consta de dos grandiosas secciones; la primera de las cuales cuya longitud es de 15 metros por 10 de anchura, contendrá los Mamíferos, las Aves, los Reptiles, los Anfibios y los Peces. En la segunda, que mide aproximadamente el mismo espacio, se instalarán las colecciones de animales articulados, los moluscos, minerales, rocas fósiles, etc.; los ejemplares de Anatomía comparada, en la que figuran diversos esqueletos de búfalos, y otros grandes rumiantes, de solípedos, cuadrumanos, aves y peces. La sección de Antropología, Etnología y Frenología, comprenderá cráneos de razas humanas, momias, cabezas momificadas y la notable preparación, única en el mundo, del Betjuanas, cafre del África meridional. También se habilitará otro local para Gabinete reservado, en el cual se instalará multitud de piezas en cera y naturales de Anatomia normal y patológica. En el vestíbulo que precede a las mencionadas secciones se exhibirán numerosos objetos de arte, confeccionados con animales disecados. La entrada a los locales será por el Paseo de Gracia y en el punto que da acceso actualmente a los billares del café de Novedades, en cuyo sitio se construirá una elegante fachada."

La Exposición de Barcelona se inauguró el 8 de abril y poco más de un mes después, el 16 de mayo de 1888, La Vanguardia anunciaba que "Mañana, jueves, se verificará la apertura del Gran Museo de Historia Natural, de anatomía comparada, etnología, antropología, instalado en el Paseo de Gracia, junto el café de Novedades, bajo la dirección de don Francisco de A. Darder y Llimona, médico-veterinario y naturalista". Darder editó para la ocasión un catálogo ilustrado de ciento doce páginas. El mismo periódico publicaba el 5 de junio de 1888: "Es muy visitado el Museo de Historia Natural, que el naturalista don Francisco de A. Darder ha expuesto en el paseo de Gracia junto al salón de billares del Teatro de Novedades, llamando la atención del público la colección de mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces, el elefante, girafa, leones, tigres, carabao, jabalí y otros". El mismo día La Dinastía añadía que "indudablemente era uno de los más completos en su clase que se han exhibido en esta capital". Darder anunciaría dos días más tarde que "los señores Directores de los colegios de 1.ª y 2.ª enseñanza, así como los de las escuelas públicas y casas de Beneficencia de esta capital" podían visitarlo gratuitamente "acompañando a sus alumnos" todos los jueves de tres a seis de la tarde.

Darder formó parte de la comisión organizadora del Congreso Internacional de Ciencias Naturales que se celebró en Barcelona en septiembre de 1888, coincidiendo con la Exposición Universal. Esta se clausuró el 9 de diciembre. En febrero de 1889 Darder se disculpaba ante sus lectores por no haber publicado El Naturalista durante casi un año debido, decía, "a consecuencia de su quebrantada salud". En esta fecha la revista tenía ya su administración en el número 125 de la Vía Diagonal. Acerca de esa nueva sede, una nota en la revista decía: 

"Todos los días festivos, de 10 a 12 de la mañana, se permitirá al público visitar el MUSEO DARDER instalado en la Vía Diagonal, 125, (entre el Paseo de Gracia y terminación de la Rambla de Cataluña). Como no ignoran la mayor parte de nuestros lectores, constituye dicho Museo colecciones de Historia Natural y riquísimos ejemplares de Antropología. Además, desde el mes próximo funcionarán los aparatos de incubación artificial, coincidiendo los nacimientos con los días de exhibición pública."

El nuevo Museo Darder de la Gran Vía Diagonal, que por entonces se había rebautizado como Avenida de Argüelles, reunía bajo un mismo techo todos los negocios de Darder. Además de albergar la consulta veterinaria se vendían animales tanto vivos como disecados, cráneos, esqueletos, incubadoras, bebederos y comederos, microscopios, termómetros, ovóscopos, libros, ungüentos y pociones, insecticida, cuadros para decorar, material de Taxidermia y Entomología, etc. También contenía los objetos que se habían expuesto durante la Exposición Universal en el pabellón del Paseo de Gracia.

