viernes, 15 de agosto de 2025

El atentado contra el general Varela

El adelantado, 17 de agosto de 1942

En memoria de dos pilotos alemanes caídos en nuestra Cruzada

Jerez de la Frontera, 16. — Con motivo de cumplirse el sexto aniversario de la muerte de los pilotos alemanes Hubert Zech y Helmut Schulze, caídos en nuestra Cruzada de liberación, se ha celebrado hoy en el Ayuntamiento un homenaje de recuerdo a dichos aviadores. Ante la lápida colocada en el patio del Ayuntamiento, y en la que figuraban grabados sus nombres, fueron ofrendadas dos coronas de laurel, una de ellas por el Consulado alemán y la otra por el Ayuntamiento. Al sencillo acto, que revistió extraordinaria solemnidad, asistieron las autoridades, jerarquías del Partido y una representación del Consulado de Alemania.

EL TERCIO DE BEGOÑA celebra un acto presidido por el General Varela y el señor Iturmendi

Bilbao, 17. — Los requetés pertenecientes al tercio de Nuestra Señora de Begoña celebraron ayer la fecha del aniversario con una misa en sufragio de los caídos. Presidieron el ministro del Ejército y el subsecretario de la Gobernación, Sr. Iturmendi. Asistieron además las autoridades de Vizcaya y público, que llegaba a cinco mil personas. Al final se rezó un responso. — Logos.  
 

El suceso se produjo durante un acto carlista frente al Santuario de Begoña 

El Diario Palentino, 17 de agosto de 1942

España y la guerra mundial

Por RAMON SERRANO SUÑER

La revista berlinesa «Wille und Macht», órgano de las Juventudes hitlerianas, ha publicado el siguiente artículo de nuestro Ministro de Asuntos Exteriores:

En la guerra actual no caben espectadores ociosos. Ya no hay pueblo alguno con personalidad histórica al que sea indiferente el resultado de esta contienda. Consideraciones especiales, pero nunca la indiferencia, son causa de que algunos se mantengan en estado de “no beligerancia”. Y es que esta guerra, que pesa sobre Alemania, no puede ser considerada como una guerra de Alemania. No es una lucha que gire solamente alrededor del propio destino de un país. En torno a ese destino nacional en pleito, parece que se despiertan y convocan los demás pueblos para afrontar en común la gran decisión. Por muy grande y dramático que pueda resultar el espectáculo de un pueblo que lucha por su derecho, sería incomprensible que por este sólo motivo todos los demás se considerasen igualmente aludidos. Es que no estamos hoy ante la “revisión” del Tratado de Versalles. No se lucha ya por «algo»,. sino por «todo”. La fuerza que hasta ahora decidía de modo absoluto el orden mundial se escapa a otras manos. La guerra de hoy inicia una nueva edad, con un nuevo orden para la cultura, la economía, la política, la distribución geográfica y las dimensiones del poderío. En tal coyuntura, ¿quién será capaz de quedar al margen? ¿Quién no se siente directamente aludido y afectado?

Al iniciarse el conflicto, hubo pueblos que en la plena posesión de su poder fueron libres para decidir consultando con su propio destino, con su esencialidad histórica y su conveniencia trascendental. Otros —en momento menos afortunado— secuestrada en parte su libertad por tradiciones políticas adversas y contradicciones internas, tuvieron dificultada su autodeterminación. Mas en ningún caso dejaron de tomar una actitud moral.

Poco antes de que empezara para Alemania la guerra, España había logrado recuperar su libertad y su independencia. Con ello ya quedó tomada su decisión. Todo el conflicto europeo había sido previamente representado en España. En nuestra guerra civil —aunque muchos miopes opinen de otro modo— no se trataba de cuestiones que afectasen exclusivamente a la política interior, sino, precisamente, de decidir la postura de un pueblo entre dos solicitudes en la lucha mundial de dos ideologías opuestas.

Recuérdese a este efecto el panorama político: el poder de España había sido abatido por Francia e Inglaterra, unas veces con amputaciones territoriales, otras favoreciendo disturbios interiores y nuestro desarme técnico y militar, nuestra descomposición moral hasta llegar a la colonización política y económica. La última operación del intervencionismo franco-inglés fue la proclamación de la “II” República española en la que bien pronto se injertó el peligro comunista. Es evidente que si la guerra mundial hubiese estallado entonces, España estaría ahora en alianza bélica con las democracias o hubiera sido tajo del hacha rusa para la decapitación soviética de Europa. Medítese lo que aquella intervención de España en la guerra hubiera significado para la campaña del Oeste con un último campo de batalla —abrupto y duro— sin solución de continuidad hasta el Sahara y con tres millones de españoles reforzando las decaídas reliquias de la grande Armée.

Considérese, además, cuán diferente hubiera sido el valor del factor ruso con una España empleada como provincia servil en el extremo occidental de Europa. La insurrección nacional y la victoria, a la vez que rompieron las ligaduras que habrían arrastrado a España a la guerra junto con las democracias, evitaron la expansión de la nueva fuerza oriental y nos dieron para la futura contienda clara y lógica alineación.

De haber estallado unos años más tarde la guerra actual, hubiera sido fácil predecir la posición de una España liberada —hasta las últimas consecuencias— de aquellos imperios que se edificaron sobre sus escombros.

No hay que buscar, solamente, los motivos de nuestra posición moral ante esta guerra en los sentimientos de afecto y de gratitud hacia quienes nos asistieron como amigos en horas de dificultad, ni tampoco, exclusivamente, en el proceso normal para la reivindicación de nuestro derecho y nuestra libertad. Se trata de la profesión de los principios de un nuevo orden y de creer estar en posesión de algunas singularidades de contenido, que pueden enriquecer su misma entraña.

