El día 8 de diciembre de 1976 fue cuando el maestro Pla me concedió, después de muchos días de subir hasta su casa, allá en el Ampurdán, donde conversábamos de todas las cosas, y las grababa yo en un cassette para la radio y, ese día, el maestro aceptó por fin venir a la televisión, cosa que no le acababa de gustar del todo. Pero hay que ver, señoras y señores, qué programa es este. Esto está editado por Editrama para la "Videoteca de la memoria literaria".
Está íntegra esta fantástica conversación en la que el maestro Pla dice las cosas más bellas, más inteligentes, más ingeniosas, más cáusticas también, que se le pueden ocurrir a un intelectual.
JSS. Hemos venido a Barcelona para cumplir uno de nuestros más antiguos y más sinceros deseos, el de presentarles en este programa a uno de los gigantes de nuestras Letras, un verdadero patriarca de las Letras catalanas y españolas, el maestro José Pla, Josep Pla, y hemos tenido el honor y la satisfacción de que el maestro haya abandonado su retiro, rústico, solitario y tranquilo, en la Masía Mas Pla de Palafrugell, para conversar un rato acerca de su vida y de su obra. Una vida larga, dilatada, fecundísima. Habría solo que desparramar por un instante la mirada sobre esta enorme, impresionante, colección de libros, entre los cuales se encuentran hasta 31 tomos de su obra completa, una serie, una parte de las guías que ha publicado, otra serie de libros acerca de los cuales iremos hablando. Es impresionante este testimonio de fecundidad, de capacidad creadora. El señor Pla ha escrito probablemente más de 25.000 páginas dando testimonio constante de la vida, de su pueblo, y de sus gentes, y de la vida de los pueblos y de las gentes del mundo. Maestro Pla, muchísimas gracias por haber venido a estar con nosotros.
JP. Muchísimas gracias. Tengo mucho gusto en verle.
JSS. Igualmente
JP. Hacía muchos años que no le veía. Veo que está usted magnifico.
JSS. Muchas gracias.
JP. Ahora, hablando del nombre que ha puesto usted al programa. Permítame usted una vaga critica.
JSS. Si señor.
JP. Yo no creo en las profundidades. Dice usted que esto es una cosa... de televisión en profundidad o en “A fondo”. Por esta razón que le decía. Porque yo siendo joven leí en André Gide que lo más profundo que tiene el hombre es su superficie. Claro está que algo de esto lo quita usted. Era un pederasta. O sea, la piel. ¿Qué hemos de hacer? ¿Hemos de hacer una cosa a fondo, que probablemente no existe? ¿O hemos de hacer cosa inteligible que sea superficial?
JSS. Usted ha sido siempre partidario de la inteligibilidad elemental, es decir, de hablar de una manera sencilla, llana, directa, con una especie de realismo poético, que pueda entender cualquier ser humano que le lea o que le oiga.
JP. Exacto, sí señor. Yo creo que la primera cosa que ha de hacer el escritor es hacerse inteligible. Pero inteligible para la gente más sencilla. Y que, en definitiva, todos somos iguales. La limitación de la inteligencia humana es inmensa. Esto ya lo sabe usted mejor que yo, porque es usted joven.
JSS. Ha estado usted siempre, Don José, contra los movimientos, digamos estetizantes, contra las prosas vagamente ricas, retóricas y poco inteligibles.
JP. Poco inteligibles, esa es la palabra. Ahora, yo no sé si he logrado nada, he hecho lo que he podido y nada más y he pasado la vida de esta manera, que es una manera como otra de pasar la vida sin hacer el menor daño posible.
JSS. Quizás lo que más asombra de usted, Don José, es que haya dedicado toda su vida a escribir. Usted ha vivido para escribir. Lo asombroso es que le ha quedado tiempo también para vivir.
JP. No, he vivido muy poco. Yo no tengo idea de nada. No sé porqué hablo lo que es del amor. No sé yo. Me he enamorado de un paisaje, de una ciudad, de un árbol, de una hierba, pero, tratándose de seres humanos, yo tengo una idea bastante contraria a los seres humanos. No creo mucho y espero que los demás no crean en mí tampoco y supongo tampoco cree usted en mí.
JSS. Pero usted no sé, yo creo sí en usted, yo soy un viejo admirador de usted.
JP. Pero bueno, esto es la literatura. Luego hay la vida. La vida es mucho más complicada. ¿Sabe usted la condición para ser feliz de este mundo? Es no ser envidioso. Yo no he envidiado nunca nada a nadie, y si ahora me regalara usted una fortuna, se la devolvería como si me regalara usted un Rolls Royce, porque iría directamente a esta pared, me iría sobre un árbol, en fin, quedaría distraído… Yo he tratado de poner adjetivos detrás de los sustantivos, y es la única cosa que he hecho en mi vida.
JSS. Pues lo ha hecho usted muy bien.
JP. No por Dios, eso es otra cosa. No sé.
JSS. Usted ha dicho muchas veces, y esa no sería quizás unas de las claves del estilo literario de José Pla que él lo que piensa es que su estilo está en poner detrás de cada sustantivo el adjetivo más preciso y que mejor y de una manera más clara explica lo que quiere decir.
JP. Y por esto fumo, para buscar adjetivos. Yo tengo, pongo, una puerta, ahora hay que buscar el color de esta puerta. La forma de esta puerta. Buscar el adjetivo exacto. Y si lo encuentro lo pongo. Raras veces se encuentra el adjetivo. Pero si se encuentra el adjetivo, uno se puede ir a comer a casa y tomar una sopa, una tortilla, y no envidiar nunca nada a nadie. Ahora, hay escritores muy buenos que en dos... Dante, por ejemplo, en dos versos hace el retrato de un hombre, yo no llegaré nunca a tanto porque los adjetivos son perfectos, vamos a dejarlo ahí, o Cervantes, esta tropa escribían muy bien, pero muy bien. Sí, sí. Y además tenían el realismo poético. Yo he sido un realista siempre. Creo que la realidad es infinitamente superior a la inteligencia humana, a la imaginación y a todo. Contra la literatura, contra la literatura de imaginación, yo he hecho siempre una literatura de observación.
JSS. ¿Pero usted ha escrito así porque es usted así o porque es usted un producto de una tierra, de un pueblo, donde la gente es así?
JP. No, no, yo he empezado a escribir de periodista porque he tenido que ganarme la vida, porque mi padre me dijo: usted es abogado...yo no pagué el título de abogado porque no tenía dinero y me marché al extranjero de corresponsal de los periódicos de aquí y todavía ando por estos mundos haciendo el periodismo. Yo no he hecho más que periodismo, y ahora el periodismo se puede hacer de muchas maneras. Hay que buscar adjetivos siempre y entonces sirve para el libro. Entonces lo que pone usted en una gacetilla cualquiera... si el adjetivo es exacto, entonces sirve para hacer el libro. Ahora todo esto no sé qué interés puede tener para usted, para estos señores.
JSS. Yo pienso que para todo el mundo es interesante. Yo pienso también que usted ha explicado una de las condiciones para la búsqueda del adjetivo que es la pausa del papel de fumar, del tabaco...
JP. Sí, señor...
JSS. Sigue Don José Pla liando los cigarrillos a mano, encendiéndolos parsimoniosamente.
JP. Exacto. Sí señor, sí, y sobre todo, primero lo hago porque la literatura es esto, buscar el adjetivo, y además porque yo fumo estas historias tan salvajes del tabaco, de este tabaco que ha visto usted, porque yo soy favorable al mantenimiento del precio de la moneda. Yo no creo en importaciones excesivas.
JSS. O sea, que usted es partidario del tabaco del país. Negro.
JP. Aunque sea africano. Este es tabaco africano. Sí señor. Es el tabaco... de los contrabandistas antiguos.
JSS. Dice Don José Pla que todavía sigue haciendo periodismo y es cierto, pero tengamos en cuenta que Don José Pla tiene en este momento ochenta años menos tres meses.
JP. Exacto, justos.
JSS. Los va a cumplir el mes de marzo.
JP. El día ocho de marzo, tres meses exactamente me faltan...
JSS. Había nacido Don José Pla en Palafrugell.
JP. Sí, sí, en el 'manso', yo he nacido... siempre en casa, sí. Bueno, yo claro, la gente de aquí tiene una gran tendencia a que sus hijos sean muy importantes. Imagínese usted, me dieron carrera... equivocados totalmente, yo hubiera tenido que ser un payés, para arar y para arreglar las viñas y para arreglar los olivos.
JSS. ¿Qué eran sus padres?
JP. Pequeños propietarios arruinados. Mi padre era un hombre que no tenía ni idea de lo que era el comercio, la industria ni nada. Mi madre tenía más dinero porque heredó de un hermano que fue a Cuba y ganó bastante dinero. Y de luego dejó cosas, dejo a las Hermanas Adoradoras de Palafrugell y la cosa… los viejos. El asilo de Palafrugell que usaban estas señoras… y otros, el hospital, etc. Ahora, si yo no le he conocido y murió muy joven. Por entonces la gente se moría de bronquitis. No había manera de resolver esto. Se murió muy joven.
JSS. Fue su tío entonces el que le inclinó a usted a estudiar.
JP. Sí señor, sí señor.
JSS. ¿Usted estudio la enseñanza primaria en su propio pueblo?
JP. Con los hermanos maristas que entonces acababan de llegar de Francia y sabían lo que se hacían. Luego fui al instituto de Gerona.
JSS. Usted ha contado que fueron unos años horribles en su vida
JP. Si, pero en fin, había profesores que eran muy buenos y otros muy malos. Nada, nada, había un profesor de literatura que montó cuatro versos que decían: "La vida es sueño"..., como dice Calderón… no me acuerdo.
JSS. Yo creo que no son versos que merezca la pena de recordar
JP. Quizá no valga la pena recordar.
JSS. Pero usted paso ahí unos años muy tristes acaso porque era un lugar frío y desagradable.
JP. Probablemente me convertí como todos los jóvenes en ateo y en subversivo y creo que todo esto ahora lo veo bastante claro, que con las revoluciones son absolutamente inútiles, no sirven para nada,
JSS. ¿Ninguna?
JP. No, sobre todo en este país en que la democracia es total. Y ahora se lo voy a demostrar con cuatro razones. O cinco.
JSS. Veamos.
JP. Primero, en este país no existe la aristocracia. En Cataluña hay unos títulos viejos, tres o cuatro, que no tienen la menor importancia, los demás son hechos de la reina Cristina. Luego, toda la propiedad está dividida. Tercero: ¿La Iglesia le ha molestado nunca en Cataluña? No. La Iglesia es una burocracia como otra y ahora hay unos encargados, unas oficinas parroquiales que hacen tres cosas muy importantes: hacen un nacimiento, inscriben un nacimiento, el matrimonio y la muerte. Esto delante de la muerte yo me quito el sombrero.
JSS. O la boina.
JP. O la boina. Gracias. Y luego creo que en Cataluña, la persona que tiene alguna cosa en la cabeza, a los siete años, tiene un pequeño paquete de billetes.
JSS. De modo que para usted Cataluña es un ejemplo de democracia.
JP. Si señor, infinitamente superior a Inglaterra, a Francia, Alemania, e Italia. Dominado totalmente por grandes propietarios, por Ministerios dominados totalmente por la aristocracia, como el Ministerio de Asuntos Extranjeros francés, de París, el Quai d'Orsay. O por militares, como han estado gobernando hasta ahora. Y por gente muy importante. Aquí no hay nadie importante. Todo el mundo es igual. Por esto los catalanes somos tan groseros.
JSS. ¿Pero usted no piensa que esa atomización, o esa fragmentación, de pequeñas empresas domésticas, familiares, en definitiva, no es buena para un desarrollo rápido del país?
JP. Aquí empezamos de esta manera. En toda crisis de aquí depende de gente que empieza a tener 5, 6 o 7 obreros y pretenden subir la escala social. Esta gente puede llegar a ser mucha cosa, ganar mucho dinero. Y convertirse... Toda la gente que tienen ahí cosas importantes en Cataluña, no han sido más que encargados.
JSS. ¿Encargados?
JP. Encargados, sí señor, sí. Aquí toda la riqueza de este país empezó con una cosa, llamada... que hizo el señor Güell y Ferrer, viniendo de Cuba, que se llama el proteccionismo. Desde entonces, Cataluña es un país inmensamente rico, grosero y espantoso. Pero es así. Vea usted a sus pueblos, vea usted Barcelona. Barcelona es una cosa espantosa, agobiante y de escasísima calidad.
JSS. ¿Pero usted ha amado siempre a Barcelona?
JP. No.
JSS. ¿O a otra Barcelona?
JP. No, he amado mi pueblo. El Ampurdán, que es un país muy bonito. Es un país verdaderamente, tiene un paisaje muy agradable. No, si yo pudiera escoger una patria, aparte de este país, España, escogería Italia. Italia para mí, la inteligencia italiana en todas las cosas, en la construcción, en el examen del hombre... Lo que ha hecho Maquiavelo, por ejemplo, el desarrollo del hombre, según Maquiavelo, es una cosa prodigiosa. Lo que ha hecho Leonardo da Vinci o lo que ha hecho Buonarroti, o lo que han estado haciendo los italianos, que tienen un inmenso país, con gente muy inteligente. El Norte de Italia es muy importante industrialmente, no le quepa duda. Ahora, claro, el desorden es inmenso. Ahora "Gli italiani si arrangiano"· Y usted ve en Italia a veces una muchacha que no tiene ni un céntimo, que se pone un vestido y resulta más bonita que una condesa o una duquesa de Madrid o de Barcelona. No le quepa duda. ¿Estamos de acuerdo?
JSS. Sí, Don José, pero es curioso que los críticos o una serie de críticos han dicho que usted es un poco como una quintaesencia de la manera de ser mediterránea. ¿Hay una manera de ser mediterránea o usted cree que eso es hablar por hablar?
JP. Bueno, hay una manera... En el Mediterráneo se ha inventado todo. Se ha inventado una frase que, ahora se la voy a decir, que es presocrática, que dice "cuando un pueblo tiene una pasión, la moral baja". Aplíquelo usted a España. Cuando le da usted el poder a los virtuosos, todo el mundo se muere de hambre. Perdone, perdón, quite usted de esto todo lo que le venga en gana.
JSS. No, no, Don José...aquí no quitamos nada .