En abril de 1889 Darder publicaba en El Naturalista un anuncio de media página donde se ofrecía para comprar "animales de todas las especies, vivos o muertos, para disecar". Estaba dispuesto a adquirirlos "vivos, recién muertos, conservados en alcohol o pieles secas", y los tasaba. Algunos ejemplos: por los corzos o las cabras montesas pagaba de 60 a 100 reales, por los osos de 60 a 200 reales, o por los jabalíes de 100 a 200 reales. Darder advertía sobre qué condiciones mínimas debían reunir las piezas y su modo de conservación, y anunciaba que "el Museo" se haría cargo de los gastos de transporte. Además ofrecía enviar gratis el catálogo a los profesores de Ciencias Naturales de universidades e institutos. En julio de 1889 El Naturalista anunciaba el "acostumbrado viaje al extranjero del mes de agosto" de su propietario. Entre el 2 y el 8 de septiembre aprovechó para asistir en París a un congreso internacional de veterinarios. El periódico La Vanguardia también se hizo eco del viaje y de su propósito.

A finales de enero de 1890, Darder iniciaba en El Naturalista la publicación de lo que parecía había de ser un tratado de  Taxidermia por entregas. A una definición breve de lo que era la Taxidermia, se añadía una relación de las herramientas que se precisaban y  facilitaba la fórmula del jabón arsenical de Bécoeur, puesto que era el único preservativo, afirmaba, que "basándose en su larga práctica" le inspiraba confianza. El siguiente capítulo se publicó en el número de finales de marzo de 1890 y en él se detallaban las fórmulas de los baños curtientes para pieles de mamíferos: la más conocida de alumbre, sal marina y agua;  otra a base de corteza de encina, alumbre pulverizado y agua; y una tercera, mezcla de sal, alumbre, nitrato potásico y agua. A continuación advertía acerca de la necesidad de estar surtido de ojos artificiales "ya que de ello depende la vida del ejemplar en preparación", y se ofrecía a sus  lectores como proveedor, tanto de ojos de cristal como de peanas de madera torneada para aves. El presunto tratado de Taxidermia quedaría interrumpido aquí. No hubo más entregas. Este par de textos nos son, en el caso de Darder, de cierta utilidad puesto que permiten conocer algunas de las fórmulas que debió emplear como disecador. No escribió nada, en cambio, en lo referente a su método de desollado y a los materiales de relleno que empleó. Las piezas disecadas por él, no obstante, permiten comprobar que se desollaron ordinariamente y que se montaron con cuerpo ficticio, de acuerdo con los usos de la época.

En El Naturalista de finales de marzo de 1890 se refería a la nueva sede de la Vía Diagonal, que ya hacía un año alojaba la redacción de la revista. Lo hacía con el siguiente texto:

"MUSEO DARDER Vía Diagonal, 125 - Gracia (Barcelona)

Publicamos en el presente número el grabado del edificio construido bajo la dirección del distinguido arquitecto don Juan Feu y Puig que, dedicado a la práctica de las ciencias naturales, acaba de terminarse, y el retrato de su propietario D. Francisco de A. Darder, impulsado por el vivo deseo de que nuestros abonados de fuera de Barcelona puedan tomar juicio acerca de la importancia que realmente tiene la naciente y nueva industria que dicho naturalista ha introducido con unos bríos y vuelos desconocidos hasta ahora en nuestro país. Los sacrificios que se ha impuesto el Sr. Darder para llevar a feliz término su acariciada y útil empresa y el trabajo material que representan las numerosas colecciones que contiene el edificio, sólo pueden apreciarse visitando este detenidamente y recorriendo las secciones respectivas de Zoología, Anatomia Comparada y Antropología.