En conclusión, podemos afirmar que, ideológicamente, formamos con propia personalidad en el bloque de los movimientos nacionales revolucionarios (socialistas o sindicalistas) en oposición a la democracia y al comunismo.

Históricamente, pertenecemos al bloque de aquellos pueblos que reclaman lo suyo frente a la injusticia y la expoliación. Vitalmente, en el de lo matinal y nuevo, frente a lo crepuscular y viejo.

Esto por lo que se refiere a la primera etapa de esta guerra —fase intereuropea y occidental— a la que hemos anticipado un millón de muertos.

En la segunda fase de la guerra —la que se dirige contra Rusia— participa España militarmente con una selección heroica de su juventud. Aquí ya no se trata de la justicia y la eficacia vital en la polémica interna de Europa, sino de su afirmación como comunidad de hombres habituados a la libertad frente a la amenaza de una dictadura infrahumana y triste, brutal y extraña.

En la tercera etapa de la guerra España estará también en su sitio, es decir en su Continente —con ojos, lengua y corazón hacia el nuevo— mientras Europa busca su trabazón más unitaria y sobre el destino de todos se alza robustamente el imperio de los. mejores: los que aún tienen algo que decir.


La Prensa, 18 de agosto de 1942

Los requetés del Tercio de Nuestra Señora de Begoña, ante su Patrona

Presidió el acto el ministro del Ejército

BILBAO, 18 — Los requetés del Tercio de Nuestra Señora de Begoña, siguiendo la piadosa costumbre anual de postrarse ante la Virgen Patrona de Vizcaya, para rezar por los 136 muertos de dicho Tercio, asistieron a la Basílica de la Virgen de Begoña, a una misa que tuvo lugar a las once y media, oficiada por el P. Latasa, de la Compañía de Jesús, capellán que fue del tercio de Nuestra Señora de Begoña. La oración sagrada estuvo a cargo de un padre del Corazón de María.

Presidieron el acto, ocupando reclinatorios del presbiterio, el ministro de] Ejército, general Varela; el subsecretario de Gobernación don Antonio Iturmendi, y autoridades de Vizcaya. Terminada la misa se cantó un responso.

Asistieron a la ceremonia más de cinco mil personas que llenaban el templo y estaban agolpadas en el exterior del mismo. — Cifra.


Le Républicain des Hautes-Pyrénées, Miércoles 19 de agosto de 1942

Attentat à Bilbao au cours d'une cérémonie religieuse 
200 tués ou blessés

Bilbao, 19. août. Au cours d'une cérémonie religieuse qui sest déroulé à Bilbao, en présence du général Varella, ministre de la Guerre et du chef des traditionnalistes, un attentat à la bombe a été commis. 

On annonce que deux cents personnés ont été tuées où blessées. Le général Varella n’a pas été atteint.

Atentado con bomba en Bilbao durante una ceremonia religiosa
200 muertos o heridos

Bilbao, 19 de agosto. Durante una ceremonia religiosa celebrada en Bilbao, en presencia del general Varela, ministro de la Guerra, y el líder de los Tradicionalistas, se perpetró un atentado con bomba.

Se informó de que 200 personas murieron o resultaron heridas. El general Varela resultó ileso.


El Diario de Ávila, 3 de septiembre de 1942

MADRID

En la madrugada del martes, día 1, se ha cumplido la sentencia recaída en juicio sumarísimo contra Juan José Domínguez, como autor del lanzamiento de una granada de mano en Begoña (Bilbao), que causó numerosos heridos. — CIFRA.

La Prensa, 3 de septiembre de 1942

Sentencia cumplida

MADRID, 3. — En la madrugada del martes, día 1, se ha cumplido la sentencia recaída en juicio sumarísimo contra Juan José Domínguez, como autor del lanzamiento de una granada de mano en Begoña (Bilbao), que causó numerosos heridos. — Cifra.

Pueblo, 4 de septiembre de 1942

Los nuevos ministros y vicesecretario general del Movimiento toman posesión de sus cargos 

En el ministerio del Ejército 

A las doce del día de hoy se ha hecho cargo del Ministerio del Ejército el excelentísimo señor general de división don Carlos Asensio Cabanillas. Al acto de toma de posesión asistieron el excelentísimo señor general subsecretario del Departamento, general de división don Camilo Alonso Vega, con todos los directores generales del mismo, el Consejo Supremo de Justicia Militar en corporación y el excelentísimo señor capitán general de la primera región, teniente general Saliquet, acompañado de los generales con mando y residentes en la plaza. 

... 

CAMBIO DE GUARDIA

Nuestro querido colega de la mañana "Arriba” publica hoy el siguiente editorial:

Es innecesario ya repetir al interior y al exterior que las substituciones de algunas personas en cargos de Gobierno o Partido ni producen ni pueden producir la menor variación en la política interior o internacional. Otra cosa sería desconocer el significado accidental de las mutaciones de nombres frente a la esencia permanente y el servicio del Estado totalitario. La experiencia se ha repetido siempre en países de similar estructura con la misma, naturalidad.

En realidad, todo ello obedece a leyes vitales, comunes a todo organismo de salud equilibrada, sujeto a sus, desgastes y fatigas, pero apto para el pronto restablecimiento de las fuerzas normales.

Las personas substituidas quedan cuales eran y son, con la historia que escribieron ellas mismas con los propios actos y que algunas veces alcanza rango indiscutible de merecimiento nacional y puro heroísmo.

Pero en nuestra Patria, ni hoy ni en ocasión pasada o futura puede hablarse de cambios de Gobierno, porque aquí, en el presente régimen, Gobierno no hay sino uno y el mismo o, si se quiere, el Gobierno literal y real del Caudillo de España, Generalísimo de los Ejércitos y Jefe Nacional de Falange. Lo contrario sería degradarse en turnos liberales, cuando, precisamente, se trata de todo lo contrario. Nada parecería tan absurdo cómo imaginar por un momento que Ejército y Falange —nuestros fundamentales pilares de política sustentación— muden ni hayan mudado jamás por aquello que se ha llamado siempre "cambio de guardia”.