JP. Es demasiado fuerte.
JSS. ¿Qué diríamos entonces que es lo mediterráneo?...
JP. En el mediterráneo se ha inventado una religión que es el cristianismo. Los judíos han inventado el Dios único. Porque estaban hartos de tantos dioses y tanta coña. Luego los romanos han dado el Derecho. Nosotros todavía estamos con el Derecho Romano aquí. Lo más importante de España es la romanización. Aquí los griegos no han dejado ni el menor recuerdo. Nada. Ni en Empúries ni en Roses, ni en parte alguna. Y luego, hay una cosa fenomenal y es que el paisaje es muy bonito.
JSS. ¿Y la gastronomía mediterránea?
JP. La gastronomía ha perdido mucho, pero todavía se mantiene más o menos. El día que usted quiera, vamos a Figueres. Hay un buen restaurante ahora y usted podrá comer una perdiz a la col, o cosas de caza o todo eso que le interesará bastante.
JSS. ¿Ese viento que azota en ciertas ocasiones del año su pueblo, el Ampurdán, el Ampurdanet, 'El Ampurdá petit', que sopla violentamente sobre su casa, sobre su masía... ¿influye de alguna manera sobre…?
JP. Enormemente. Si, nosotros no somos más que animales climáticos. Yo vivo en un país, donde esto que Marx llamaba la lucha, la dialéctica, aquí vivimos en medio de dialéctica cósmica total, esto me ha hecho comprender la dialéctica de los hombres. Y la imposibilidad de que nadie se entienda nunca.
JSS. O sea, que usted cree que somos hijos de la meteorología.
JP. Aquí en el Mediterráneo yo creo que sí.
JSS. De un clima cambiante, convulso.
JP. Tremendo. Yo vivo en un país donde hay siempre la lucha entre el Canigó y toda la consideración climática del Norte y los vientos del Sur. La lucha es constante. A veces triunfa el Norte, a veces triunfa el Sur. Pero la inestabilidad es siempre total. No sé si esto le puede interesar.
JSS. No sé si esto le puede interesar. Don José, vamos a hablar un poco de sus primeros años. Usted, después de estudiar el Bachillerato en Gerona estudia Derecho en la Universidad de Barcelona y casi inmediatamente empieza usted el periodismo.
JP. Sí, sí. Cuando se terminó el asunto del dinero, yo tenía unos cuantos amigos en el Ateneo de aquí que me hicieron entrar en "La publicidad". Que entonces era castellana, federal… y escribía Unamuno y Madariaga, y de este momento yo los he conocido. Y me dijeron: ¿Quiere usted ir a París de corresponsal? Y estuve veinte años fuera de España de corresponsal de periódicos.
JSS. ¿Usted había empezado, sin embargo, me parece que, por lo más complicado y, sin embargo, lo más urgente del reportero, que es hacer la calle, eso que llaman hacer la calle, de las noticias.
JP. Sí, yo he estado en las noticias de Barcelona en la época de los atentados. De manera que yo iba a un café, que era exactamente, de al final de la Rambla y los anarquistas me decían: “Vaya usted a la calle de la Academia y encontrará usted un cadáver”... Y había un muerto.
JSS. Hacía usted sucesos.
JP. Sí, sí, sucesos. Cosa que me molestaba bastante.
JSS. ¿No le gustaba a usted nada?
JP. Poco. Porque, la violencia en aquel momento en Barcelona ha sido indescriptible.
JSS. Dicen que usted dejó de hacer esa sección o esa información porque descubrió usted que el director o el redactor jefe, no recuerdo bien, de ese periódico, era el autor con pseudónimo de un folletón...
JP. Sí...sí...
JSS. Y que eso le granjeó su enemistad.
JP. Sí, sí. Bueno, él dictaba un folletón en las noticias y era muy buen hombre y era me parece que era de Salamanca, de Burgos... Y era una gran persona, pero él era un hombre totalmente romántico, que en el periódico de los señores Busquets hacia el folletón. Y había un redactor jefe de Reus, que era un hombre que sabía mucho, leía el 'Times' de Londres, y ese señor si no veía la noticia en el Times de Londres ya no la quería. ¿Comprende usted? El otro señor era igual. Un señor aceptado por la familia Busquets. Ahora creo que hay un muchacho que escribe, todavía, que es el hijo de ese señor. Me parece. No recuerdo en este momento el nombre.
JSS. ¿Cómo eran los periódicos de entonces?
JP. En primer lugar eran muy correctos. Eran muy correctos. Las noticias eran más verdad que las de hoy. Hoy todo esto está dominado por una locura demagógica tremenda. Creo que si hay una cosa tan demagógica como la política son los periódicos de hoy. Los periódicos de hoy están en manos de la gente más rica del mundo. Esto no tiene duda. Estos saben a lo que van, a lo que van y lo que les importa. Antes la prensa era una cosa, era una tontería, los redactores ganaban nueve duros con un corte de no se qué, etc. Nada. Yo he vivido en las pensiones más pobres de la calle Pelayo, de las calles de Aribau, de las calles…vale más no hablar, porque, todo eso es muy triste. Pero, en fin, había cines y había unas señoritas, donde iban…sobre todo la gente de Lérida, ...son muy corridos, la gente de Lérida… les gustaban las señoritas…todo esto. ¿Usted me comprende?
JSS. ¿Y antes de irse de corresponsal al extranjero usted estuvo también una temporada en Madrid, de corresponsal?
JP. Fui enviado a Madrid, sí, fui enviado a Madrid para ver lo que pasaba. Porque yo he vivido cinco o seis revoluciones en este país. He vivido la revolución del nueve. La revolución del 17 de don Marcelino Domingo. La venida de la República. La quema de los conventos. La desaparición de la República. La Guerra Civil. En fin, la Caraba. Una cosa, a mí sobre todo que la única cosa que me interesa es vivir en un país exactamente consolidado.
JSS. Fue en primer lugar a París como corresponsal. ¿Cómo encontró usted París en el año 20?
JP. Oh, me encontré con los libros. Los libros valían 2 francos 50, y empecé a leer como un loco, que es lo que hecho. Lo único así que he hecho en mi vida es leer.
JSS. Aparte de escribir.
JP. Sí, bueno, yo prácticamente he escrito porque he leído bastante. He leído un poco. Y luego me enviaron. Yo conozco un poco Europa. He vivido en todas partes. He hecho cuatro o cinco viajes a Rusia. He escrito un pequeño libro para ver lo que consistía. He sido muy amigo de Nin, que era un señor que entonces era concejal de Moscú y que jugó la carta de Trotski y se equivocó de personaje. Tenía que haber jugado la carta de Stalin y todavía estaría en Rusia ejerciendo un cargo muy importante. Yo fui allí pagando la Biblioteca del Ateneo, y fui un mes a Rusia y por 100 dólares. Y escribí un libro: “Viaje a Rusia”. Que es un libro que trata de demostrar que Rusia no es más que una tendencia a que los pobres sean ricos y los ricos sean pobres.
JSS. Ese es un libro de 1925, me parece.
JP. 1925, sí. Yo empecé por aquella época, 24-25. Yo no hubiera escrito ningún libro, son los amigos que han cogido las cosas, y han ido a un editor y lo han editado. Sí, nada más. Yo no hubiera escrito ningún libro. Los periodistas creo que no hemos de publicar nunca ningún libro.
JSS. Después de París fue usted a Alemania. En un momento también muy difícil porque era el momento en que había terminado la Gran Guerra.
JP. Sí, la ocupación del Ruhr por Poincaré y el Ministerio de Defensa francés, y la inflación. Yo he visto una moneda... Es decir, que para comprar un dólar americano se necesitaban cuatro billones doscientos mil millones. Yo he visto exactamente como se suicidaban las criaturas. Como la gente tomaba un carro e iba a vender los cuadros y los muebles, las joyas y tal. En un momento dado apareció Hitler y todo se resolvió. Vamos, todo se resolvió no, pero algunas cosas se resolvieron.
JSS. Se resolvieron algunas cosas para luego empezar a…
JP. Otra locura superior. ¿Usted me comprende? Bueno, en fin, vamos a dejarlo porque esto es muy triste. Luego conocí un poco Inglaterra. Yo tengo una gran admiración por Inglaterra porque Inglaterra era...ha organizado las cosas con la poca libertad que tenemos. Eso lo debemos a Inglaterra. Y luego ha organizado las cosas con una gran tolerancia. Y Inglaterra hoy gracias a la moneda se ha ido todo abajo. Y yo creo que es una obra típica de los ingleses, sobre todo los intelectuales, que son partidarios de la Little England, de la pequeña Inglaterra, sin tener ningún cuidado de nada. Un pequeño país. Y ahora se encuentran con este drama de Irlanda, que no es más que una venganza de los irlandeses contra Inglaterra por las veces que los han utilizado como soldados.
JSS. ¿Cree usted entonces que la Inglaterra moderna tiende hacia el aislamiento total?
JP. Creo que Bernard Shaw y Chesterton y Wells han defendido Little England, la pequeña Inglaterra, y creo que Inglaterra se encuentra exactamente como España en la época de Felipe III o Felipe IV.
JSS. Estuvo usted también de corresponsal en Italia y le tocó vivir algunos fenómenos históricos importantes.
JP. Yo viví, yo soy el único periodista español que he visto la 'marcha sobre Roma' y la he seguido hasta Roma.
JSS. ¿Siguió usted a Mussolini, a todos los fascistas?
JP. A toda la gente, sí. En nombre de "El Sol" de Madrid, siendo el director del Sol Don Andrés Bello y por sugestión de Maeztu y del señor Pérez de Ayala y de toda la gente que venían a pasar el rato en "El Sol". Y Don José Ortega.
JSS. ¿Y cómo fue esa experiencia? ¿Qué le pareció a usted la marcha sobre Roma?
JP. Bueno, fue una gente que se apoderaron de todo y resolvieron el asunto y también cayeron en la trampa total de Alemania, contra la opinión total italiana, hicieron la guerra y la perdieron. Como perderán los italianos todas las guerras, porque no son gente de guerras, son gente de pensamiento, de comer y de las señoritas.
JSS. Usted conversó con Mussolini ¿Qué le pareció?
JP. Hombre, un hombre muy bien educado. Sí muy bien educado, que en aquel momento tenía una gran afición por España. Estoy hablando de antes de la Guerra Civil y todo esto. Él estaba metido en las cosas del Mediterráneo. El creía que se podía hacer una cosa en el Mediterráneo importante. Y no se hizo.
JSS. En esa marcha, ¿Quién seguía realmente a Mussolini? ¿Los obreros, los estudiantes, los campesinos?
JP. Todos los payeses, todos los campesinos. Y todo pagado por la Banca del Norte de Italia, que estaban hartos un poco de la cosa anárquica y del socialismo de Turati y de Mondolfo, que ahora ha muerto en Argentina. Y de Tremesi. Que eran los socialistas de aquella época.
JSS. Creo que entre toda su inmensa bibliografía no hay un libro dedicado a Italia.
JP. Sí, sí. Ya lo creo. Y un libro que según dicen está bastante bien. Si, si.
JSS. Pero yo sé que está usted trabajando ahora sobre Italia.
JP. No, es otra cosa. Sí, es más serio. No, no. He hecho un libro sobre Italia y sobre las ciudades que yo conozco de Italia. Y luego una cosa de la vida familiar, lo que es la 'mamma' en Italia, que es como en Cataluña, la madre, la madre, todo el mundo quiere tener la madre. Y pasar el rato y comer. Y, sobre todo, hacer lo menos posible. Y la vida de Italia, que es muy brillante. Es muy, muy agradable. ¿Conoce usted Italia?
JSS. Sí, sí, claro...
JP. ¿No Le gusta?
JSS. Me gusta mucho, sí.
JP. A mí también, francamente.
JSS. Pero yo tenía entendido, no sé si mi información era correcta o no, que usted estaba ahora trabajando en un libro sobre Italia.
JP. Ahora estoy haciendo una cosa mucho más, quizás más importante. Porque me parece que el espíritu italiano lo ha examinado todo. Creo que Maquiavelo es el autor del descubrimiento de la vida moderna. Y del descubrimiento del hombre, que los griegos y los latinos escribieron poco sobre los hombres. Consideraron que el vicio era una cosa normal. No, no, no, no, Maquiavelo es un tipo virtuoso, secretario de Florencia, llegó Luis XIII de Francia, se apoderó de Florencia. Quedó al margen de todo, pobre como una rata. Y se marchó a su casa. Iba a jugar al mus con el tabernero y con la pobre gente de su país. Un hombre que ha hecho "El Príncipe" y los "Comentarios a la primera década de Tito Livio", que es muy importante. Creo que este país es muy importante. No creo que hagan nada porque no tienen espíritu. Otro país que ha bajado bastante es Francia. Francia, el espíritu de Francia está bajando visiblemente.
JP. ¿A qué lo atribuye?
JSS. A que la gente no quiere trabajar. La gente cree que el capitalismo lo debe pagar todo. El socialismo es una cosa pagada por el capitalismo, pero, a veces el capitalismo no lo puede pagar. Entonces entra el Estado y se llega al comunismo. El socialismo pagado por el Estado es el comunismo. No le quepa a usted duda. ¿Está usted conforme con esto? No sé.
JSS. Me gustan todas sus teorías, Don José.
JP. No, no, no son teorías. Bueno, perdone. Sí, quizás son teorías.
JSS. Sus observaciones, sus puntos de vista, vamos a matizar. Yo no manejo los adjetivos como usted, Don José.
JP. No, no, no, si no entiendo nada. Yo no sé nada de nada. No lo ve usted, hombre. Usted ya me conoce a mí. Soy la persona más insignificante del mundo. Yo no tengo ninguna envidia. Por eso soy un hombre relativamente feliz.
JSS. Estuvo usted como 25 años más o menos dando tumbos por el mundo como corresponsal. Y en un momento dado usted cortó con eso, quizás ya fatigado…
JP. Bueno, sí. En un momento determinado tuve que volver aquí porque era una situación muy mala gracias a la Guerra Civil. Y yo no tuve más remedio que volver aquí y empezar a trabajar aquí y ver lo que pasaba. Y desde el final de la guerra hasta ahora he vivido... He hecho algún viaje, pocos, he ido dos o tres veces a Rusia con el señor Vergés, y luego he ido a Estados Unidos, he ido a América, que son países muy curiosos.