Para mayor atractivo del establecimiento, se había propuesto el propietario plantear en su grandioso jardín la cría y multiplicación de las aves de corral, pero desgraciadamente, ha tenido que desistir de tan excelente pensamiento, a causa de los frecuentes asaltos y saqueos que experimentan los palomares, gallineros y jardines de los pueblos inmediatos a la capital, constituyendo la presencia de las aves en dichos puntos un poderoso aliciente para excitar la rapacidad de un enjambre de visitantes nocturnos aficionados nutrirse y a prosperar a expensas del prójimo."

El escrito anterior se acompañaba ciertamente de una fotografía del edificio y de retrato del "director y propietario del museo que lleva su nombre", que es el que encabeza este artículo. En enero de 1891 Darder publicaba un anuncio en su revista ofreciendo empleo a disecadores. Se desconoce qué proporción alcanzó la plantilla de taxidermistas que trabajaron para Darder, que probadamente ya ofrecía sus servicios de disecado de animales en julio de 1878 en aquel piso de la calle Mendizábal, número 20. Lo cierto es que, a partir de entonces, en menos de once años se sucederían cuatro mudanzas y una ampliación del negocio, y que aquel trasiego debió verse acompañado, además, de la contratación de empleados que dieran abasto con el incremento de trabajo. Me atrevo a especular además que, con varios negocios en marcha de forma simultánea a los que atender, quizá Darder practicó poco la Taxidermia, acaso sólo en sus primeros años, entre 18 y 1885 por poner alguna fecha. En marzo de 1888 El Naturalista reseñaba que Mariano Masferrer, uno de los exempleados de Darder, había sido nombrado por el  Ayuntamiento para el puesto de "disecador del Museo Martorell, con un mísero sueldo de ocho duros mensuales que Darder criticaba. Y añadía: "Por si no lo sabían nuestros lectores, el Ayuntamiento nos ha enseñado que andan por el mundo "disecadores teóricos". Verdaderamente abundan más estos que aquellos" Darder venía trabajando para el Museo a precio convenido desde enero de 1883, y lo curioso es que, a pesar de contar a partir de ahora con un taxidermista municipal, Darder continuaría recibiendo encargos del Museo hasta bastantes años más tarde, como ocurrió por ejemplo en 1895 con un ciervo filipino. Darder era, además, quien proveía de ojos artificiales al disecador del Martorell.

De todos los que tuvo, posiblemente, el empleado más reconocido de Francesc Darder fuera Lluís Soler Pujol (1871-1923), que en el prólogo de su Manual de Taxidermia (1908) escribía:

"Por lo que a mí se refiere, puedo afirmar, desde luego, que joven todavía comencé a dedicarme a las labores taxidérmicas, luchando con la gravísima dificultad de carecer por completo de todo elemento que pudiera orientarme en el cultivo de lo que eran entonces meras aficiones, ya que no tenía a mi alcance una persona a quien consultar mis primeros pasos, ni un tratado donde poder ilustrarme; de suerte que anduve vacilante e inexperto hasta tanto que logré ser admitido en los talleres de un distinguido naturalista de esta capital, de donde salí algunos años después, cuando aquel puso fin a su comercio, para ejercer la profesión en cuyo desempeño han venido favoreciéndome diferentes corporaciones y sociedades de toda la Península, juntamente con gran número de familias de la sociedad barcelonesa que han confiado a mis modestos trabajos la disecación de ejemplares, formación de colecciones anatómicas, zoológicas, etc., etc. 

En la nota al pie Soler aclaraba que se trataba de "Mi particular amigo, D. Francisco de A. Darder, Director de la Colección Zoológica del Parque de Barcelona". Lo cierto es que Lluís Soler se estableció por su cuenta en 1889 en las calles Raurich y Heures, justo cuando Darder había recién inaugurado su edificio de Vía Diagonal y, por lo tanto, bastantes años antes de que este "pusiera fin a su comercio". Soler, que orientó su negocio a imitación del de Darder, se convirtió pues en competidor, durante bastante más de dos décadas, de su ilustre maestro y "particular amigo".