Con alegría y evidencia se constata hoy, una vez más, que nuestro sistema posee otra agilidad, otra tensión, otra libertad de movimientos, porque de seguro no hay régimen de movimientos tan premiosos y coaccionados como el constituido por nuestro polo opuesto, el liberal, parlamentario, anárquico y conservador, eternamente claudicante y pueril entre el reaccionarismo obtuso y la demagogia desesperada. El Ejército y la Falange, bajo la Jefatura del Caudillo, son lo contrario de todo esto para la unidad disciplinada del interior y la continuidad fuerte y serena frente al exterior.

De la unidad suprema y necesaria de mando contra todas las vicisitudes de la guerra o la paz, lo mismo un día ante la línea del Ebro que todos los días ante la varia contingencia política, dependen todas las fuerzas responsables de la Patria y la razón de su armonía.

Y si hay algo hoy de particular y profundo sentido para nosotros, es ver al Caudillo decidido a asumir la presidencia de la Junta Política o, mejor, a fijar y elevar una función que hace más fecunda y operante la convergencia de los poderes en el único vértice coordinador y rector.

El propósito siempre, en todo paso, en todo tránsito, es el incremento perseverante del vigor y concordia de la Patria dentro de la invariable dirección y del invariable designio.

Las ordinarias especulaciones de la banda exterior con sus agentes o de la banda interior de aficionados a la masonería y a la discordia —póstuma secuencia de toda guerra civil— son cosas de sobra vigiladas y localizadas, y sus reiterados intentos y manejos —nada nuevos e inconfesables— han creado ya entre nosotros una larga experiencia y una copiosa información.

Pero nuestra política interior sigue su inequívoca línea y nuestra política exterior está sellada con la sangre, reafirmada en mutuos heroísmos, y es hoy una y la misma, como es uno y el mismo nuestro Gobierno, uno y el mismo nuestro Caudillo y una y la misma nuestra Patria reconquistada. Es la política de una mirada impasible y alerta y unas manos tranquilas y viriles bien puestas sobre el pomo de la espada.

¡Arriba España!- ¡Viva Franco!



France: liberté, égalité, fraternité, Sábado 5 de septiembre de 1942

La crise espagnole

"Simple relève de la garde,” dit Madrid

Berlin, 4 septembre. — L’agence officielle allemande cite le journal espagnol " Arriba ” qui décrit les changements ministériels comme une simple " relève de la garde ” qui ne comportera aucune modification dans la politique intérieure ou extérieure.
“ Dans notre Esnagne, dit " Arriba " il ne peut y avoir de changement de gouvernement ou aujourd'hui ou demain, car il n'existe qu’un seul et même gouvernement: celui du général Franco.” 
 
APRES L’ATTENTAT CONTRE VARELLA 
 
Lisbonne, 4 septembre. — Une dépêche de Madrid annonce l’exécution de Juan José Domínguez qui a été condamné à mort mardi pour avoir lancé une bombe contre le général Varella. L’attentat eut lieu à Bilbao. L’ancien ministre de la Guerre en sortit indemne, mais il y eut plusieurs blessés.

COMPLETE SURPRISE DES PUISSANCES DE L’AXE 
 
Zurich, 4 septembre. — D’après le correspondant à Berlin des “ Basler Nachrichten,” le départ de Serrano Suner a été une complète surprise pour les puissances de l’Axe. 
 
Les Italiens essaient de réduire l’importance de la nouvelle. Et le correspondant à Madrid du " Popolo d’Italia ” déclare qu’il s’agit  d'une mesure administrative normale.” 
 
Ce qu'en dit à Berlin 
 
Berlin, 4 septembre. —. Les milieux politiques déclarent que les changements dans le cabinet espagnol étaient connues à Berlin. L’agence officielle explique qu’il s’agit d’une concentration des forces nationales entre les mains de Franco. On ne dissimule pas les différences d’opinion entre Phalangistes, monarchistes et militaires, mais, dit-on, ces difficultés sont maintenant
réglées. 
 
On présente la nomination de Jordana comme “ une garantie de la collaboration de l’Espagne avec les puissances de l’ordre nouveau européen.” 
 
“Neutralité accentuée,”
dit-on au Portugal 
 
Lisbonne, 4 septembre. —  On estime ici que les changements dans le cabinet espagnol prouvent que le parti phalangiste a perdu du terrain au bénéfice des traditionalistes. La nomination du général Jordana à la place de Serrano Suner parait significative. Et elle est fort bien accueillie par les journaux portugais. 
 
Le remaniement paraît être la conséquence directe de la crise qui a surgi après l’attentat contre le
général Varella. Cet attentat était l’œuvre de phalangistes extrémistes. 
 
Franco semble avoir fait un compromis en faisant pencher la balance du côté de l’armée traditionaliste: le ministre de justice Bilbao, traditionaliste, demeure en foncton. 
 
Les sympathies de Suner pour l’Axe sont connues. Et le secrétaire général du parti, Luna, qui est remplacé, est un extrémiste. Au surplus, Franco, en prenant la présidence de la Grunta politique, va pouvoir exercer un contrôle plus étroit sur le parti.

La crisis española

"Un simple cambio de guardia", dice Madrid

Berlín, 4 de septiembre. — La agencia oficial de noticias alemana cita al periódico español "Arriba", que describe los cambios ministeriales como un simple "cambio de guardia" que no implicará cambios en la política interior ni exterior. «En nuestra España», dice «Arriba», «no puede haber cambio de gobierno ni hoy ni mañana, porque solo hay un gobierno: el del general Franco».