JSS. Eso de los viajes ha sido una constante que en cierto modo compensa y equilibra ese retiro, esa soledad suya en el Mas Pla. Lleva usted ahí desde el año 39, pero de vez en cuando necesita usted escaparse…
JP. Si, a veces hoy día voy a Francia, si. Y es natural esto, porque me gusta esto...Hablar con la gente me gusta. Y yo no soy más que un 'parlanchín'. Yo no he nacido más que... Eso que dice el señor Vergés es verdad... Yo he nacido para hablar. Yo soy un hablador constante. Y ahora en el 'manso' yo no voy a hablar con nadie porque no hay nadie. Y esto me fatiga. A los cuatro o cinco días de estar me aburro, ya me marcharía.
JSS. Antes iba usted más al café en Palafrugell.
JP. Ahora ya no puedo ir, porque tengo que ir a pie, porque no tengo ningún medio de locomoción y la carretera me espanta. Además, los viejos tenemos las piernas flojas. No, no, esto ya está prácticamente terminado.
JSS. De modo que ha hecho usted viajes, es usted partidario…
JP. Ahora, yo no he hecho ningún viaje de turismo. Todos los viajes que he hecho ha sido para trabajar. Yo… para escribir. Nada más.
JSS. Y casi siempre ha elegido barcos, y no barcos de lujo, trasatlánticos, sino barcos, casi cargueros, barcos donde…
JP. Yo he viajado mucho en barcos petroleros y me dijeron: "Bueno, usted no puede fumar aquí... Pero, en fin, ya le daremos un cuarto y no lo diga usted a nadie, pero fume usted y escriba..." Sí, sí, he viajado mucho en barcos petroleros. Y todavía haré un viaje quizá en un barco petrolero.
JSS. ¿Y porqué le gustan a usted esos barcos?
JP. Porque no hay nadie, más que la tripulación. A mí me gusta mucho la tripulación, sabe usted, la tripulación... A mí a veces la burguesía me fatiga enormemente...El fachenda de aquí.
JSS. Pero si usted es un burgués.
JP. Si, pero no ejerzo. No, exacto. No, no, no. No tengo manera de...Tampoco ejercería si tuviera maneras, no. Ya se lo he dicho. Si me regalara usted un coche se lo volvería a regalar en el acto. No, no, no, no me sirve para nada para mí esto. A mí no me quite usted de los libros y de ver el cielo y de hablar con la gente. A mi me gusta esto, me gusta esto, me gustan las víctimas diríamos. ¿Usted me comprende?. Me gustan las víctimas.
JSS. Ha preferido usted siempre el barco sobre cualquier otro medio de locomoción.
JP. No, también he viajado en avión. Y no me hace…no he tenido ninguna mala suerte. No he tenido ninguna desgracia jamás, ni en barcos, ni en trenes ni en nada. Ni en tartanas ni en carros. No he volcado nunca. Y esto me da un cierto optimismo, quizás falso. Pero bueno, pero en fin, quizás falso.
JSS. ¿Pero lo que más le gusta es el barco?
JP. El barco es muy bueno, sí, porque es tan lento… Yo soy partidario, yo no soy partidario del progreso...del regreso. Soy partidario del regreso, sí. De poco a poco... Y observar un poco las cosas. Tener en cuenta. La gente es muy importante. Si yo la pudiera conocer a la gente, hubiera hecho libros colosales. Pero eso… la gente no dice nunca nada, ni lo que piensa, ni lo que desea, ni lo que trata de demostrar. Nada. Deben hablar con su señora. Probablemente. Supongo.
JSS. Pero usted ha hecho escala en los puertos más raros del mundo, solo para bajar a hablar con la gente y a conocerla.
JP. Si, si, si. Para hablar con la gente. ¿Qué, qué pasa por aquí? ¿Qué quieren ustedes hacer? Sí, sí. La gente más absurda. Son muy buena gente. Una cosa que me gustaría mucho seria ir a vivir seis meses a Grecia, y no podré, ya no podré ir. Ya está demasiado eso… Me gustaría, me gustaría. Y eso que yo conozco un poco Grecia, conozco los museos. Han hecho cosas tremendas los griegos. Seguro, no le quepa duda, y ahora son unos chivatos tremendos, no hacen más que hablar y engañar a la gente. Son gente que, muy comerciantes, tremendos. Casi más comerciantes que los catalanes.
JSS. Se ha dicho que el estilo de José Pla o la manera de escribir de José Pla, está... Es una mezcla de subjetividad y de ironía, donde hay una observación realmente muy profunda y muy sagaz de la realidad y luego una mezcla de interiorización y, al mismo tiempo, de descripción de estas gentes y de sus maneras de ser y de pensar.
JP. Si. Bueno, la ironía es la imposibilidad de decir... No tiene usted más remedio que convertirse en un irónico y, si no, no puede usted escribir nada. Tiene usted que, en fin, decir algo, y la única cosa posible es la ironía. ¿No le parece a usted?. Me parece a mí, no sé.
JSS. ¿Y es usted un escéptico?
JP. Si, en general si. Si, si, creo que no hay solución posible. Ya le he dicho que para mí las revoluciones son inútiles, y a mí me sabe mal tenerlo que decir, pero los hombres no son nunca claros. Diga, diga...
JSS. 25 mil páginas se calculan, más de 25 mil páginas que ha escrito usted en su vida. Ha sido usted realmente un grafómano impenitente, dícese que un monstruo de las letras, un gigante.
JP. No, no, hombre no.
JSS. Ridruejo dice en el prólogo a la edición en castellano de "El Cuaderno Gris", que ha aparecido hace unos días, que España tiene en usted al escritor más grande de este siglo.
JP. No, bueno, el escritor más grande de este siglo... Hay dos muy buenos, a mi entender, a mi entender.
JSS ¿Quiénes?
JP. Machado, es muy buen poeta y Baroja es un retratista y un paisajista magnífico. Lo que pasa con Baroja es que no sabe escribir novelas.
JSS. Dicen que hay una cierta afinidad entre su estilo y el de Baroja. La misma busca de la realidad, de la sencillez.
JP. Sí, sí. Exacto, exacto. Ahora, él ha hecho cosas magníficas. Y cosas muy malas. Yo casi todo lo que yo he escrito no tiene ningún valor.
JSS. Bueno, eso lo dice usted.
JP. No, no, no, es verdad. Ahora, yo tengo una ventaja, y es que trabajo con un editor, que ha editado, el señor Vergés, toda la literatura moderna de hoy. Que eso tiene mucho valor, y es de agradecer, esto a mi entender, póngalo usted, porque eso es verdad. Vergés ha editado a Delibes, ha editado a Cela, ha editado a toda la gente que tiene algún valor en España, y esto para mí… Los editores son tremendos a veces, ¿eh?. Son endemoniados, ¿eh?
JSS. ¿Qué experiencia tiene usted de los editores? ¿Buena, mala o regular?
JP. Bueno, bastante buena. Pero el editor en general… Vergés es otra… Los editores no han pagado nunca, nada, en España. No, esto no, no valía nada escribir en España. No ha servido ni para tener una familia.
JSS. ¿Qué piensa usted en general de la literatura castellana?. Usted que es...En el fondo es un escritor bilingüe, un escritor…
JP. O trilingüe. O trilingüe.
JSS. Pero bueno, sobre todo en castellano y en catalán, usted domina los dos idiomas con una gran facilidad.
JP. No, no, el castellano no lo sé, no lo sé. El castellano lo domino muy poco, y no conozco... El gracejo de Galdós yo no lo conozco. No sé como va todo, compuesto, todo esto. Que es el gracejo de Madrid. Yo soy de un país en que el gracejo es escaso. En Cataluña el gracejo es muy, muy poca cosa. El chiste de aquí no tiene ningún valor, es una cosa… y siempre tirando a vulgar. La literatura castellana, a mi entender, es muy buena, pero muy buena. Lo que hay es que ahora, quizá ha bajado un poco, pero es muy buena la literatura castellana. Y autores, a mi entender, ininteligibles, como Unamuno. Eso es aparte. No sé que opinión tiene usted.
JSS. Usted ha escrito una serie de retratos, de semblanzas, de grandes personajes, de grandes escritores casi siempre, que usted llamó 'Homenots", traducido al castellano como “Grandes tipos”, basándose un poco en su memoria, en su observación...
JP. No, y en su conocimiento. Esos tipos los he conocido casi todos, sí. He conocido a otros, ya los encontraré... He conocido a muchos castellanos. A Unamuno le he conocido mucho. Unamuno era un avaro espantoso. Eso es aparte.
JSS. Usted ha hecho retratos muy sugestivos, muy subjetivos, pero al mismo tiempo muy llenos de fuerza y de atracción de todos estos personajes. Me gustaría, si usted me lo permite, jugar un poco a decir algunos nombres y a que usted nos dedicara alguna frase sobre ellos. Por ejemplo, su opinión, o su juicio, o su experiencia, acerca de Dalí.
JP. ¿De Dalí?
JSS. Sí.
JP. Dalí, ante mi persona, no ha dicho nunca ninguna tontería. Dalí es un comerciante tremendo que ha tratado de hacer una fortuna y la ha hecho. Ahora, si esto le ha ido bien o mal, yo no lo sé. Es un trabajador muy lento, y que hace alguna cosa, que ha hecho alguna cosa. Desde luego, ha hecho alguno de los cuadros mejores. En el museo de Figueres hay tres o cuatro cuadros bastante buenos. Sobre autores le voy a decir dos o tres palabras. Creo que hay ocho poesías de Maragall muy buenas. Creo que Don José Carner, que es un escritor considerable, falla por ser demasiado perfecto. Una de las cosas que no gustan a la gente es ser demasiado perfecto. Creo que Riba es un hombre…no es un buen poeta, no hay ninguna 'chispa' de poesía, es un filósofo. Es un hombre de pensamiento... como Alfieri escribió y otros tipos.
JSS. ¿Maragall?
JP. Ocho o nueve poemas son buenos, no le quepa duda...
JSS. ¿Espriu?
JP. Espriu es un hombre que tiende a la ininteligibilidad sistemáticamente. Es un 'cuco'. Dígaselo esto de mi parte, mañana, si le ve usted. Es un hombre, no sé, me parece que no lo entiende mucho la gente.
JSS. ¿Cambó?
JP. Bueno, Cambó ha sido un hombre de este país... Que no tenía ni un céntimo y ha creado esta cosa en Buenos Aires, comprado por los Güell. Y entonces ha podido pagar las elecciones. Porque en aquella época las elecciones también valían dinero. Y ahora no sé quién lo ha de pagar todo esto de las elecciones...
JSS. El país.
JP. ¿El país?. Ah, seguro....
JSS. ¿Prat de la Riba?
JP. Prat de la Riba era un administrador, era un hombre completamente vulgar, pero excelente administrador. Y que tenía el país en la cabeza y decía que había que hacer más carreteras y más hospitales. Esto es muy importante para un político. El político ha de ser, perdone, bastante vulgar.
JSS. ¿Rusiñol?
JP. Rusiñol era gracioso. Nada más.
JSS. ¿Mir?.
JP. Gran pintor. No siempre. Pero el gran pintor de aquí es Nonell. Nonell es muy bueno, sí, y Mir también. Te hacen una pintura que pesa.
JSS. ¿Manolo Hugué?
JP. Excelente.
JSS. ¿Eugenio d´Ors?
JP. Bueno, Eugenio d´Ors sabía muchas cosas, lo que hay es que era un gandul...
JSS. Dicen de usted ha sido el anti d´Ors.
JP. No, no, no. Yo he sido muy amigo de él, ahora…
JSS. Pero usted representa un poco la antítesis.
JP. Sí, era un hombre demasiado jesuítico y a mí los jesuitas no me gustan mucho. El lenguaje jesuítico... Me gusta más la gente normal... La gente, en fin, que hace el papel de víctima, ¿a usted no le parece?, o que lo es, es igual. No, es un tipo muy importante. Sabía el francés como nadie. Más que los franceses. Hablaba el lenguaje de París como cualquier tipo de París. Era un hombre curioso, sí.
JSS. ¿Azorín?.
JP. Excelente escritor, lo que pasa es que no sabía el castellano, escribía en catalán. Decía: la puerta es verde. Punto. El cielo es azul. Punto. Ese señor tiene la nariz grande. Punto. Esto no es castellano. El lenguaje castellano es la frase larga que se termina generalmente en cola de pescado.
JSS. ¿En cola de pescado?.
JP. En cola de pescado, ¿Usted me comprende? De todos los escritores del 98, quizás el que escribía mejor el castellano era exactamente el señor Pérez de Ayala. No sé si lo cree usted así.
JSS. Sí, sí, un castellano maravilloso.
JP. Perfecto. El señor Azorín era un levantino que escribía...Y en francés: la puerta es verde, el cielo es azul, la señorita es pálida. Esto no, no, no… ¿Entiende usted?. El castellano no lo sabía.
JSS. ¿Gabriel Miró?.
JP. Bueno, bastante bueno. Más, más que Azorín. A mi entender. Me parece.
JSS. ¿Ortega?
JP. Gran, el gran orador. Escritor, filósofo, no. Escritor de cosas políticas a una determinada altura, indiscutiblemente.
JSS. ¿Valle-Inclán?
JP. Excelente.
JSS. ¿Le gusta el idioma de Valle?
JP. Sí, sí, bueno, a veces no le entiendo, porque él es muy gallego, y a veces hace unas cosas muy raras. Pero me parece que es muy bueno, ¿No lo cree usted?.
JSS. Si, sí...a mí me gusta mucho.
JP. Y el teatro, desde luego, es el único que hay., no le quepa a usted duda. El teatro del 98 es Valle-Inclán.
JSS. ¿Benavente?
JP. Poco. Es una literatura de tomando el té.
JSS. ¿Delibes?
JP. Si, dentro de lo grisáceo. Es un autor en gris.
JSS. Me gustaría también conocer alguna opinión de usted acerca de uno de sus personajes favoritos. El filósofo de la “Torre de las horas”, de Francesc Pujols.
JP. Bueno, este era un orgulloso tremendo, que escribió de una manera rara, que escribió como si hiciera la música de Wagner, con unos párrafos larguísimos y todo esto, a veces para meter cosas pornográficas, cosas muy de un realismo muy crudo, pero las cosas de filosofía que hizo, no sé, me parece que no valen nada. Tengo la impresión de que valen muy poco. En el sentido de que me parece ridículo que un mediterráneo trate de inventar otra religión.
