miércoles, 6 de agosto de 2025

Francisco Martínez López, el último huido

Francisco Martínez López, alias Quico, es uno de los pocos huidos que aun viven. Tiene ahora algo menos de 100 años y demasiadas aventuras a sus espaldas. Llegó a este mundo el 1 de octubre de 1925 en Cabañas Raras, un pequeño pueblo del Bierzo, en el seno de una familia campesina de tendencia republicana. 

Según lo que relata en sus memorias, en aquellos últimos años de la guerra, y primeros de la dictadura, en casa de sus padres era habitual la presencia de algún republicano de izquierdas que intentaba salvar la vida huyendo de soldados, guardias civiles y falangistas. 

Cuatro guerrilleros en 1941: Manuel Zapico, El Asturiano; Francisco Martínez, El Quico (Arriba a la derecha); Pedro Méndez, El Jalisco y Silverio Yebra, El Atravesado, en los años 50 en el exilio en Francia.

Con solo 14 años él también comenzó a hacer de enlace con los del monte, y entre 1944 y 1947 perteneció al Servicio de Información Republicano (SIR). Por aquellos años recuerda como, trabajando de ayudante en el laboratorio de la Minero-Siderúrgica de Ponferrada, se percató de que había venido la policía preguntando por un minero. Era éste un antiguo militante anarquista, que para salvar los muebles se había reconvertido en falangista, pero no evitó que las autoridades desconfiasen de su lealtad.

Cuando le descubre la policía, en septiembre de 1947, Quico con 22 años se incorpora a la Segunda Agrupación del Ejército Guerrillero de León-Galicia, en donde abundaban los militantes comunistas. Estos grupos recorrían mucho terreno, llegando hasta Portugal, pasando por Orense, Lugo, parte de León y Zamora. El 24 de febrero de 1949, en una emboscada de la Guardia Civil en Ocero, murieron dos de los siete compañeros que integraban el grupo guerrillero y a él una bala  le atravesó el brazo. El 26 de enero 1951 tuvieron otro enfrentamiento en la aldea de Corporales, en la comarca leonesa de La Cabrera. Ellos eran cuatro, pero pudieron escapar sin daños. La actividad de Quico en la guerrilla puso en aprietos a su padre que también tuvo que desaparecer durante un tiempo.

En 1951 se exilió a Francia tras ser condenado a muerte. Allí obtuvo la residencia como refugiado político y continuó su militancia en las organizaciones republicanas en el exilio. También comenzó a escribir un libro que vio la luz en 2001. Lo tituló Guerrillero contra Franco y fue publicado en la colección Breviarios de la Calle del Pez, del Instituto Leonés de Cultura. No es una autobiografía, es la vida de un colectivo —la partida de Girón—, contada por uno de ellos, un testigo directo y protagonista. 

Tras la muerte de Franco, en 1975, regresó a España con la intención de recuperar la memoria del movimiento guerrillero junto con otros compañeros y coincidiendo con la legalización del Partido Comunista.

Al frente de la Asociación Archivo Guerra y Exilio, con la llamada «caravana de la memoria», Quico recorrió media España rememorando unos episodios prácticamente desconocidos por las jóvenes generaciones. 



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