En la revista El Naturalista: revista ilustrada: historia natural, zootecnia, agricultura, sport: del 1 de marzo de 1889 aparecía el catálogo de animales disecado del Museo Darder, con domicilio en el número 125 de la Vía Diagonal de Gracia (Barcelona)

En 1890 Francesc Darder publicó Manual práctico de veterinaria doméstica, un libro recopilatorio interesante puesto que se le anexaron los catorce catálogos -unas 150 páginas- con la totalidad de los productos que en aquellos momentos se ofrecían en su Museo Darder. A finales de diciembre de 1891  dejó de publicar  El Naturalista. En marzo de 1892 Darder sería nombrado presidente de la Sociedad Española de Agricultura, cargo que desempeñó hasta enero de 1893, fecha en que fue sustituido por su cliente, amigo y protector Martí-Codolar. Precisamente durante aquel periodo Darder gestionó la compra de la colección zoológica de Lluís Martí-Codolar por Ayuntamiento de Barcelona, que la ubicó en el Parque de la Ciutadella, en los terrenos que había ocupado la Exposición Universal. Entre aquellos primeros inquilinos se encontraba Baby, la elefante que, a pesar de tratarse de una hembra, sería conocida por los barceloneses como l'Avi-el Abuelo, además de camellos, osos, cuatro parejas de leones, monos y antílopes. Darder concebía el nuevo zoo municipal como un espacio para aclimatar especies animales industrialmente productivos y para mostrar a la ciudadanía las especies exóticas.

Darder no daba puntada sin hilo. En junio de 1892 la Comisión de Museos y Exposiciones Artísticas del Ayuntamiento de Barcelona le nombra "encargado general de la instalación y conservación del parque zoológico municipal, con carácter honorífico y gratuito" por un periodo de seis meses. Darder era miembro de la Junta de Museos de Ciencias Naturales y Jardines Zoológico y Botánico de dicha comisión municipal. El Zoo se inauguró en septiembre. Justo al concluir su semestre como encargado general, el 8 de diciembre de 1892 La Vanguardia publicaba: "La dimisión presentada por el naturalista don Francisco de A. Darder, de su cargo de director del Parque zoológico de esta ciudad, la motiva dicho señor en terminar el 9 del actual el compromiso que contrajo con el Ayuntamiento de desempeñar aquel cargo honorífica y gratuitamente, y en no ser conveniente a sus intereses, el ejercerlo en tales condiciones. Seis días más tarde el diario daba cuenta de que Darder sería propuesto para el cargo de director del Parque Zoológico "asignándole en concepto de indemnización 2.000 pesetas anuales". El tipógrafo y entonces alcalde de la ciudad Manuel Henrich Girona, vecino y amigo de Darder -imprimía sus libros y revistas-, intervino personalmente para que "se le regularizara el sueldo". Durante el otoño y el invierno de 1892 Darder publicaría en La Vanguardia una serie de artículos divulgativos sobre el Parque Zoológico de Barcelona y los animales que contenía. En junio de 1893 le fue renovado el cargo de director del Zoo, puesto que conservaría hasta poco antes de su muerte, compaginándolo con la cátedra de Zoología en la Escuela Superior de Agricultura.

En las elecciones municipales de mayo de 1895 Francesc Darder fue elegido concejal de la villa de Gracia por el partido conservador. Su preocupación por la política venía de largo. En junio de 1880 ya aparecía como firmante del Manifiesto del Partido Democrático-Progresista que publicó el periódico madrileño El Demócrata. Además durante toda su vida se relacionó Darder con miembros de la clase pudiente de la ciudad, sobre todo en su condición de veterinario, atendiendo caballos, su especialidad, y proveyendo de material zootécnico a los industriales. Parte de su éxito se debió a sus vínculos personales. En julio de 1895 también fue elegido miembro de la junta de la sección de Literatura y Bellas Artes del recién creado Ateneo Graciense. En febrero de 1897 fue nombrado> vocal de la junta directiva de la Asociación de Propietarios del Ensanche de Barcelona.