JSS. Hemos hablado de algunos importantes artistas catalanes, pero no hemos citado a Gaudí, que creo que es un personaje del que vale la pena conocer su opinión.
JP. Bueno, yo cuando era joven, en el Ateneo barcelonés, todo el mundo era contra Gaudí. Y ahora resulta que es un hombre muy importante. El otro día hablé con un arquitecto y me dijo que Gaudí ha sabido hacer, ha sabido aguantar cosas sin hacer contrafuertes como los góticos, ni paredes muy gruesas. Y que como constructor es colosal. Desde mi punto de vista, como artista, para mí, no vale absolutamente nada.
JSS. ¿Josep María de Sagarra?
JP. ...poca cosa...
JSS. Hablamos entonces si le parece de Julio Camba.
JP. Ah, excelente.
JSS. Es otra de sus predilecciones.
JP. Sí, he hablado en el ABC de Julio Camba. Y hemos quedado con amigos que tenía... Camba no sabían nada de nada. Es curioso, es un tipo de escritor que le salió la cosa... porque estaba imbuido por el humorismo inglés. Sabía muy bien Dickens, y Chesterton... y escribía en el ABC. Ha escrito cosas realmente curiosas, más o menos traducido. Yo eso del plagio yo lo he defendido, porque me parece que es una cosa que siempre se ha hecho lo mismo.
JSS. Quizás una de las cosas admirables de Camba es que escribía además breve, artículos de dos cuartillas, que estaban además con una arquitectura perfecta y con un gran conocimiento sobre todo de la cosa culinaria.
JP. Sí, había vivido muchos años en el extranjero. Muchos. Y él tenía el… El ideal de Camba era jugar, exactamente al bridge por la noche ir a la cama a las seis de la mañana y levantarse a las seis de la tarde y volver a jugar... Iba a comer a cualquier sitio y volver a jugar y, de tarde en tarde, hacer un artículo para el ABC. Empezó siendo anarquista Camba, no sé si lo sabía usted, como tanta gente de aquella época. Fue amigo de Morral... ¿Usted comprende? Hablé de esto, de Camba, en el ABC.
JSS. Y además ha escrito usted algunas veces sobre Camba.
JP. Si, yo tengo gran admiración por Camba.
JSS. Recuerdo que comentaba usted su libro “La casa de Lúculo”.
JP. Sí, y otras cosas que ha hecho. Las “Memorias de una peseta” y “Viaje al otro mundo”, sobre los Estados Unidos. El tipo era curioso. Era un gallego extremadamente vivo. Tenía una intuición extraordinaria.
JSS ¿Y Blasco Ibáñez?
JP. Buen escritor. Ahora, vulgar. Perdone que se lo diga. ¿No lo cree usted?
JSS. Son las opiniones de usted las que interesan. Las mías, realmente no.
JP. No, igual usted lo conoce mucho mejor que todo esto...
JSS. Bueno, dicen que usted es un hombre del talante de Montaigne. Vamos a ver si usted se mira un poco al espejo y se reconoce en este retrato. "Que aborrece usted el idealismo. Que se aferra a la racionalidad, la sencillez, la autenticidad, la energía de vivir".
JP. A la racionalidad no. Yo soy un escritor que ha leído mucho a un tipo de cultura llamada de los... franceses, en fin. Yo soy un hombre de Pascal, soy un hombre de La Bruyère, de La Rochefoucauld, y de Montaigne. Ahora, Montaigne es muy buen autor, muy, muy buen autor... Lástima que tenga tantas citas latinas y griegas en el libro que lo hace muy pesado. Pero, en general, cuando Montaigne dice "La vida es ondulante", eso está muy bien dicho.
JSS. Usted es poco partidario de las citas y de la erudición en general.
JP. Si, creo que es un camelo total. Puede todo el mundo ser erudito, sí...Yo soy un hombre que ha leído mucho a La Bruyère y toda esta gente, que son grandes escritores, y luego "El viaje..." de Sterne, y luego tengo una gran admiración por Goethe, que sabía lo que se decía. En fin, y por "Guerra y Paz" de Tolstói.
JSS. ¿Tolstói?.
JP. Si, si. "Guerra y Paz" es una gran novela.
JSS. ¿Dostoievski?
JP. Nada, creo que es un degenerado total.
JSS. Vamos a ver, señor Pla, mientras que usted termina su cigarrillo, termínelo... vamos a ver si tratamos de entender un poco como es este ser humano al que hemos estado siguiendo desde lejos y algunos privilegiados en ocasiones, menos de las que hubiéramos querido, un poco de cerca. ¿Cómo es José Pla?
JP. He empezado por decirle que yo no tengo ninguna envidia a nada ni a nadie. Soy un hombre soltero. Eso es muy importante.
JSS. ¿Porqué es usted soltero?
JP. Porque no creo que nadie me hubiera hecho caso.
JSS. ¿Pero usted ha mirado a las señoritas que pasan por la calle con una cierta estimación admirativa?
JP. Sí, precisamente porque pasaban por la calle, sí.
JSS. Usted ha contado a veces que se ha sentido de repente fascinado por un rostro de mujer visto apenas un minuto. Que usted se hubiese casado con esa señorita en el acto, vamos...
JP. No sé. Es ella que no se hubiera casado. Eso no le quepa duda. Eso seguro. Las mujeres son una cosa muy rara.
JSS. ¿Qué piensa usted de las mujeres? ¿Cómo son las mujeres?
JP. Las mujeres son muy curiosas y son mucho, mucho más seguras que el hombre. La mujer es el ser antirromántico por excelencia. No le quepa duda. Le gusta el dinero, el realismo, la seguridad, algún hijo, no muchos, pero algún hijo, y llegar a una solución determinada y positiva. Ahora, yo no tengo nada que ver con todo esto. Eso es un mundo que para mí es muy complejo.
JSS. Pero usted ha dicho que las mujeres son encantadoras y que debieran serlo siempre, que uno de los, digamos, de las escasas, de los escasos defectos que se le pueden poner a la mujer es que después del matrimonio, dejan de ser fascinadoras.
JP. Sí, porque ya han logrado lo que querían.
JSS. Y ya no les importa.
JP. Les importa poco. Aquí en Cataluña está bastante visible. Las mujeres muchas veces, cada día, se conservan más, pero, en general, se hunden y no les interesa más que lo que tienen en la mano y la seguridad, y ya lo tienen todo.
JSS. Pero los tiempos cambian.
JP. Sí, pero lo que no cambia es el divorcio.
JSS. ¿A lo mejor o a lo peor?
JP. ¿Cree usted que cambiará?. Habrá una protesta de las mujeres inmensa, ¿no lo cree usted? Vamos a hablar claro. ¿no lo cree usted? Usted tiene mucha más experiencia que yo. Si parece usted, ¡carajo!, un emperador romano. El General Galba.
JSS. Vamos a ver, Don José: ¿Usted ha tenido cuántas novias… pocas o muchas?
JP. Ninguna. Ni una. Yo no sé lo que es el amor, ya se lo he dicho.
JSS. ¿Ni una sola? Ah, se había dicho que había tenido una…
JP. Había tenido algún lío. Vago, vago, vago, muy vago... Terminó todo mal. Ahora, no lo ponga esto.
JSS. Pero usted si hubiera habido una mujer realmente, que hubiese dicho: “Don José, usted es el hombre de mi vida”, usted hubiese claudicado.
JP. Aquí, aquí, no sé. Aquí hay una cosa muy curiosa entre los hombres y las mujeres. El hombre pretende siempre ser un ... Y la mujer pretende siempre hacer lo contrario. Pero en el mismo sentido. La cosa es muy difícil de arreglar.
JSS. El hombre quiere que la mujer esté a su servicio y viceversa.
JP. Sí, si, si, y si es posible tener algún dinero.
JSS. ¿Y la igualdad de los sexos entonces?
JP. La igualdad de los sexos no ha existido jamás.
JSS. ¿Y la feminidad? El feminismo, quiero decir.
JP. El feminismo, sí…
JSS. ¿Llegará un momento en que la mujer esté emancipada, libre, y tenga tantas opciones y tantas posibilidades…
JP. ¿Pero usted no cree que ya lo está?
JSS. Usted cree que tiene más ahora.
JP. Mucho más, sí.
JSS. ¿La que gobierna el mundo es la mujer?
JP. Si, siempre lo ha tenido mucho...
JSS. ¿La mujer gobierna el mundo?
JP. Seguro.
JSS. Y gobierna al hombre.
JP. Sí, sí, seguro. Porque gobierna la cama. Esto es evidente. Me parece a mí, ¿eh?. Me parece, sí, es muy difícil...
JSS. ¿Y si ahora mismo, saliendo del estudio llegara una hermosa señorita y le dijera: "Don José, hay que ver cómo me gusta usted".
JP. No.
JSS. Usted ya no quiere saber nada.
JP. No, imposible que lo diga, entre otras razones porque la respuesta, a 80 años, lo mejor que se puede hacer es retirarse a casa.
JSS. Es seguir tranquilo. -
JP. Bueno, tranquilo. Más o menos, más o menos, más o menos.
JSS. Sin embargo, usted, tan solitario ha sido siempre un hombre comunicativo, es decir, al diálogo.
JP. Sí, sí, yo soy un hablador. Lo que dice el señor Vergés es verdad. Yo no hago más que hablar. Me he pasado la vida hablando.
JSS. Me hablaba usted antes de sus viajes y de las ciudades que le han entusiasmado, las ciudades que le gustan, en las cuales no le importaría haberse quedado algún tiempo más. ¿Qué ciudades son las que le gustan a usted? Por ejemplo, empecemos por Cataluña, ¿Qué le gusta de Cataluña? Barcelona no, ¿Tarragona?
JP. Más. Gerona menos. En fin, sí, algunas cosas sí, otras no. Las ciudades son como animales. Lo más importante de la civilización es una gran ciudad. Una gran ciudad es un animal vivo.
JSS. ¿Roma?
JP. No.
JSS. ¿Florencia?
JP. Florencia más. Venecia mucho. Y yo creo que los italianos, en arquitectura, han hecho toda Europa, desde Leningrado, que es una ciudad totalmente italiana, y Estocolmo, hasta Madrid. Todo lo mejor de Madrid es italiano. No le quepa a usted ninguna duda, el Palacio Real, no le quepa duda. Y París no digamos, Londres no digamos, todo esto es… y se han quedado los alemanes y Flandes, al parecer, esta cosa de las casas así… ¿Se acuerda usted? Eso no es italiano, pero ellos lo han hecho de esta manera y así ha sido. El gótico, han sido contra los italianos, y contra el románico, han hecho el descubrimiento de los antiguos, y han hecho las cosas con columnas y pórticos. Esto es lo importante. Ahora, ciudades, ciudades… Creo que hay que ver dos cosas en la vida, la persona que ha logrado ver, primero, el Partenón de Atenas y el Museo de Grecia, de escultura, y Nueva York, creo que lo ha visto todo en la vida. Lo demás me parece secundario. No sé si está usted…
JSS. ¿Y Nueva York? A usted le encantó como ciudad.
JP. No, no. Me dio un miedo tremendo.
JSS. ¿Le asustó, le abrumó?
JP. Me asustó, me abrumó, me cabreé, me pareció grotesco. Ahora, creo que es una cosa fenomenal. Es la más grande creación del capitalismo.
JSS. ¿Usted preferiría vivir, por ejemplo, en Ámsterdam, o en Nueva York? ¿En Venecia?.
JP. No, no, tampoco. Me gustaría… ya vivo…
JSS. ¿En Caracas? ¿En Buenos Aires?
JP. No, no. Quizás más. En Buenos Aires la cocina es bastante buena porque es italiana. No, no, no, es muy importante comer algo. Yo ahora estoy, por ejemplo, desfallecido de hambre.
JSS. Ahora le vamos a dar a usted lo que quiera.
JP. No, no, no quiero nada.
JSS. Algo comeremos, ¿no?
JP. Tomaremos quizá un poco de gin-tonic con agua…
JSS. Sí señor, a ver si nos traen un poco…
JP. No, diga la opinión que tiene usted de todo esto, porque yo no sé nada...
JSS. Bueno, mire usted, hay una cosa que a mí me llamó siempre mucho la atención... Hablando de la amistad usted me dijo un día que tenía, que dividía la gente en tres categorías: los conocidos, los amigos y los saludados. ¿Y cómo se explica eso? ¿Cómo se separan o como se clasifican esos seres?
JP. El saludado es una persona insignificante...
JSS. El que se saluda es un ser insignificante...
JP. En general. Los conocidos, bastante también. Y los amigos, son los amigos. Ahora, yo… ¿Usted ha encontrado muchos amigos en la vida?
JSS. Unos cuantos, ¿Usted no ha tenido muchos amigos?
JP. Muchos, muchos no.
JSS. ¿Pocos?
JP. Pocos, sí. Tampoco he tratado de tener amigos. No, no, no.
JSS. ¿Usted cree que hay gente que pasa por la vida sin tener un solo amigo?
JP. Es difícil, pero es indispensable. Algunos... Pero, en general, la gente tiene demasiados amigos. Conocidos, sobre todo, si. Conocidos, tantos como los que usted quiera. Si señor, sí, ¿No le parece a usted? Ahora, no sé, no…
JSS. ¿Qué ha significado para usted el semanario Destino?
JP. Ah, bueno, esto es una cosa que hemos hecho durante 36 años, y yo he escrito cada semana en Destino durante 36 años.
JSS. Su famoso calendario sin fechas
JP. Y bueno, el señor Vergés lo vendió en virtud de una cosa que yo siempre respetaré. Porque creo que una persona que quiere vender una cosa tiene derecho a hacerlo, y creo que se equivocó pero, qué le vamos a hacer.
JSS. Bueno, hasta ese momento de que usted habla, usted fue un colaborador puntual... Perfecto. Y contra la opinión que hay de que yo soy un bohemio, y un… Yo soy un hombre perfectamente correcto.
...
Periódico La Publicidad
La Publicidad fue un periódico editado en Barcelona entre 1878 y 1922, escrito en castellano. A lo largo de su historia el diario estuvo bajo el control de diversos propietarios, siendo paulatinamente catalanizado y sucedido por La Publicitat, en 1922. En el Arxiu de Revistes Catalanes Antigues se pueden encontrar ejemplares de La Publicidad desde 1878 a 1922, y de La Publicitat desde 1922 a 1939.