TRAS EL ATAQUE A VARELA

Lisboa, 4 de septiembre. — Un despacho desde Madrid anuncia la ejecución de Juan José Domínguez, condenado a muerte el martes por lanzar una bomba contra el general Varela. El atentado tuvo lugar en Bilbao. El exministro de Guerra salió ileso, pero varios otros resultaron heridos.

TOTAL SORPRESA PARA LAS POTENCIAS DEL EJE

Zúrich, 4 de septiembre. — Según el corresponsal en Berlín del Basler Nachrichten, la salida de Serrano Suñer fue una completa sorpresa para las potencias del Eje.

Los italianos intentan restar importancia a la noticia. Y el corresponsal en Madrid del Popolo d'Italia la declara una medida administrativa normal.

Lo que se dice en Berlín

Berlín, 4 de septiembre. — Los círculos políticos afirman que los cambios en el gabinete español se conocían en Berlín. La agencia oficial de noticias explica que esto representa una concentración de fuerzas nacionales en manos de Franco. Las diferencias de opinión entre falangistas, monárquicos y militares no se ocultan, pero, según se afirma, estas dificultades ya se han resuelto.

El nombramiento de Jordana se presenta como "una garantía de la colaboración de España con las potencias del nuevo orden europeo".

"Neutralidad destacada", afirman en Portugal

Lisboa, 4 de septiembre. — Se cree que los cambios en el gabinete español demuestran que el partido falangista ha perdido terreno frente a los tradicionalistas. El nombramiento del general Jordana en sustitución de Serrano Suñer parece significativo. Y tiene una gran acogida en la prensa portuguesa.

La reorganización parece ser consecuencia directa de la crisis surgida tras el intento de asesinato del general Varela. Este asesinato fue obra de falangistas extremistas.

Franco parece haber llegado a un acuerdo inclinando la balanza a favor del ejército tradicionalista: el ministro de Justicia Bilbao, un tradicionalista, permanece en el cargo.

Las simpatías de Suñer por el Eje son bien conocidas. Y el secretario general del partido, Luna, quien será reemplazado, es un extremista. Además, Franco, al asumir la presidencia del Grupo Político, podrá ejercer un control más estricto sobre el partido.

Franco aprovechó el incidente para cesar a Serrano Suñer

A falta de posibilidades para organizar una contramanifestación, varios falangistas optaron por la provocación. Finalizada la misa, al salir el ministro sonó el estallido de una bomba, a muy pocos metros de su figura, que provocó varias decenas de heridos

El 22 de junio de 1941 los ejércitos alemanes invadieron la Unión Soviética. En aquella atmosfera enfebrecida, el régimen franquista supo aprovechar el momento organizando el envío de voluntarios al frente ruso, como gesto para apaciguar las tensas relaciones con Berlín, disgustado por la negativa española a entrar en guerra contra Gran Bretaña. Siguiendo órdenes del delegado nacional Manuel Fal Conde, los cuadros de la Comunión Tradicionalista trataron de neutralizar las iniciativas que, con etiqueta carlista, apoyaron públicamente a Alemania y el enrolamiento. La más grave fue la firmada por Daniel Mugurza, Ignacio Vélaz, Antonio de Lizarza y otros diez destacados carlistas, donde defendieron un acercamiento al régimen franquista y el abandono de órganos muertos como la regencia. Intentaron conseguir infructuosamente la firma de Baleztena y Miguel Ángel Astiz, jefes carlistas en Navarra. Fal Conde les apercibió personalmente y exigió que comunicaran a los requetés navarros que su actitud les había colocado fuera de la disciplina de la causa. Su iniciativa fue contestada por otro documento, impulsado por el capellán de un tercio, Macario San Miguel, rechazando tomar partido por uno de los dos bandos en guerra, reiterando su fidelidad al regente y a su delegado nacional. Este manifiesto fue firmado por 46 capellanes y 35 requetés navarros.

Esa misma línea neutralista, contraria a identificarse con cualquier bando, afirmando el españolismo de la Comunión, fue apoyada por Fal Conde en carta abierta firmada el 13 de julio de 1941. «Podrá cada carlista opinar lo que quiera e inclinar su juicio a favor de Alemania o Inglaterra. Los dirigentes, en cambio, han de estar especialmente atentos a la obligación de no comprometer a la Comunión en tal materia». No obstante, deslizó la posibilidad de aceptar –en ningún caso de apoyar– el envío de voluntarios a luchar contra la Unión Soviética, si se hiciera sin matices políticos, pero ello implicaba no denominarla «División Azul» sino «División Española de Voluntarios». Se trató de mermar el contenido falangista de la contribución militar al Eje, lo que molestó a los camisas azules. Aunque no existió una entrada masiva de requetés en la fuerza expedicionaria, resulta evidente que hubo un grupo que se alistó y hubo militares, como el ministro del Ejército, general Varela, que siempre llamaron a esas fuerzas «División Española de Voluntarios», como los carlistas, para gran disgusto de los seguidores de José Antonio.

El cenit de la tensión entre carlistas y falangistas 
 
Pese a todo, la tensión entre carlistas y falangistas continuó y llegó en 1942 a máximos. En Oviedo, en un encuentro entre camisas asturianos con el director general de Seguridad se les animó a actuar contra ellos; en febrero circularon octavillas en las universidades animando a una nueva cruzada por el Rey y la fe; los choques entre estudiantes de estas dos tendencias obligaron al cierre de la universidad de Santiago de Compostela y la dimisión de su rector; los choques con heridos se sucedieron durante meses en Burgos, Tolosa, Pamplona, Barcelona y otras ciudades; en Sevilla carlistas y falangistas intentaron incendiar varias de sus sedes; el monárquico general Kindelán asistió a la concentración carlista de 10 de marzo en el cementerio de Montcada y Reixac en memoria de fusilados durante la Guerra Civil, por lo que fue cesado al día siguiente. Durante el desfile de la Victoria de ese año, Franco no pronunció ningún discurso y a ciertas unidades de falangistas se les prohibió marchar en el mismo mientras, en cambio, lo hacía el batallón del ministerio del Ejército, creado por el general Varela.