La Dinastía del 30 de noviembre de 1898 daba una curiosa noticia: "En  los ejemplares existentes en el Parque zoológico han aparecido unas pulgas, de género desconocido en esta región. El director señor Darder las ha recogido y coleccionado proponiéndose exhibirlas en el Museo que se inaugurará durante las fiestas de Santo Tomás" El museo a que se refería el texto no era otro que el Museo Zootécnico, una exposición con secciones de zootecnia y producción animal que se inauguró en 1899 en la sección marítima del Zoo, aprovechando tanto el abandonado Pabellón de Construcciones Navales como reutilizando los materiales residuales de la Exposición Universal. No hacía mucho a Darder se le había concedido la explotación del nuevo matadero municipal de Sant Andreu de Palomar, pueblo entonces recién anexionado a Barcelona y actualmente núcleo antiguo del actual barrio de Sant Andreu. El 20 de diciembre de 1903 el mismo periódico anunciaba que:

"Durante las próximas fiestas de Navidad será pública la entrada al Gabinete de Anatomía comparada y Antropología, anexo al Museo Zootécnico de la sección marítima del Parque, de diez a doce de la mañana y de tres a cinco de la tarde. En dicho gabinete se exhiben cráneos de todas las razas humanas y especies de animales; pieles de hombres salvajes; momias de Egipto, Amon y peruanas; esqueletos de diversos animales; preparaciones anatómicas naturales y artificiales; colecciones frenológicas, etc., etc."

En 1910 Darder instauró en Banyoles, Girona, ciudad donde veraneó durante sus últimos años, la Festa del Peix, con el propósito de repoblar el lago. El éxito de su iniciativa propició que Banyoles le distinguiera con el título de hijo adoptivo, y que casi de inmediato otras poblaciones catalanas también establecieran sus respectivas Fiestas del Pez.

El Anuario del Comercio de los años 1904, 1909 y 1911, además del domicilio de Darder de la Vía Diagonal, añadía otro en la calle Hospital, 85, principal, muy cercano a la calle Mendizábal donde había tenido sus negocios. Realmente la gestión de la empresa, desde su nombramiento como director del Zoo, la llevaba su hermano Antoni Darder Llimona (1858-1917), veterinario municipal, que en 1916 presidiría el Colegio de Veterinarios de Barcelona.

Francesc Darder cerró su establecimiento de la Vía Diagonal en 1915 y donó todo su contenido, mobiliario incluido, a Banyoles, ciudad donde veraneó los últimos años de su vida, que fundaría el Museo Municipal Darder de Historia Natural, ubicado en el edificio de la antigua escuela municipal, en la plaza dels Estudis número 2, donde todavía hoy permanece, inaugurándose el 22 de octubre de 1916.

Aspecto del negro en 1977.

Apenas un año después, a finales de 1917, Francesc Darder empeoró de "una larga enfermedad". Su hijo Jeroni Darder Rodés le sustituyó provisionalmente como director del Zoo. El diario La Vanguardia del 6 de abril de 1918 avanzaba la noticia: "Se halla enfermo de suma gravedad el director del Parque Zoológico municipal y profesor de la Escuela Superior de Agricultura, don Francisco de A. Darder". Tres días más tarde daba cuenta del fatal desenlace: "Víctima de una cruel y larga dolencia, ha fallecido en esta capital uno de los hombres de ciencia más prestigiosos, el ilustre naturalista don Francisco de A. Darder y Llimona". La nota necrológica contenía una breve biografía y finalizaba así: "Últimamente desempeñaba una cátedra en la Escuela Superior de Agricultura. La muerte del señor Darder causará general sentimiento en Barcelona pues además de considerársele como hombre de ciencia y de cultura grande, era de trato caballeroso y afable y estaba relacionado con cuanto significa y vale en la capital."

Según qué fuentes consultemos, el veterinario falleció a causa de la mordedura de una serpiente del Parque, o bien de una manera menos épica, afectado de gota. Incluso llegó a circular la versión popular de que fue mordido por un león. Como prueba de su popularidad se suele contar que durante sus últimos días multitud de ciudadanos se acercaban al domicilio de Darder para interesarse sobre su estado, y que uno de sus hijos redactaba y depositaba a diario en la portería de su casa un parte de enfermedad para que los vecinos siguieran su evolución.