La Publicidad (Madrid. 1875) Este periódico llevaba por subtítulo el de Diario Político y de Noticias y realmente más que por su información política se distingue por el espacio dedicado a la comunicación de hechos puntuales o noticias. No tenía relación alguna con La Publicidad editado en Barcelona. Seguía en eso el ejemplo de La Correspondencia de España, periódico que intentó alejarse de la información partidista para hacer una prensa más imparcial y empresarial. También al igual que La Correspondencia de España, La Publicidad dedicaba la última de sus cuatro páginas a los anuncios publicitarios. Los había de todos los tamaños, pero predominaba lo que más tarde se conoció como anuncios por palabras, pequeños bocadillos de información condensada.
La Publicidad comenzó su andadura el 27 de marzo de 1875 aunque lanzó un prospecto varios días antes en el que dio a conocer cuál era su ideario y lo que se proponía hacer en el mundo de la prensa: ‘La Publicidad es un diario independiente. No pertenece a ningún partido. No podrá, por tanto, llamarse nunca a la parte con ninguno en el reparto de beneficios. No hace suyo el criterio de ninguna fracción política. Tiene el suyo propio. Este es esencialmente individualista. Su fin no será jamás otro que buscar y decir la verdad’.
En la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España se pueden encontrar algunos ejemplares de 1875 y también de 1886 a 1927.
DE FRANCIA (LA PUBLICIDAD, 8 de mayo de 1920)
EL PRIMERO DE MAYO
(DE NUESTRO REDACTOR EN PARIS)
Por la mañana, en el Hotel, hemos tenido que hacernos la cama. Antes de levantarnos sentimos ya el silencio del primero de mayo, silencio hondo, de parálisis total, más completo y palpable que el que hubimos de percibir una mañana de Viernes Santo en el Ensanche de Barcelona. Un silencio de pueblo.
El día, ligeramente caliginoso, embotado, turbio y pesado de luz y de aire, era también como nuestro Viernes Santo.
Poca gente en el centro. Hombres, principalmente, con la cara que se pone —los oídos atentos— cuando se va a ver si pasará algo o si hay alguna novedad. La gente en los grandes boulevares, transita lentamente, se para en las bocacalles y da entonces, sobre los tacones, una vuelta completa. Tránsito rodado particular, nulo. Muy pocos, escasísimos autobús, conducidos por paisanos flamantes de ropa —zapatos de charol, sombrero hongo, guante de gamuza, pulsera— con un soldado armado en la plataforma posterior. El cobrador, es también paisano. Estos señores de la Unión cívica de París, y los estudiantes royalistas convertidos en chófers y tranviarios, son, en lo físico, exactamente iguales a nuestros somatenistas ciudadanos. El mismo oficio les ha dado idéntica patina.
Las tiendas, cerradas. Los cafés tienen las sillas encima de las mesas. El azul-horizonte de los uniformes de los soldados, en las puertas de las "Postes”. En los boulevares se vende “Clarté", con artículos de Anatole France, Raymond Lefebre, Charles Vildrac, Henry Barbusse, con un dibujo de Steilen y un retrato de Lenin; “Le Populaire" y el semanario “L'Atelier”, con un encendido artículo de León Jouhaux.
Atraviesa el boulevar de los Italianos, a toda velocidad, y se lleva tras de sí las miradas de todo el mundo, un “Ford” cerrado y polvoriento, con una bandera y las tres letras: C. G. T.
Las escasas señoras que transcurren y muchos hombres, llevan en la mano o en la solapa un ramito de “Muguet” ... del mes que empieza. Algunos obreros llevan una florecilla roja.
A medida que subíamos la rue del Faubourg Montmartre, se densificaba la gente en la calle, se arremolinaba delante de las tiendas de comestibles y en los sitios de “affichaje” de manifiestos. Leemos el del partido socialista, sobre papel amarillo; el de la C.G.T., que justifica la fiesta actual por tres razones: Primera, para sea reconocido legalmente el derecho sindical; segunda, para cambiar lo más pronto posible las relaciones con Rusia; tercera, para que sea un hecho normal la nacionalización de los medios de producción. Más pequeño, el de los ferroviarios, es el más leído y el más vago. Contra la fiesta están el manifiesto de los Trabajadores cristianos y el de la Confederación Nacional del Trabajo.
A los manifiestos contrarios a la fiesta les sobran números, cifras y síntesis estadísticas. En los demás, les sobran signos de exclamación, palabras hinchadas, altisonantes, antimatemáticas. Lo de siempre.
En Montmartre, presenciamos varios incidentes provocados por la venta de una edición especial de “L'Action Francaise” que acaba de salir ahora. Cierre de puertas, la gente corre... y “on rigole”.
Por la tarde, se agudiza la modorra del día y el bochorno primaveral. Los troncos de los árboles de la Avenida de los C. Elíseos, son más negros, si cabe, y el verde-salamandra de las hojas tiene una inmovilidad pastosa y mórbida. El público municipal y espeso —¡qué justo es esto ahora!— invade y llena los jardines y los parques. La gente se aburre.
Pasan pocos ómnibus, conducidos también por señores de la Unión cívica. De lejos, los hombres que atraviesan la Plaza de la Concordia y la Avenida, parecen pequeñas hormiguitas. Vemos bajar por la Avenida, la serpiente de un regimiento de caballería. Desparramado, algún destacamento.
Con el Metro vamos a la orilla izquierda. ¡Qué triste es una estación del Metro sin gente! Parece más húmeda que nunca y las bombillas eléctricas son como gotas de luz turbia.
En el Barrio latino y en Montparnasse se ven más soldados que en la orilla opuesta, El Luxemburg está repleto de público dominguero y en las calles de Montparnasse pasa la gente arrastrándose aburrida, cansada, lacia.
Los obreros, siguiendo las órdenes de los jefes sindicalistas y socialistas, no han realizado manifestaciones de ninguna clase. Los 50 mítines anunciados se han celebrado sin incidentes. Hemos asistido a uno de ellos y hemos escuchado, un poco indiferentes, como la demás gente, la apología de Lenin y de la revolución rusa.
A última hora, nos han dicho en el departamento anejo del ministerio de Negocios Extranjeros, dedicado a la Prensa extranjera, que la huelga ferroviaria había fracasado; pues hoy, primer día se habían restaurado las comunicaciones entre Paris y la grande y pequeña “banlieu”, y habían entrado y salido muchos trenes. Nos dicen, además, que el número de huelguistas es inferior con mucho a los de la última huelga y que es seguro cue en tres o cuatro días los servicios estarán totalmente asegurados.
Llegan hasta nosotros los ecos de los disturbios de lo plaza de la República.
Finalmente, que el iniciamiento de la huelga general coincidía con la presentación en todas partes da numerosos suplentes, generalmente burgueses, para sustituir a los huelguistas.
Esto ha sido todo el primero de mayo parisién.
JOSÉ PLA
París, Mayo.
DES D'ITALIA (LA PUBLICIDAD, 18 de agosto de 1922)
S. M. el revolver
Els diputat feixistes son molt intel.ligents. Un d'ells, l'honorable Giunta, durant una discussió, es va treure un revólver en el Parlament i el va encarar al socialista Canepa. Els diputats que hi havia aprop dels honorables agresor i agredit, es varen tirar a llur damunt i si els trets no varen sortir, va ésser perquè Nostre Senyor és bo.
El reglament de la Cambra italiana és molt ample, donats els tradicionals costums parlamentaris. Peró no permet raonaments ni sil-logismes de la contundència desitjada per l'honorable feixista. El President ha hagut d'exigir dels diputats que donéssin llur paraula d'honor que no anirien armats a les sessions. Els feixistes, en donar-la, deuen haver cregut que s'atemptava contra les prerrogatives parlamentàries i que Itàlia és el pais més reaccionari del món.
He notat que a Itàlia no ha fet sinó una molt relativa impressió la feta de l'honorable Giunta. Si els projectils haguessin foradat la cara del senyor Canepa, cinc cents mil feixistes haurien tingut una alegria, el senyor Giunta s'hauria assegurat l'elecció vinent i l'acte hauria estat considerat com a "justificat" per les quatre decimes parts del país. Els fenómens d'inversió moral provocats per ço que hom nomena ideal politic o patriótic, són corrents en aquests dies. El xovinisme reaccionari domina a tots els països d'Europa que han fet la guerra, menys a Anglaterra, és repugnant i odiós. I la Gran Bretanya té encara la tara d'Irlanda. Es una llástima que a la nostra època no més puguin èsser honrats políticament els habitante d'Andorra.
El nacionalisme xoví italià és doctrinalment una traducció del nacionalisme de Maurrás. El que l'ha traduit amb més fidelitat, és l'Enrico Corradini. El nacionalisme xoví italià, com el francès, subordina, en l'ordre polític, tota la vida innombrable a tres o quatre veritats d'ordre teóric Els nacionalistes italians no han pogut encara ordenar teóricament l'estat d'ànim de les terres lliberades i guanyadas a l'Austria. En aquestes terres, digui's el que es vulgui, els habitants no volen pas ésser italians. Parlen alemany, pensen en alemany i consideren Itàlia com una nació invasora. Cada dia neressitarà el govern italiá més tacte per a tractar arnb els ex austriacs, si no vol veure néixer i créixer al Nordest del país un focus nacionalista irredempt, focus que entrará a l'órbita germànica, bell punt Alemanya es refarà una mica. Als nacionalistes italians aixó no els cap al cap.
— Nosaltres que tenim la llengua més dolça del món, que tenim el Dant, el Petrarca i el Bocaccio, que som tan lliberals, que tenim literats del geni del D'Annunzio i organitzadors com En Mussolini...
Peró els ex austriacs no coneixen ni En Mussolini, ni En D'Annunzio i, si els coneixen, els produeixen aquests noms un fàstie perfet. El municipi de Bolzano, d'altra part, ha escrit una lletra insolent al batlle d'Arezzo (Toscana), responent a una demanda de diner per aixecar un monument al Petrarea. Que tenim qne veure nosaltres amb Petrarca? han dit els italians, alliberats. En canvi el municipi de Nova Yorc ha respost correctament i ha donat diners, per l'estàtua.
Davant aquesta complexitat vital, l'home humil es retira pel fórum i abandona els seus principis com qui abandona una armilla estreta. L'ambiciós, en canvi, comença de tirar trets i es vol imposar pel terror.
Aixó que els esdevé als nacionalistes italians amb les terres alliberades, els esdevé als feixistes a l'interior de la Península. De bones a bones, el feixisme no hauria pes donat una passa endavant perquè en els temps que som és impossible de posar tota l'enorme complexitat de la vida político-económica en motlles estrets burgeso-militars. Peró a cop de disparar trets i d'expedicions sensacionals, el feixisme va progressant. El revolver a Itàlia és un element sugestiu que convida al proselitisme. Quan a força d'incultura hom pervé a tenie una viva impressionabilitat per la violència es pot un dia ocupar una fàbrica i hissar-hi la bandera vermella i dos anys després cremar una cooperativa obrera que era un bé positiu. Un cinquanta per cent dels elements d'acció del feixisme provenen del comunisme.
Els avenços rápids del feixisme a l'alta Itàlia s'expliquen perquè el contribuent està molt carregat, sobretot d'impostos municipals. I com que la immensa materia d'ajuntaments són socialistes, heu's ací que per al contribuent l'enemic és el Consell socialista i, al capdavall aquest partit. L'ajuntament de Milá té 102 milions de dèficit. El cutadà de Milà és, tributariament, un geperut que dóna la culpa del seu gep als consellers socialistes. Peró doneu l'ajuntament al feixisme, snprimiu els impostos municipals ja que us conformeu a què la ciutat estigui descurada i bruta. Suprimiu, si us plau, tota mena d'impostos i tota mena de geps i, en definitiva, els milions de dèficit de l'Estat augmentaran ràpidament, i és que l'economia italiana de la post guerra no pot sortir d'aquests círcol viciós o el contribuent deixa de pagar i aleshores l'Estat es mor de dèficit o l'Estat s'ajup sota el xàfec tot exprement la taronja contributiva. Peró el que és absolutament segur, es que cap país no ha sortit del pantà del d`ficit económic rodejant el contribuent d'una cuiraça d'impunitat i afavorint tots els escamotejaments com vol fer el feixisme.
Es clar que és fàcil de tenir raó en aquest món de cardiacs, revólver en má. Peró el revólver no ha fet mai la felicitat duradera i pacífica dels súbdits d'un país. Es pot devastar cent cooperatives, es pot cremar duescentes cambres del treball, es pot imposar a garrotades la lectura d'un determinat diari o prohibir a trets la lectura de tal altre. Es pot fins i tot fer impossible a Itàlia, el parlar clarament, el pensar clarament i l'obrar clarement. Peró amb Sa Majestat el Revólver, no es pot pas fer que baixi el preu del pa ni tan sols el preu dels macarrons.
JOSEP PLA
El Sol, 31 de octubre de 1922
Acaba de llegar a Italia un nuevo colaborador de EL SOL, el distinguidísimo periodista D. José Plá, a quien hemos encargado un estudio detenido del movimiento fascista. En quinta plana publicamos su primera crónica, escrita antes del fulminante triunfo que los fascistas acaban de obtener. En trabajos sucesivos, el Sr. Pla informará exactamente a nuestros lectores del actual acontecimiento político italiano, llamado a influir intensamente en la política europea.
El Rey se niega a firmar el decreto del estado de sitio y encarga al jefe fascista que forme Gobierno
Camisas y esperanzas
Llegamos a Italia en un momento de exaltación, de saturación patriótica. El país está como congestionado de fascismo, y lo que resta es incertidumbre.
Desde el punto de vista de la soberanía del Estado, el fenómeno fascista es, aproximadamente, una repetición del fenómeno comunista.
Un ciudadano pacífico, amante de la legalidad, educado en el régimen de relativa libertad burguesa, tiene sus apuros para distinguir el orden futuro que promete el fascismo del orden futuro que prometía el comunismo en 1919-20. Es poco humano, es contrario a las ideas del hombre sensual medio de un país, creer en los métodos violentos, y, sobre todo, creer en una política de medios violentos, cuando, como, ahora, la política y los políticos producen en todas partes tanto horror.