El 8 de abril, el ministro del Ejército –decidido neutralista y tradicionalista– despachó con Franco, trasmitiéndole abiertamente sus críticas hacia el partido único y hacia los falangistas. Pareció la expresión del descontento de los carlistas incorporados al Movimiento y de muchos militares que consideraban una discriminación su situación respeto a los nuevos funcionarios. Resulta probable que algunos jerarcas falangistas conocieran esas críticas de Varela y sus propuestas de que redujera su aparente hegemonía y abusos.

Gritos contra Franco y la Falange

El 15 de agosto de 1942, los carlistas celebraron una de sus más importantes fiestas, la Virgen de Agosto en su advocación de la Virgen de Begoña. Acudieron a la basílica bilbaína de ese nombre, siendo la misa solemne en sufragio de los requetés caídos en el frente durante la Guerra Civil, de ahí que el ministro Varela decidiera asistir. A falta de posibilidades para organizar una contramanifestación, varios falangistas optaron por la provocación. Finalizada la misa, al salir el ministro sonó el estallido de una bomba, a muy pocos metros de su figura, que provocó varias decenas de heridos. La policía detuvo a los falangistas, que compararon la actitud de los carlistas con los republicanos y los nacionalistas vascos, y declararon que se vieron obligados a actuar debido a sospechas políticas, revanchas y a sus gritos contra Franco y la Falange. Los testigos negaron posteriormente que se produjeran esas exclamaciones.

Tras el atentado, se formaron grupos armados para vengar a los cerca de 72 heridos pero la intervención de Varela impidió esa escala de violencia. Circularon muchos rumores sobre la participación de elementos alemanes en el atentado por la posición neutralista y antifascista de la Comunión, pues Serrano Suñer y la embajada germana intercedieron a favor de los falangistas detenidos por esa acción. Varela tuvo una tensa conversación telefónica con Franco el 24 de agosto: en su opinión habían sido los altos mandos de la Falange los inspiradores del atentado contra él . Tras una segunda entrevista con el caudillo, el 3 de septiembre cesó de su cargo de ministro. Franco aprovechó el incidente de Begoña para cesar a su propio cuñado Ramón Serrano Suñer, ministro de Asuntos Exteriores, a Valentín Galarza Morante, ministro de Gobernación, y al jefe de las milicias falangistas José Luna Meléndez. Y así, pese al cese de Varela, la balanza gubernamental a favor de la neutralidad ante la Segunda Guerra Mundial permaneció segura.

Un 16 de agosto de 1942

El 16 de agosto de 1942 se cometió en la Basílica de Begoña de Bilbao un crimen de matiz político, que por las circunstancias de sus autores fue prácticamente silenciado por el Régimen, ya que dicho crimen fue perpetrado por elementos de la Falange, y para su realización contó con el apoyo de la Administración del Estado y de elementos nazis alemanes.

Se celebraba en la Basílica de Begoña una misa en sufragio de los requetés vizcaínos muertos en la Guerra civil.

 Anteriormente, y unas semanas antes, hubo una serie de actos organizados por los carlistas que fueron prohibidos por las autoridades del Régimen, lo cual no fue óbice para que se realizasen, siendo detenidos muchos carlistas.

Se preveía que el acto religioso de Begoña contase con una nutrida asistencia del pueblo carlista, que no admitía la unificación que el caudillo Franco había creado con el fin de acabar con el carlismo (no en vano el General Franco era fiel defensor de la dinastía alfonsina, tal como demostró nombrando como sucesor al ahora emérito). Ante esta tesitura, elementos falangistas auxiliados por policías, y con el beneplácito de autoridades del Régimen, y apoyados por los elementos nazis alemanes, proyectaron atentar contra el acto religioso, al que tenía previsto asistir el teniente general Varela, ministro del Ejército, y conocido por ser enemigo declarado de una entrada en la Segunda Guerra Mundial de España aliada con la nazi Alemania.

El general Varela, al que sus enemigos políticos trataban de anglófilo y habían tejido el infundio de estar a sueldo de Inglaterra, era conocido por sus simpatías hacia el carlismo (su esposa vizcaína de Durango era una conocida carlista).

Los falangistas, después de unos preparativos complejos, y con las ayudas reseñadas anteriormente señaladas, se presentaron en el acto y lanzaron granadas de mano. Aunque a tentaron contra el general Varela, este salió ileso.

El resultado fue de 117 heridos (la mayoría mujeres y niños) de los que fallecieron en fechas posteriores tres. Detenidos los autores por la escolta del general, se produjo un rifi-rafe entre Franco y el general Varela, partidario de que se hiciese justicia.

En un consejo de guerra se condenó a muerte a varios de los autores del atentado, indultando el caudillo Franco a todos menos a uno (por la presión de generales pidiendo justicia para que la condena se ejecutase), que fue fusilado, y condecorado por el régimen nazi alemán.

Franco destituyó a Varela y al general Galarza, que pedía la ejecución de los culpables del atentado condenados a muerte por consejo de guerra. Posteriormente fueron anmistiados los autores, y ocuparon cargos de relieve en el aparato franquista.

Un atentado en Bilbao, espías nazis y requetés: el 'incidente' de Begoña que cambió la historia de franquismo

El dictador consiguió asentar su poder en 1942 gracias a un tumulto registrado en el templo, que provocó el fusilamiento de un falangista -y espía nazi- y el cese de tres ministros que rivalizaban con Franco

La historia de España podría haber sido distinta sin el denominado 'incidente de Begoña', un intento de asesinato ocurrido en Bilbao contra el general del Ejército que en 1942 dirigía el Ministerio de la Guerra. Ese atentado permitió al dictador Franco asentar su poder pero marcó también la posición del régimen en plena Segunda Guerra Mundial, cuando las tornas estaban cambiado y convenía mostrarse menos cercano a la Alemania nazi. 