Èdouard y Jules Verreaux

El diorama Correo árabe atacado por leones fue creado por los taxidermistas franceses Èdouard y Jules Verreaux para la Exposición Internacional de París de 1867. Gozó de tanta popularidad que el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York lo adquirió en 1869 y lo exhibió durante décadas. El diorama también se expuso en la Exposición del Centenario de 1876 en Filadelfia. En 1898, el Museo Americano  de Historia Natural se lo vendió Andrew Carnegie por 50 dólares para pasar a formar parte del Carnegie Museum of Art, llamado en aquel entonces Department of Fine Arts, del Instituto Carnegie. El museo se ubicaba en lo que hoy es la sede principal de la Biblioteca Carnegie de Pittsburgh. 

En 2017, una radiografía del diorama que por aquel entonces ya se denominaba León atacando a un dromedario, reveló que el rostro del mensajero fue creado usando un cráneo y una mandíbula humanos reales, lo que desencadenó un debate ético sobre el consentimiento, el colonialismo y los métodos de exhibición de restos humanos. El diorama, que muestra a dos leones de Berbería atacando a un mensajero norteafricano montado en un camello, fue retirado en 2020. A mediados del siglo XIX no era insólito el uso de restos humanos en las recreaciones de los museos y exposiciones. El diorama es un ejemplo de arte orientalista, popular durante el siglo XIX , que ofreció al público occidental escenas escabrosas de lugares exóticos. Francia poseía extensas posesiones coloniales en el norte de África, donde se ambienta el diorama. 

Era de todos conocido que Èdouard y Jules Verreaux más de una vez habían profanado alguna tumba de indígenas para usar sus cuerpos en sus creaciones de taxidermia. En 1831 Jules Verreaux presenció el entierro de un guerrero setsuana en el interior de África, a unos días de viaje al norte de Ciudad del Cabo, y luego regresó por la noche, no sin peligro para su propia vida, para desenterrar el cuerpo y robar la piel, el cráneo y algunos huesos. Con la ayuda de alambre metálico a modo de columna vertebral, tablas de madera como omóplatos y relleno de periódicos, Verreaux preparó y conservó las partes robadas del cuerpo. Recibió similar tratamiento que el reservado a elefantes, rinocerontes, leones y otros animales con que abastecían el mercado europeo, deseoso de especies exóticas. Luego lo envió a París, junto con un lote de animales disecados en cajas. En 1831, el cuerpo del africano apareció en una sala de exposición en el número 3 de la calle Saint Fiacre.

En una reseña, el periódico Le Constitutionnel elogió la valentía de Jules Verreaux, quien debió enfrentarse a peligros entre nativos tan salvajes como negros. Este artículo causó gran impacto, y el individuo del pueblo bechuana atrajo más atención que las jirafas, las hienas o los avestruces. Era pequeño, de piel negra y tenía la cabeza cubierta de pelo lanoso y encrespado. Durante años fue una pieza de las muchas que los hermanos Verreaux llevaban a todas las ferias. 

Más de medio siglo después, el Bechuana apareció en la Exposición Universal de Barcelona de 1888. El veterinario Francisco Darder le presentó en un catálogo como El Betchuanas, con un dibujo que lo mostraba ataviado con galas de rafia y sosteniendo una lanza y un escudo.

Illustrations de L'Océanie en estampes ou Description géographique et historique de toutes les îles du Grand Océan et du continent de la Nouvelle Hollande, Notasie, Polynésie, Australie. Jules y Edouard Verreaux, aut. del texto. Nepveu (Paris) C. Tilt (London) 1832

Histoire naturelle des oiseaux-mouches ou colibris constituant la famille des Trochilidés, Tome 1 / par É. Mulsant,... et feu Édouard Verreaux... 1874










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