En las filas de las escuadras de acción del fascismo están, por otra parte, los antiguos subversivos.
Hay, además, el razonamiento del hombre práctico, que da a las primeras materias la importancia que tienen, y a la finanza busca el pulso del país en las estadísticas aduaneras, y dice:
— Si se produjo el extravasamiento comunista debido al desequilibrio entre lo que se les prometió a los hombres en las trincheras y lo que encontraron en el pueblo, el hecho podría repetirse por desequilibrio entre el mito italiano que está creando el fascismo y la realidad inexorable.
El caso es que ahora, como en el momento de la congestión comunista, se espera todo de un político de táctica corrosiva, de Giolitti, que en Italia es casi el corrosivo oficial. Giolitti, que cuando la ocupación de las fábricas, si no creó el fascismo, abrió, al menos, el boquete para que viera la luz, ha de volatilizar ahora las camisas negras y pacificar el país.
Chesterton ha escrito recientemente en la "Illustrated London News" que Italia es el país más interesante de la Europa de nuestros días. Según Chesterton, la Europa moderna se compone de tres elementos, de tres grandes fuerzas: de patriotismo, de descontento industrial y de una viva corriente de religión popular. Esta síntesis está hecha, indudablemente, pensando en el fascismo, en el socialismo y en el partido popular italiano.
Hablé el otro día en Mentón con Blasco Ibáñez de cosas de Italia; pero quizás no tuvo tiempo el novelista, en nuestra exigua conversación —habían filmado en Monte-Carlo "Los enemigos de la mujer", y D. Vicente estaba molido—, de sintetizar a Europa pensando en Italia. Tuve que limitarme a oír que el fascismo es cosa típicamente mediterránea —una cosa así como la asamblea de parlamentarios y el Somatén de Barcelona, mezclados, agitados y elevados a la enésima potencia —decía D. Vicente—, y sin la placidez idílica y pastoril de nuestra ínclita milicia burguesa.
El ensayo de Chesterton acaba, naturalmente, señalando la posibilidad de que Italia vuelva a gobernar al mundo. Blasco Ibáñez, más mediterráneo, a juzgar por sus guiños contundentes y lucidos, cree que esto acabará con un cambio de casacas, o con otra solución por el estilo, lo menos apocalíptica posible.
Se puede estar con Chesterton o con Blasco, y colegir, de las razones que justifican la posición, la posibilidad que tiene Giolitti de pacificar el país. Giolitti es, además, piamontés, liberal y hombre de ochenta años. Es alto, camina derecho, viste severamente de negro y es cl político italiano menos retórico, el más preciso y descarnado. Turín es la ciudad de la tercera Italia. El Piamonte ha dado a la casa de Saboya los políticos que ha necesitado. En el Piamonte hay un fondo liberal, volteriano, realista, libreexamista, que podría reivindicar las conocidas arremetidas de Carlos Maurras contra el espíritu de Suiza.
Milán ha sido, por el contrario, el pedestal de los estadistas de la Baja Italia. En el "Corriere della Sera" ha escrito recientemente el senador Einaudi, con un poco de amargura, que el único ideal de los liberales piamonteses es el de la buena administración.
José PLA
Génova, octubre.
El Sol, 2 de noviembre de 1922
NOTAS DE ITALIA
En plena contrarrevolución
En la estación de Pisa nos hemos enterado de la dimisión del Gabinete Facta. Dos horas y media después leíamos en las calles de Florencia unos grandes cartelones con la orden de movilización fascista, acompañada de una general invitación a los florentinos para que embanderaran los balcones. Los cartelones llevan arriba estas palabras: "O Roma o morte!"
Por las calles han ido apareciendo camisas negras, y a las diez de la noche la plaza Mentana, que es donde está el local del "Fascio", era un hervidero. La plaza Mentana está sobre el Arno, entre la Galería de los Oficios y el puente que lleva al belvedere Michelangelo. Una fanfarra, en el interior del local, tocaba los himnos del Partido.
Me ne frego, me ne frego,
me ne frego della morte
per Benito Mussolini,
eja, eja, alala!
También era coreadísima la "Giovinezza", la vieja canción italiana, un poco escolar y cursi en su letra original:
Giovinezza, giovinezza,
primavera de belleza,
giovinezza spensierata..., etc.,
que los fascistas se han apropiado y a la que han puesto una letra feroz y vulgar, que no se puede reportar. La plaza Mentana ha estado animada hasta la madrugada, han comenzado luego a circular voces de que los fascistas iban a dar el golpe sobre Roma, y a las tres han salido los "carabinieri" a plantar en las esquinas el aviso de que la autoridad civil había resignado el mando en la autoridad militar.
En donde es especialmente viva la congestión fascista es en Toscana y en la Romagna. Florencia y Bolonia son las verdaderas capitales del movimiento y le dan, por otra parte, los dos matices que tiene. En la Toscana y en la Umbría es exclusiva, ferozmente conservador, típicamente agrario, y su jefe invisible es el conocidísimo Sr. Salandra. En la Romagna y en la Emilia, regiones de larga tradición socialista, el fascismo esta templado, en sus fines por esta tradición, sin perder, empero, un átomo de su violencia. El fascismo toscano está dirigido por nobles, militares y abogados. El romañolo está dirigido por el Sr. Fiuzi, ex mecánico, compañero de D'Annunzio en el vuelo sobre Viena, y por el Sr. Farinacci, ex ferroviario. El fascismo toscano está compuesto por los núcleos primitivos —los que antiguamente fueron núcleos intervencionistas— del movimiento: estudiantes, ex oficiales, profesionistas y jóvenes propietarios. Las escuadras de acción del romañolo se reclutan entre los obreros del campo jóvenes, todos ex socialistas y ex comunistas.
Estos dos matices se manifiestan ante la crisis Facta, Florencia patrocina, un Ministerio Salandra-Mussolini, es decir, exclusivamente fascista. Bolonia, más de acuerdo con el discurso de Mussolini en Nápoles, se contentaría con un Ministerio Giolitti con larga participación fascista, que reuniera todas las fuerzas constitucionales del país. El tiempo dirá qué matiz prevalece; pero lo cierto es que hasta ahora solamente el fascismo toscano ha movilizado. La segunda solución tiene la simpatía de los fascistófilos, y en general se considera la normal, si no inmediata, al menos para cuando la congestión contrarrevolucionaria se caiga de madura.
Mientras tanto, el golpe sobre Roma tiene suspendida de un hilo a toda Italia. Los periódicos liberales y socialistas dan cada día en grandes letras el precio de la lira relativamente a la esterlina. La depreciación de la divisa produce una angustia enorme. Sea cual sea la solución de la crisis, se resuelva en el Parlamento —Ministerio Giolitti—, o se realice un golpe de Estado y se vaya a un Ministerio sin contar con la mayoría, el caso es que Italia ha llegado al punto álgido de su crisis de postguerra.
Agotadas la experiencia roja y la blanca, estas dos escarlatinas de la juventud de Italia, el país entrará en la normalidad.
José PLA
Florencia, octubre 27.
La misteriosa «Entrevista a Hitler» de Eugeni Xammar, del 8 de noviembre de 1923
El Correo Catalán, 21 de diciembre de 1963
JOSÉ PLA CUENTA LAS IMPRESIONES DE SU NUEVO VIAJE
37 Judíos y negros ante la cuestión racial
Es a todas luces absurdo y parecería desaforadamente extraño, querer comparar a judíos y negros en cualquier aspecto de la realidad. El caso es, sin embargo, que ante la cuestión racial, en los Estados Unidos, judíos y negros presentan dos posiciones diametralmente contrarias y, por tanto, comparables. Los judíos, sobre todo después que este grupo humano posee, con la formación del Estado de Israel, de plena soberanía, una de las manifestaciones más elevadas de su personalidad, acentúan su segregacionismo de una manera visible y subrayada; en cambio, los negros quieren integrarse con una cada día creciente notoriedad.
El grupo judío, en los Estados Unidos, se precia, y así lo dice a cada momento, de ser y formar parte de la nación americana, pero sería un error creer que los judíos, en América, son como los demás ciudadanos. Muchos americanos creen que los judíos han de ser segregados. y así las personas de este grupo humano, no tienen acceso a diversos lugares —clubs, sociedades, etcétera —, como todo el mundo sabe. Esto, a primera vista, debería crear, entre los judíos, un sentimiento de molestia y las reacciones normales de la desigualdad. Sin embargo, me parece que es todo lo contrario.
La separación les gusta, porque de este modo —creen muchos judíos — les aumenta su personalidad y hace que esta personalidad sea reconocida con toda obviedad y, en definitiva, respetada. El movimiento de separación les satisface y en esta satisfacción está, sin duda, la causa real y verdadera de la evi-eternidad de la diáspora, sin la existencia de la cual, la creación del Estado de Israel no se hubiera producido jamás.
Sería un error creer que el grupo judío (formidable) de los Estados Unidos, es sionista en su totalidad. No lo es de una manera total, pero los judíos sionistas americanos, representan el grupo más eficaz y más influyente (en dinero y poderío) que tiene detrás Israel como Estado soberano. ¿Cómo sería posible la existencia de este grupo, sin un determinado sentido de segregación representado por la diáspora, entendida ahora no como barrio o ghetto separado y limitado, como fue existente todavía en la Europa de nuestro tiempo (yo he visto, en 1930, el ghetto de Varsovia), sino como sentimiento de grupo religioso y racial?
Es por esta razón que muchos judíos en estos Estados son favorables a la segregación, sobre todo cuando es practicada por los demás.
LOS NEGROS QUIEREN SER BLANCOS
En cambio, los negros, como un todo, son antiseparativos y aspiran a todas luces a integrarse —a una integración visiblemente imposible, pero cada vez más subrayada. Digámoslo con claridad: los negros quieren ser blancos. Esto es lo real. Es decir: éste es el ideal imposible, pero real. Y a este propósito recordaré que en una canción que estuvo muy en boga en mi país, cuando hubo tantos «americanos», es decir, lo que en otras partes se llamaban «indianos», canción cuya letra describe la pérdida de Cuba y de otras islas antillanas y sus causas, se dice en ella, al enumerar estas Causas que: los negros quieren ser blancos y los blancos, caballeros.
Dejando aparte la enjundia del primer verso, la letra del segundo podría ser aplicada a la situación de los negros americanos en las presentes circunstancias. Quieren eliminar todas las distancias y si pudieran cambiarían incluso de color, como es natural. Las distancias no las van eliminando todavía, pero a juzgar por al proceso que desde la abolición de la esclavitud se ha producido, las irán eliminando. El color, será ya más difícil, pero ¡quién sabe!
Vayan ustedes a saber lo que se producirá en el terreno de la ciencia, con el paso de los años. Lo cierto es que así como los judíos desearían tener uña nariz, unos ojos y una ondulación de cogote cada día más bíblicos y judaicos, los negros abandonarían su propio color y todas las características de su importante raza, sin siquiera pensarlo. Son dos puntos de vista completamente opuestos, el punto de vista judío responde al pensamiento de un grupo de una gran personalidad. Los judíos son uno de los mayores misterios, uno de los problemas más extraordinarios y fascinadores de la historia humana. Los negros tienen su personalidad, sobre todo en el color y en las características físicas: lo que constituye la personalidad de los israelitas, a ellos les falta. Es muy posible que el vehemente deseo de sumarse a otro grupo y de aceptar su fraseología habitual, demuestra una falta de personalidad, no precisamente física, sino intrínseca y real. Los negros, son considerados muy maleables y en política muy manejables.
LA PRESENCIA DE LOS JUDIOS
Pero el caso es que de la misma manera que la personalidad de los judíos crea fricciones personales, a veces ciertamente muy acusadas, el sentido favorable a la integración de los negros, ha planteado el problema social a mucha escala. Para resolver este problema se han ideado muchas soluciones, basadas casi todas en la separación —los negros de un lado y los blancos de otro— que, naturalmente, no han gustado, sobre todo a los negros, claro. Y es que los negros quieren ser blancos, en todos los sentidos de la palabra, Son integracionistas, aspiran a la unidad. Pero dado que esta unidad —posible en una posición religiosa y trascendente— es imposible, de aquí el planteamiento práctico del problema, o sea, una insolubilidad, si se parte de algo que no sea la conllevancia,
Los judíos, por el mero hecho de respirar, cada día aparecen como más destacados, de una presencia (como grupo) más voluminosa, De todos los grupos humanos que constituyen la nación americana, el grupo judío es el que, en la Prensa, tiene una más constante actualidad y un primer plano más voluminoso. En cambio, los negros, que aspiran constantemente a integrarse, aparecen en la Prensa inseparables de estropicios a veces descomunales. Es muy posible que esta situación de tipo anárquico sea, algún día, encauzada. Los negros empiezan a organizarse. A este respecto recordaremos que uno de sus más valiosos y escuchados conductores, es el doctor King, pastor protestante, que fue uno de los principales organizadores de la marcha (de negros) sobre Washington. No cabe duda, que si los negros llegan en este punto a algún resultado, su peso e influencia aumentarán. Pero muchos americanos son escépticos en este punto y creen que los negros se encuentran en un estado de simple individualismo exacerbado, es decir, que están en una inopia incuestionable.
Según los observadores, el temperamento de los negros les lleva, de un lado, a una recalcitrante pasividad, y de otro, a manifestaciones esporádicas de extremismo en cierto modo delirantes. Un día presencié una discusión entre un intelectual negro y un profesor de una universidad de la que las mujeres están excluidas por mandato fundacional.
— Este fenómeno —decía el hombre de color— es intolerable. Estos establecimientos deberían estar abiertos a todo el mundo, independientemente de sexos, de colores y de razas.
— ¿Pero, qué le vamos a hacer si así lo establecieron las personas que crearon la universidad? — contestaba el profesor con una sonrisa amable.
— Ante un hecho semejante añadía el negro— las mujeres deberían sublevarse, forzar las puertas y modificar la organización de la universidad.— Y, claro, los hombres deberían hacer lo propio en aquellos colegios en que el alumnado no puede ser más que femenino por su constitución fundacional.
— ¡Es evidente! Los Estados Unidos son de un tradicionalismo insostenible, de un inmovilismo total. Sus prejuicios son intolerables.