Entre los personajes que marcan esta historia hay generales como José Enrique Varela, quien llegó a desafiar al propio Franco; espías nazis, falangistas mutilados de guerra y desequilibrados; y sucesos tan rocambolescos como intentos de linchamiento por las calles de Bilbao, espías de ronda en los burdeles y una revuelta en la que los requetés llegaron a abofetear en público al jefe de la Policía Armada de Bilbao. 

La consecuencia del incidente fue de una máxima relevancia: un acérrimo seguidor de Franco fue fusilado por orden del propio dictador y el caudillo utilizó la confusión para desencadenar una crisis de gobierno, desalojar del mismo al ministro de Exteriores, el pronazi Ramón Serrano Suñer, que además era su cuñado, y asentar su poder en España.

En 1942, pasados tres años del final de la Guerra Civil, el régimen franquista estaba dividido en tres grandes sectores ideológicos: los monárquicos, los tradicionalistas o carlistas y los fascistas de Falange. Para desactivar a los dos últimos, los más beligerantes, Franco había ordenado su unificación en un solo partido único La Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Tanto entre algunos falangistas como entre la mayoría de los carlistas, la medida provocó un profundo desagrado y surgieron las tensiones entre ambos grupos.

Los carlistas eran de carácter monárquico, muy conservadores, y muchos tenían simpatías hacia Inglaterra, mientras los fascistas de Falange cultivaban sus conexiones con el Partido Nazi en Alemania. En ese ambiente, los carlistas se sentían apartados del poder ante el cada vez mayor peso en la dictadura del cuñado de Franco, Ramón Serrano Súñer, un abogado falangista que aspiraba a convertir España en un régimen fascista similar al italiano y con contactos directos con la jerarquía nazi. 

Los carlistas, por su parte, conspiraban para imponer la monarquía tradicional, encabezada por su pretendiente de la que consideraban rama legítima de los Borbones, el 'rey' Javier, y estaban en contacto con altos mandos militares.

El enfrentamiento entre ambos bandos hizo que en Bilbao se celebrasen una serie de insólitos actos públicos en los que, entre otras voces, se coreaba «Muera Franco», y que solían ser vigilados y reprimidos con discreción y moderación. Estos incidentes y manifestaciones eran omitidos por la prensa, que además de pertenecer directamente al régimen, estaba sometida a una censura estricta.

El primer incidente grave tuvo lugar el 25 de julio de 1942 en el centro de la capital vizcaína. Los tradicionalistas quisieron celebrar una misa en la iglesia de San Vicente en memoria de Carlos V y sus descendientes, así como por los requetés muertos en la guerra civil. Las autoridades franquistas, en previsión de incidentes, prohibieron el acto argumentando que los permisos no se habían tramitado adecuadamente. La medida se publicó en todos los periódicos en una nota breve. Pero pese a que había sido prohibida por el Gobierno, los carlistas, muchos de los cuales habían llegado de Gipuzkoa, Navarra e incluso Cataluña, a pesar de los controles, se manifestaron por la Gran Vía, hasta el Arenal, gritando lemas como «Viva el Rey», «Viva la España tradicionalista» y «Muerte a los jefes estraperlistas». Cuando el jefe superior de la Policía Armada, Adolfo Aparicio, acudió a detenerla, uno de los requetés le sujetó por las solapas y le abofeteó delante de todo el mundo.

En ese ambiente de tensión desatada, los carlistas iban a celebrar el 16 de agosto, en plenas fiestas de Bilbao, una misa en la basílica de Begoña en memoria de los requetés muertos del Tercio de Begoña, una de las unidades que apoyó el levantamiento del 18 de julio y luchó contra la República. 

El general José Enrique Varela fue uno de los principales militares de la Guerra Civil. Poseedor de dos laureadas de San Fernando, sus condecoraciones eran más importantes que las del propio Franco y, al igual que el dictador, procedía de las filas africanistas, es decir, los militares que habían luchado en el entonces Marruecos español y que habían ascendido por méritos de guerra. Varela participó en todas las conspiraciones para acabar con la República y llegó a ser uno de los principales organizadores del requeté, el brazo armado de los carlistas. Por su ascendencia entre los militares, fue nombrado ministro de la Guerra. Investigaciones posteriores han revelado que recibía sobornos del Gobierno británico para que España no interviniese en la guerra a favor de los nazis.

Ramón Serrano Suñer, el cuñadísimo de Franco -estaba casado con una hermana de Carmen Polo- era el dirigente del ala pro Hitler del Gobierno de Franco. Había sido abogado y un activo conspirador contra la República. Él fue quien creó la estructura filofascista del Estado que surgió de la victoria de los sublevados en la Guerra Civil. Tenía contactos con Hitler y Mussolini, así como con los principales jerarcas nazis. La División Azul fue una de sus iniciativas. A medida que los alemanes eran derrotados en la Guerra Mundial, su poder en el Gobierno franquista comenzó a oscurecerse.

Mariano Sánchez Covisa (1919-1993)

Sánchez Covisa será un personaje conocido en la Transición por ser uno de los fundadores de los Guerrilleros de Cristo Rey, el grupo de ultraderecha que ejerció el matonismo para intentar hacer descarrilar la llegada de la democracia. En el incidente de 1942, había llegado a Bilbao desde Irún, donde fue recogido a su llegada en tren con otros voluntarios de la División Azul que regresaban de combatir en Rusia.