— ¿Aspira usted a la revolución permanente y sistemática? No creo que el método diera el menor resultado.— ¡Aspiro a esta revolución y a mucho más! —contestó el negro descompuesto y excitado.
POSICIÓN DE JUDIOS Y NEGROS FRENTE A LA CUESTION RACIAL
Pero los negros son así y muchas personas dudan de que puedan ser temperamentalmente cambiados. Son todo lo contrario de los judíos cuya táctica consiste siempre en no atacar nunca nada de frente, en soslayar lo frontal y dar la vuelta a las cosas por los lados. Lo cierto es que frente a la cuestión racial, estos dos grupos humanos tienen una posición absolutamente contraria. Es casi seguro que las cosas no podían ser de otro modo, dadas sus características básicas, pero hemos querido ponerla de manifiesto porque el contraste ilumine con una viva luz este problema de negros y blancos. Los Judíos, precisamente porque tienen una gran personalidad, aspiran a acentuarla con una creciente intensidad. Los negros, que la tienen en un terreno más elemental, aspiran a perderla y a integrarse en la mediocridad de los demás.
En 1925, un joven Josep Pla fue enviado como corresponsal a Rusia para escribir una serie de artículos para el periódico La Publicitat. A sus 28 años, Pla sabía de Rusia más o menos lo que todo el mundo en aquellos días: prácticamente nada. De la Revolución y de los años posteriores, solo conocía lo que los periódicos habían contado. El primer líder soviético, Lenin, hacía tan solo un año que había muerto, y Stalin se había hecho con el poder. A Josep Pla lo acogió durante su estancia el político y traductor Andreu Nin. Un documento excepcional que nos muestra la Rusia comunista del año 1925 de la mano de uno de los cronistas más importantes que ha tenido nuestro país.
Artículos de Josep Pla (Plataforma digital Josep Pla - Universitat de Girona)
Escritores en la Orilla: El tierno y escéptico José Plá. Domingo 21 de junio de 1964 – diario ABC
"José Pla, 78 años de soledad" (entrevista a Josep Pla por Mary Medina, Los Domingos de ABC, 6 de julio de 1975, pp. 12-15)
JOSEP PLA, FITXAT COM A ESPIA AMERICÀLa Fundació Josep Pla nació en el año 1973 cuando el propio escritor decidió donar su biblioteca particular y creó la Fundació Privada Biblioteca Josep Pla, regida por el Patronat, el cual se ocupará de su conservación y de facilitar el acceso a todo el público interesado en visitarla.
No obstante, no es hasta el año 1990 cuando se aprueban los estatutos, redactados a partir del Acta Fundacional. En abril de 1992, la Generalitat de Catalunya , la Diputació de Girona , el Consell Comarcal del Baix Empordà y el Ajuntament de Palafrugell se comprometieron a colaborar económicamente con el fin de poder llevar a cabo los objetivos de los estatutos que se centraban en promover, motivar y facilitar la lectura y el estudio de la obra literaria y periodística de Josep Pla.
JOSEP CLARA i RESPLANDIS
S'ha escrit que, durant la Guerra Civil, Josep Pla fou un home de Franco i que formà part d'una xarxa d'espionatge que de Marsella estant facilitava informació a la zona "nacional". La qüestió, però, no és tan simple i caldria matisar-la com ja ho fan els últims biògrafs de l'escriptor.
De fet, Pla no va actuar mai com a espia, però és evident que, en el decurs dels tres anys de guerra, no amagà les seves simpaties pel bàndol que finalment aconseguí d'enderrocar el règim republicà.
Després, és clar, també se'n desenganyà, i durant la II Guerra Mundial treballà a favor dels aliats. Va ser Francesc Dalmau, l'any 1982, qui desvetllà aquesta faceta desconeguda de l'escriptor de Palafrugell basantse en unes confessions pòstumes del seu germà Pere Pla. Segons aquesta font, un cop finalitzat el conflicte mundial, el govern nord-americà va oferir als dos germans —Josep i Pere— unes condecoracions que tots dos van refusar.
Uno de los temas que más controversia han provocado dentro de la biografía de Josep Pla es el relacionado con su papel durante la Guerra Civil. Unos lo han visto como un espía, un personaje de John Le Carré a la catalana, mientras que otros, especialmente su amigo Carles Sentís, minimizaron su importancia asegurando que se limitaba a anotar la llegada de los barcos que atracaban en el puerto de Marsella, nada más. Josep Guixà ha indagado en un tema que hasta ahora se ha considerado tabú en un trabajo que está llamado a generar controversia. Profundamente documentado, «Espías de Franco», que publicará Fórcola el próximo día 10, arroja luz al tema a partir de la consulta en numerosos archivos, y rompe algunos tópicos relacionados con el escritor. Guixà ha podido consultar los documentos originales de los Servicios de Información de la Frontera del Nordeste de España (Sifne), entidad puesta en marcha por Francesc Cambó, el líder de la Lliga Regionalista. Muchos de estos informes se guardan en el Archivo Militar de Ávila, así como el dedicado al conflicto bélico en Salamanca. De todo esto, además de varias entrevistas con algunos de los supervivientes de todo aquello, como Sentís, se puede saber algo más sobre ese otro Josep Pla.
Según Guixà, el autor de «El quadern gris» es en ese momento «la persona mejor informada de la Lliga. Ha hecho muchos contactos en Madrid. Es como si tuviera dos o tres vidas». El estallido de la guerra le coge en su Mas Pla de Llofriu, huyendo en octubre hacia Francia, un mes antes de que se produzca una matanza en la playa de Pals. «Tuvo la suerte de que la FAI no hubiera leído sus artículos en "La Veu de Catalunya", donde colaboraba, porque si no, Pla habría caído», sostiene el autor. Todo ello porque el escritor, según el investigador, «está en total sintonía con Cambó. Piensan exactamente lo mismo. Creen que hay que estar con los militares y saben que el Foreign Office quiere la victoria de Franco, aunque los dos comparten el gran miedo de que tanto Hitler como Mussolini coloquen a España como una pieza en el mapa totalitario».
En el libro se expone la atribución de diversos informes anónimos de la Sifne marsellesa a Pla, que se basan en el estilo literario, así como en el hecho de que algunos de los informadores del ampurdanés fueran amigos suyos, caso de Estanislau Duran Reynals o Josep Maria de Sagarra, aspecto este último que fue confirmado a Guixà por Sentís. «La Sifme tenía varios buenos agentes en Marsella, pero únicamente Pla tenía la capacidad analítica que se puede ver en los informes. No era un hombre de acción, pero sí periodista y toda buena agencia de información necesitaba uno como era Pla. Gracias a él, los informes hacen que en Salamanca, en el cuartel general de Franco, se tenga información de primera mano sobre Cataluña, que es la que le cuentan los refugiados a Pla», matiza el autor de «Espías de Franco». De esta manera, los franquistas saben, por ejemplo, que la situación en Cataluña es caótica.
No es un héroe
El estudioso aconseja «ver los hechos como fueron. No era un James Bond. Busca el beneficio para Cataluña y, por ejemplo, confía que la entrada de Franco en Cataluña podría frenar el estado de destrucción que se vivía allí».Pero todo ello no acabó representando que Pla tuviera las manos manchadas de sangre y que algunos de sus informes implicaran muerte alguna: «No traicionó a ninguno de sus amigos. Miraba al futuro y, por ello, también escondió mucho. Es muy consciente en ese momento de los pasos que está dando, del mundo en el que se está moviendo. Por eso nunca será ni un fanático, ni un revanchista. Nunca aconsejará bombardeo alguno», dijo Guixà. En este sentido, desmiente que, como se ha afirmado en alguna ocasión, Josep Pla escribiera un documento que implicase la destrucción de un barco griego.
Otra de las sorpresas que depara el libro es el descubrimiento de la colaboración anónima de Pla, en la misma época en que era corresponsal en Madrid de «La Veu de Catalunya», en las revistas falangistas «FE» (1934) y «Arriba» (1935). Este dato ya había sido insinuado por el falangista catalán José María Fontana. La revisión de los papeles personales del secretario de José Antonio Primo de Rivera y letrista del «Cara al sol», José María Alfaro, ha permitido constatar el hecho. Alfaro, en unas declaraciones a Marino Gómez Santos, le apuntaba que «Pla enviaba un artículo semanal para que se publicara en la revista de Falange». Lo que no está claro es quién estaba detrás de la participación planiana con la vieja guardia falangista. Guixà sospecha que podría ser su amigo José Félix de Lequerica o el mismísimo Cambó. En este sentido, «el catalanismo del 95 por ciento de los biógrafos de Pla ha impedido que se entendiera cómo alguien de la Lliga pudo tener una colaboración con Falange», según el responsable de «Espías de Franco».
Pero Josep Pla no era falangista porque «no se cree la historia del fascismo. Lo que le sucede es que muchos monárquicos creen que un partido así puede triunfar y acabar con la situación que se vive en la Segunda República». Los artículos recogen la dualidad del escritor. Por ejemplo, en 1935, escribe en «La Veu de Catalunya» a propósito de la invasión que las tropas de Musolini han llevado a cabo en Abisinia. Defiende la expansión italiana, pero no quiere que todo esto implique una humillación de Gran Bretaña ante la Sociedad de Naciones. Como contraste, en las páginas de «FE» publica una burla del entonces primer ministro inglés Anthony Eden. De nuevo, como pasa con los informes para Sifne, el estilo de Pla es inconfundible y Guixà cree que no se puede dudar de que la mano de Pla está detrás de todos esos textos que posteriormente se encargaría de ocultar.
¿Sacó algún provecho Pla de todas estas incursiones, aunque de la mano de Cambó? La realidad parece demostrar que no. Cuando entra con las tropas de Franco en Barcelona, acompañado de Manuel Aznar se pone al frente de la dirección de «La Vanguardia», pero durará muy poco. Aznar y Pla serán sustituidos por el controvertido anticatalanista Luis de Galinsoga. A partir de ese momento, Josep Pla se dedicará en exclusiva a la creación de su obra literaria, probablemente la más importante de las letras catalanas del siglo XX.
Josep Guixà considera que con su libro se puede conocer más de los movimientos de Josep Pla, «pese a que posteriormente se dedicó a borrar cualquier tipo de huella». Incluso el autor de «Vida de Manolo» o «Lo que hemos comido» apostará por actitudes valientes para su época, como su nada oculta defensa de las políticas aliadófilas desde las páginas de la revista «Destino», la publicación puesta en marcha por su buen amigo y editor Josep Vergés. «No humilla a los vencidos y, por ejemplo, en su artículo publicado en 1939 en "La Vanguardia Española", "Retorno sentimental de un catalán a Gerona", defiende a los campensinos catalanes que evitaron las colectivizaciones», concluye Josep Guixà.
Lo que queda por saber
El autor de «Espías de Franco» cree que los herederos de Josep Pla deberían abrir los cajones y dar a conocer documentos que permanecen inéditos. Uno de ellos, un dietario que habría escrito entre enero y marzo de 1936, cuando todavía estaba en Madrid. En él podía aparecer, en la entrada referente al 27 de marzo de 1936, la noticia de una visita de Pla al líder de Falange, José Antonio Primo de Rivera (en la imagen), en aquel momento encarcelado en Madrid. Guixà lo deduce de la lectura de uno de los textos que el escritor firma como «XXX» y en el que se refiere a «la última vez que lo vi en la cárcel», añadiendo que Primo de Rivera está totalmente informado de la puesta en marcha de un golpe de Estado contra el gobierno de la Segunda República. En marzo de 2011 se supo de la existencia del documento e incluso se llegó a anunciar que vería la luz en otoño de 2014, pero del asunto nunca más se supo. Guixà ha preguntado por él en la Fundació Josep Pla de Palafrugell, donde se conservan algunos de sus manuscritos, sin embargo, allí no se tienen ninguna información sobre la existencia del dietario.
El número 3 de la rue des Vagues –en la actualidad 7 rue de Louison Bobet–, en la que José Bertrán y Musitu instalaron la sede de la Sifne. Fue aquí donde se recibieron los informes de la agencia puesta en marcha por el político Francesc Cambó, con Josep Pla como uno de sus principales colaboradores. Guixà apunta que el líder de la Lliga quería hacer méritos y propone para ello dos empresas. Por un lado, la puesta en marcha de una oficina de propaganda en París, con la implicación de uno de sus hombres de confianza: Joan Estelrich. La otra iniciativa es la del servicio de espionaje con Bertrán y Musitu. De esta manera, Cambó se hacía eco de un deseo del general Mola al conde de los Andes, Francisco Moreno Zulueta, de crear una red dedicada al espionaje. Andes le habría dicho a Mola que «se puede confiar en los catalanes». Dicho y hecho, la propuesta de Cambó acabó por materializarse.
Una de las novedades editoriales de este otoño llevará el nombre de Josep Pla, pues la editorial Destino publicará tres diario inéditos del escritor agrupados bajo el título «La vida lenta» (que lleva por subtítulo «Notes per a tres dietaris, 1956,1957,1964») y que verán la luz en noviembre. La edición ha sido posible gracias a la investigación realizada en los archivos del autor y que ha permitido localizar libretas correspondientes a los años 1956, 1957 y 1964. La información de los cuadernos ha hecho posible tener un conocimiento de primera mano de realidad cotidiana de Pla en unos años bastante importantes para su creación literaria, y al mismo tiempo comprobar que la escritura era para él una especie de «tabla de salvación a la que no dejaba de recurrir nunca», según sus palabras. El volumen incluye incluye un prólogo de Xavier Pla, director de la cátedra Pla de la Universidad de Girona, que también se ha encargado de su edición.
Pla, espía número 10 de Franco
Un estudio arroja luz sobre el escritor como agente del SIFNE en la guerra civil
Espías de Franco. Josep Pla y Francesc CambóAmén de llorar en Marsella ante una modesta bullabesa tras cruzar la frontera huyendo (supuestamente) de los anarquistas y de descubrir, leer y (dudosamente) haber ido desde ahí a entrevistar a Georges Simenon, Josep Pla hizo también de espía para Franco durante la guerra civil. Era miembro de Servicio de Información de Fronteras del Nordeste de España (SIFNE), del que el político y empresario Francesc Cambó no estaba en lo financiero demasiado lejos, en el marco de sus infructuosos méritos ante el militar sedicioso.