Juan José Domínguez (1912-1942)

Era un falangista que en 1935 había sido defendido por el propio José Antonio Primo de Rivera por unos incidentes violentos registrados en Aznalcollar. Durante la Guerra Civil tuvo un papel extraño, ya que fue acusado de desertar pero puede ser que fuera hecho prisionero por las tropas republicanas en una especie de acción suicida que quería llevar a cabo por haber sido amonestado. Consiguió escapar y se incorporó a la quinta columna -el servicio de saboteadores golpistas que actuaba en la retaguardia republicana. Pese a que se puso en duda su equilibrio mental, los nazis le contrataron como agente secreto.

Los falangistas 

Ante la previsión de que lo ocurrido el 25 de julio se repitiera el 16 de agosto, el delegado provincial de la Falange en Bilbao, José María Maiz, pidió refuerzos al jefe de milicias del partido, José Luna, un matón que había sido criticado incluso por un obispo. Hacia Bilbao salieron varios grupos de pistoleros desde Valladolid, León, Santander y Vitoria. Prueba de que los sucesos no serían una respuesta espontánea a la provocación de los carlistas, como después argumentarían en su defensa los falangistas imputados, es que hasta Don Juan de Borbón estaba informado de que Falange iba a enviar a gente con intención de forzar un altercado.

El martes 11 de agosto, Eduardo Berástegui, vizcaíno (de Orduña) de 24 años, antiguo delegado provincial del SEU de Vizcaya, partió de Valladolid en un coche oficial, el 565 de la Jefatura Provincial de la FET, en compañía de Hernando Calleja, guipuzcoano (de Irún), también de 24 años, secretario provincial de la FET en Valladolid, que era mutilado de guerra, reconocido como tal desde 1938. Le faltaban un ojo, un brazo y la pierna izquierda. Llegaron de madrugada y se hospedaron en Orduña y en Bilbao. Según alegarían, venían para ver las corridas de toros de las fiestas bilbaínas. El jueves 13 estuvieron por la tarde en la iglesia de Begoña. Al día siguiente salieron hacia San Sebastián con su chófer y estuvieron en Fuenterrabia e Irun.

El segundo grupo de falangistas era bastante más complejo. Salieron de Madrid en el coche oficial FET 51 el 12 de agosto para recibir a los voluntarios de la División Azul que volvía de Rusia en Irún al día siguiente y llevar a Madrid a dos de ellos, Mariano Sánchez-Covisa Carro y Virgilio Hernández Rivadulla. Jorge Hernández Bravo, 26 años, jefe nacional de Deporte del SEU, era espía al servicio de Alemania con el nombre clave de V Jorge. Luis Lorenzo Salgado, 26 años, secretario nacional de Deporte del SEU, el sindicato falangista de estudiantes, era veterano de la División Azul. Además del chófer, Roberto Valero, completaba el grupo falangista venido de Madrid otro cargo de Deportes del SEU, Juan José Domínguez Muñoz, inspector nacional de este servicio, estudiante sevillano de 26 años. También estaba al servicio de Alemania con el nombre clave de V Do, y era un agente «especialmente acreditado».

Lo que todos los implicados mantuvieron oculta era su relación con los servicios secretos nazis en España. Dos de ellos, Luis Lorenzo Salgado y Juan José Domínguez Muñoz, trabajaban para Fritz Hummel, el responsable de sabotajes de los servicios de espionaje alemana, el Abwehr, en España. Hummel dirigía la II KO Spanien, la rama de sabotajes que entre otras misiones tenía a su cargo el intentar hundir barcos ingleses en la Bahía de Algeciras y Gibraltar. 

El viaje a Bilbao de estos dos personajes tenía relación con una misión muy peculiar encargada por Hummel. La playa de Arrigunaga, en Getxo, era un lugar clave para las comunicaciones entre Inglaterra y el continente europeo a través de España, ya que de allí partía un cable submarino que llegaba hasta Cornualles, en la costa inglesa. Si este cable desaparecía, las comunicaciones inglesas serían mucho más dificultosas. Por ello, Hummel ordenó a Domínguez y Salgado que destruyesen esa infraestructura.

La infraestructura de comunicaciones submarina unía por cable a España y Reino Unido

El problema es que ambos saboteadores recurrieron a los métodos más chapuceros para acabar con el cable. 'Equipados' con un bañador y armados con una sierra de marquetería se zambulleron en la zona del cable más cercana a la playa, situada a metro y medio de profundidad, e intentaron serrar los cables. Fueron incapaces de hacerlo y, tras ser conscientes de su fracaso, se fueron de fiesta a Bilbao, acabando la noche en «una casa de mala nota».

Al parecer, se les informó de que al día siguiente se iba a celebrar un acto en la Basílica de Begoña de exaltación del carlismo. Los protagonistas iban a ser los mismos que en julio habían arremetido contra el dictador.

Tras la misa - El atentado

El día 16 por la mañana los falangistas tomaron los dos coches, el 565 y el 51, y se dirigieron al santuario. Las identificaciones y el guión de mando de uno de los vehículos facilitaron que pudieran aparcar en la explanada, cerca de la parada del tranvía, a la izquierda si se mira a la fachada de la iglesia subiendo desde Mallona, y lo más cerca que pudieron del templo. Valiéndose de sus insignias y uniformes para que los policías les franquearan el paso, lograron situarse cerca de la puerta.

Así ocurrieron los hechos:

La gente se acerca a Begoña para asistir a la misa. El general José Enrique Varela entra al templo. También lo hacen los falangistas Calleja y Berástegui.

La explanada situada frente a la basílica se llena de carlistas que no logran acceder al templo. También hay falangistas fuera. Entre ellos, Dominguez y Salgado

En un momento dado, los carlistas lanzan gritos en contra de Franco. Los falangistas Calleja y Berástegui les responden 'Arriba España'. En ese momento comenzó una pelea entre falangistas y requetés.

La granada

Los falangistas sacaron pistolas, pero les fueron retiradas por los carlistas. En medio de la pelea, Domínguez lanzó una Eihandgranate M39, conocida como 'granada de huevo' contra la multitud.

Decenas de personas resultaron heridas, algunas de ellas muy graves. El objetivo era el general Varela, pero su escolta consiguió desviar el proyectil de un manotazo. Algunos testigos aseguraron que se lanzó una segunda granada que no llegó a explotar.

La reacción - El linchamiento

La multitud se lanzó contra los agresores con intención de lincharlos, gritando vivas a Cristo Rey, a España, el Rey Javier y a Fal Conde, líder tradicionalista. Los falangistas intentaron huir a la carrera o de refugiarse en sus coches, con los que no pudieron escapar porque les pincharon las ruedas. Según su propio testimonio, uno de ellos se plantó ante el gobernador militar, general Loriga, y le dijo «mi general, estamos siendo agredidos por gritar «Arriba España» y «Viva Franco», a lo que el mando le respondió: «Queda usted arrestado». El falangista repuso que no era militar en activo. «Pues queda usted detenido», zanjó el gobernador. El chófer de Varela encañonó y detuvo a Domínguez.

Ya por la tarde y al anochecer, los carlistas empezaron a agruparse, repartir armas y lanzarse a la calle para tomar represalias, a la caza de falangistas. Según fuentes carlistas, el propio general Varela se presentó en uno de los principales locales de reunión de los tradicionalistas y trató de calmar los ánimos, impidiendo que la cosa llegara a mayores. Hasta 20 carlistas acabarían detenidos. Los falangistas que habían logrado escapar acabaron detenidos o entregándose y trataron de denunciar a los carlistas, atribuyéndoles la culpabilidad del incidente y alegando que su presencia en Begoña era casual y habían actuado en defensa propia.

Franco, que se encontraba de vacaciones en Galicia y fue informado de lo sucedido al momento, vio que el suceso podía tener repercusiones muy serias en el régimen, por lo que días después se puso en contacto con Varela para preguntarle si se había tratado de una trifulca entre dos facciones o los falangistas habían atentado contra él personalmente. Varela así lo aseguró, aunque Franco se mostró escéptico en este extremo.

Hubo una guerra de panfletos, entre carlistas y falangistas, en la que cada bando lanzó hojas volanderas acusando al bando contrario, mientras el régimen hizo todo lo que estuvo en su mano para que esta situación no trascendiera. La prensa no se hizo eco de nada de todo esto.

Consejo de guerra - El fusilado 

El extremadamente rápido consejo de guerra contra los detenidos por los incidentes se celebró en el Regimiento de Infantería número 42, situado en el barrio de Basurto. Aunque Franco pensaba que la visión de Varela del atentado era exagerada, decidió que había que tomar medidas drásticas, pues Varela había soliviantado a buena parte de los generales, muchos de ellos monárquicos hostiles a Falange, mediante una carta en la que exponía su visión de los hechos. 

Los acusados que, dados sus puestos en el Movimiento ingresaron en prisión confiados en que no les iba a pasar nada, pronto se dieron cuenta de que estaban perdidos. Intentaron defenderse argumentando que habían aparecido por Begoña por casualidad y que intervinieron al oír «gritos subversivos», contra el caudillo y contra Serrano Suñer. De nada les sirvió. El tribunal confirmó en principio cuatro penas de muerte que luego redujo a dos: para Calleja, amigo de José Antonio Girón, y para Domínguez. La embajada alemana intentó interceder por este último, pero fue inútil. Finalmente, Calleja fue indultado, por ser «caballero mutilado de guerra», pero Domínguez fue pasado por las armas en Bilbao el 1 de septiembre de 1942. Según algunas fuentes, murió cantando el 'Cara al Sol'.

Consecuencias - La crisis política 

Franco se encontraba ante la crisis política interna más seria de los comienzos de su régimen y la aprovechó para asentar su poder. Tenía que apaciguar a los militares hostiles a la Falange y a los tradicionalistas, castigando al sector falangista de su gobierno, lo que afectaba a su cuñado, su principal contacto en Berlín. Cuando supo que por parte del III Reich no había problema en que se quitara de enmedio a Serrano, Franco procedió como sería habitual en él durante toda su caudillaje: castigar al sector que hiciera falta pero, para compensar, dañando también al sector contrario, en este caso al de Varela. Serrano fue destituido, pero Varela también, después de exigir por carta al dictador que formara un «gobierno de autoridad para rectificar los errores del pasado». 

Crónica que recoge el cambio en el gobierno municipal

Fue sustituido en septiembre por el general Asensio. Tras un par de años fuera de juego, en los que aprovechó para hacer una tímida oposición al régimen, Varela recibió el Alto Comisariado de Marruecos, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1951. También cayó, de hecho el mismo día que Serrano, el ministro de la Gobernación, Valentín Galarza. Para aplacar a los falangistas más furibundos, se falsificó un informe que 'demostraba' que Domínguez había estado «al servicio de potencias extranjeras». En definitiva, el gran vencedor de esta crisis fue Franco.

La crisis alcanzó hasta el mismo municipio de Bilbao. A propuesta del alcalde, Tomás Pero-Sanz, la corporación había aprobado el 20 de agosto que constara en acta «la indignada protesta y profundo sentimiento producidos por el vandálico y cobarde atentado». En noviembre, el gobernador decidió renovar la corporación. En las noticias en la prensa del relevo de los alcaldes aparece la única pincelada que la censura dejó pasar sobre el atentado de Begoña. 

En su discurso de despedida, antes de ceder el mando a Joaquín Zuazagoitia el 6 de noviembre de 1942, Pero-Sanz dijo que su gestión no había resultado «con la brillantez que todos hubiésemos deseado debido a circunstancias especiales», según recogió la prensa. Por su parte, y sin que tampoco trascendiera, la Diputación había aprobado el 20 de agosto una entrega de fondos para atender a los heridos.


 




 







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