Josep Guixà
Josep Pla es considerado por muchos como uno de los grandes prosistas españoles del siglo XX (a otros les despierta una singular aversión). Nacido en Palafrugell (Girona) en 1897, estudió Derecho en Barcelona aunque desde joven se decantó por el periodismo y colaboró con un sinfín de diarios de la época, tanto catalanes como madrileños (Las noticias, La Publicitat, La Veu de Catalunya, El Sol o Fígaro). Fue un asiduo de las tertulias del Ateneo y desde sus inicios no descuidó la literatura. En 1925 publicó su opera prima Coses vistes a la que seguirían muchas otras durante los años venideros: fue un escritor increíblemente prolífico (sus obras reunidas ocupan alrededor de cuarenta volúmenes). De perfil político conservador, ha sido considerado como uno de los hombres del líder de la Lliga Regionalista, Francesc Cambó. Tras la Guerra Civil se instaló en Barcelona al ser designado subdirector de La Vanguardia pero al poco tiempo, desencantado con la situación política, se “autoexilió” en el Ampurdán donde su actividad literaria se desbocará. Murió a los ochenta y tres años en su tierra natal.
Toda esta información biográfica puede encontrarse, ampliada y mejorada, en un sinnúmero de artículos, monografías, páginas web o selección de textos pues la figura de Josep Pla ha sido ampliamente estudiada y poco quedaba por descubrir. Sin embargo, el periodista Josep Guixà se adentra, con su obra Espías de Franco. Josep Pla y Francesc Cambó*, en uno de los capítulos más oscuros y peor conocidos de la vida del escritor catalán: su “participación” en la Guerra Civil como miembro del Servicio de Información del Nordeste de España (una red de espionaje franquista que operaba desde Francia, ideada por el general Emilio Mola y dirigida por Josep Bertrán i Musitu). Como señala Manuel Trallero en el prólogo de la obra, “Josep Guixà efectúa ahora una atribución razonada de informes a su autoría, como el experto en historia del arte que atribuye a una obra pictórica sin firma a determinado artista, siguiendo sus rasgos estilísticos y sus concomitancias personales, que demuestran que Pla tuvo un papel mucho más importante que la del pintoresco espión de Franco en una SIFNE”.
Exhibiendo un estilo poco común en los actuales libros de historia (se nota el ascendente periodístico del autor) Josep Guixà va explorando, gracias a los testimonios de familiares y colaboradores cercanos del escritor catalán y a una encomiable labor documental (destacan sus pesquisas en el Archivo General Militar de Ávila), la controvertida actuación de Josep Pla durante su estancia en el sur francés a lo largo de la Guerra Civil. Ahora bien, a medida que avanza el relato, Pla va cediendo protagonismo y Guixà da entrada a otros aspectos de la guerra también poco conocidos: la relación entre la derecha catalana y el cuartel general de Salamanca, el ambiente político de la Cataluña republicana, la dura vida de los exiliados en Francia o el funcionamiento de los servicios de espionaje a nivel internacional. Junto a Pla aparecen otras figuras como Francesc Cambó, Carles Sentís, Joan Estelrich, Josep Bertrán i Musitu, José María Camps o José María Quiñones de León, imprescindibles para comprender el ambiente en que se movió el escritor catalán durante aquellos años.
Todo comienza los días 20 a 22 de julio de 1936 cuando un grupo de milicianos anarquistas procedentes de Barcelona visitan la Palafrugell natal de Pla e incendian varias iglesias (Guixà plantea varios interrogantes sobre este suceso). Temeroso por su vida, Pla emprende la huida a Francia, llegando a Marsella el 10 de octubre de ese mismo año gracias a las gestiones llevadas a cabo por el comité anarcosindicalista local (donde sobresale la figura de Pere Pey), por Jaume Miravitlles, director del Comissariat de Propaganda, y por su suegro, Halfdan Enberg. En la ciudad francesa tomará contacto con Carlos Sentís, agente ya del SIFNE, y comenzará su andadura como agente secreto. Quien crea, no obstante, que Pla se convirtió en una especie de James Bond o en uno de los personajes de las novelas de John Le Carré o de Frederick Forsyth, está del todo equivocado. La principal función que desempeñó el escritor catalán fue la redacción de informes anónimos (Guixà afirma haber identificado entre seis y doce escritos) de diversa índole y materia.
Uno de los objetivos de la obra de Josep Guixà consiste en dilucidar qué papel desempeñó realmente Pla durante su estancia en Francia. Algunas de las acciones atribuidas al escritor catalán, como el hundimiento de un carguero griego con armamento para Barcelona o los bombardeos italianos sobre esta misma ciudad en marzo de 1938, son desmentidas por Guixà. Parece que Pla, aprovechando sus contactos, informaba principalmente sobre las negociaciones entre el gobierno republicano y el de la Generalitat con las potencias europeas. Varios despachos muestran cómo el escritor alertó de las conversaciones entabladas para lograr una mediación internacional que frenase la guerra o la proclamación de la República catalana bajo el auspicio de Francia.
Otro de los capítulos controvertidos de la vida de Josep Pla, también analizado en la obra de Josep Guixà, es su relación con la organización falangista de José Antonio Primo de Rivera. Guixà documenta la asistencia de Pla, a finales de 1933, a una reunión de “escritores simpatizantes” falangistas de la que saldría el semanario FE. El escritor catalán colaboró con el semanario, al igual que con la revista Arriba, escribiendo artículos (anónimos) más combativos y antirrepublicanos que los que redactaba simultáneamente para los medios catalanes.
Aunque el protagonista de la obra de Guixà sea Josep Pla, en reiteradas ocasiones el foco de atención del autor abandona al escritor catalán durante sus andanzas en Francia y se centra en otros aspectos de la guerra. A veces estas digresiones dificultan la lectura pues se pierde el hilo de la obra y la narración se vuelve algo confusa, sensación acentuada al no seguir el relato un estricto orden cronológico. En un panorama editorial regido por los estudios académicos este enfoque aporta sin duda cierta originalidad de planteamiento.
Entre las cuestiones tratadas al margen de la figura de Pla encontramos, por ejemplo, las conspiraciones entre parte de la derecha catalana y Franco a lo largo de la Guerra Civil (pero también antes y después). Eran unas relaciones mucho más fluidas de lo que podríamos imaginar, e incluían algunas propuestas descabelladas, como la de Josep Dencàs de pactar una invasión de sus partidarios por el Pirineo a cambio de que Cataluña se convirtiera en un protectorado fascista. La narración incluye también el funcionamiento del espionaje franquista y sus tentáculos por las cancillerías europeas intentando en todo momento evitar la intervención de Europa en la contienda. Guixá trata también el papel de los comunistas en la preparación de los “Fets de maig” de 1937 y la vida en el exilio de escritores, periodistas o de la pequeña o mediana burguesía que huía de la sinrazón de la guerra.
A partir de 1937 la inteligencia francesa aumentó la presión sobre el SIFNE y obligó a Pla a desplazarse a Roma, París y Biarritz. Finalmente, en 1938 el SIFNE fue absorbido por el Servicio de Investigación Militar (SIM) que dirigía el coronel Ungría y la labor de espionaje del escritor catalán concluyó. Una vez finalizada la guerra, Pla inició una nueva etapa de la mano de Manuel Aznar como subdirector de La Vanguardia aunque la aventura duró apenas unos meses. Su catalanismo, a pesar de la ayuda prestada durante la contienda, le convirtió en un personaje sospechoso y poco fiable. Desencantado con el franquismo, se refugió en la literatura.
Josep Pla: espía de Franco y de los aliadosJosep Guixà (Barcelona, 1968) es Licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. Ha escrito, como periodista freelance, reportajes de investigación sobre escándalos urbanísticos (El Triangle, La Veu del Carrer), artículos de temas históricos (El Mundo, L’Avenç) y reseñas literarias (Lateral). Es coautor de La invención de Carmen Broto (Aurea, 2005), junto con el periodista Manuel Trallero. Escribe en la revista taurina catalana Caireles.
Sus artículos de opinión, sus crónicas periodísticas y sus reportajes de numerosos países constituyen un testimonio único de la historia del siglo XX. Sus viajes a innumerables países en varias etapas de su carrera como periodista y escritor le ayudaron a crear una obra literaria inmensa y a escribir algunos de sus libros más notables.
Pero Josep Pla fue, además, otras muchas cosas: un catalanista de la Lliga Regionalista que fue elegido diputado de la Mancomunidad de Cataluña en 1921, un exiliado durante la Dictadura de Primo de Rivera, un desencantado de la II República española, un espía de Franco, un desencantado de su régimen y un espía de los Aliados.
En 1980, en el tramo final de su vida, el presidente de la Generalitat de Catalunya Josep Tarradellas le impuso la Medalla de Oro de la Generalitat en reconocimiento a su monumental obra escrita.
Uno de los temas más espinosos de la biografía de Josep Pla es su relación con el espionaje, tanto franquista como Aliado.
En septiembre de 1936, Josep Pla huyó de la Cataluña republicana en compañía de su pareja Adi Enberg al temer por su vida. Al llegar a Marsella, Pla y Enberg se instalaron en el número 37 de la calle Cours Joseph-Thierry, el piso contiguo a la sede del SIFNE (Servicios de Información de la Frontera del Noreste de España), e iniciaron una importante colaboración con este servicio de espionaje franquista.
El SIFNE fue creado en agosto de 1936 por el general Emilio Mola, tras el Golpe de Estado contra el Gobierno de la II República española del 18 de julio de 1936. El responsable de este servicio de espionaje franquista fue José Bertrán y Musitu, antiguo carlista, fundador de la Lliga Regionalista, Ministro de Gracia y Justicia con Alfonso XIII, jefe del Somatén de Barcelona.
En los documentos oficiales del SIFNE, Josep Pla aparece citado como agente número 10 en Marsella, junto al periodista Carlos Sentís (agente número 7).
Mientras Adi Enberg ejercía de secretaría del SIFNE, Josep Pla desarrollaba su trabajo de espía, elaborando informes sobre el movimiento de barcos en el puerto de Marsella, las negociones del Gobierno de la República y la Generalitat de Catalunya con las potencias extranjeras y la situación interna de Cataluña. Los informes sobre estas dos últimas cuestiones se basaban en los testimonios de los exiliados catalanes.
En 1937, el gobierno francés decidió acabar con el espionaje franquista instalado en Francia y ordenó la detención de agentes del SIFNE. Adi Enberg tuvo que huir y Josep Pla inició una serie de movimientos por Francia e Italia para que le perdiesen la pista.
En 1939, Josep Pla regresó a Barcelona tras la entrada de las tropas franquistas, fue subdirector de La Vanguardia e inició sus colaboraciones con la revista Destino, renegando finalmente de Franco y su régimen. Con Franco, no podía escribir en catalán y en libertad. Y eso fue definitivo para la renuncia de Pla.
Sobre Franco, escribió que era el responsable de “un sistema dictatorial monolítico castellano, copiado del nacionalsocialismo alemán”. Y de la España de Franco escribió que era “un embalse de mierda de unas proporciones generales fantásticas”.
Al poco tiempo, Josep Pla, su hermano Pere y una red de colaboradores empezaron a colaborar con los servicios de inteligencia de los Aliados. Ayudaron a huir de los nazis a combatientes aliados durante la Segunda Guerra Mundial, utilizando pasos fronterizos y la playa Platja del Castell, situada en el término municipal de Palamós. El historiador Josep Clara relató que, además, los Pla «enviaban informes políticos y militares a los aliados”.
En diciembre de 1944, la Guardia Civil de Palafrugell fue alertada de que se iba a celebrar una reunión de extremistas en casa del hermano de Josep Pla, Pere. Tras sus investigaciones, tuvo pocas dudas sobre la reunión. El informe de la Guardia Civil hablaba de los asistentes (los hermanos Pla, empresarios de la zona, etc.) y aparecía coronado con un título escrito a mano: servicio americano. Todo dicho.
En las mismas fechas, los hermanos Pla también socorrieron con su red a judíos perseguidos por el nazismo. La cobertura para esas ocasiones fue la orquesta de jazz del Hotel Ritz de Barcelona, según relató Cristina Badosa, catedrática de literatura catalana y autora del libro Josep Pla (Edicions 62, 1996).
Y es que la relación de Josep Pla con el pueblo judío e Israel fue duradera. Pla tuvo como pareja de juventud a la hebrea Aly Herscovitz, asesinada en Auschwitz. Pla ayudó con su red a muchos judíos huidos del nazismo. En 1957, Pla viajó a Israel. Llegó a Tel Aviv en uno de los barcos procedentes de Marsella, repleto de judíos de la diáspora. En Israel, observó fascinado la construcción de las nuevas ciudades e infraestructuras hebreas en pleno desierto. Dejó un testimonio único para la posteridad sobre los primeros años de existencia del Estado judío: su libro Israel 1957, un reportatge (Destino, 1958).
Josep Pla fue esencial en la modernización del catalán y su obra es única. Su técnica sencilla dejó escuela. Su biografía aún no ha sido escrita con la profundidad deseada, aunque poco a poco algunos investigadores han desvelado parte de lo que no se conocía. Hay temas que aún están por profundizarse. Estoy convencido de que hay información desconocida y sorpresas. Probablemente, esa biografía definitiva de Josep Pla no acaba de ser escrita, no acaba de llegar a las librerías, porque es laberíntica e incómoda para demasiados.
Josep Pla (Palafrugell, 1897-Llufríu, 1981) vivió en Madrid en dos ocasiones. Primero, cuando tenía 23 años, en 1921, vino a la ciudad como corresponsal del diario La Publicidad. Segundo, diez años más tarde, como corresponsal del diario La Veu de Catalunya cubrió los acontecimientos de la llegada del nuevo régimen lleno de ansiedad y dispuesto a cumplir largas y diferidas promesas. Para Pla siempre fue un misterio que escribiera un dietario sobre Madrid y él mismo lo confiesa cuando lo editó en forma de libro en 1929, que luego amplió bastante muchos años más tarde, en 1957. Lo mismo sucedió con El advenimiento de la República, editado en 1933 y ampliado en 1974. Luego, los dos fueron incorporados a la edición de la Obra Completa de Pla que realizó Josep Vergés en 1966 en la editorial Destino.
Reeditado varias veces y siempre agotado, Destino acaba de publicar una nueva edición de este libro, que lo menos que puede decirse de él es que combina la ironía con la extrañeza de una forma tan magistral que a veces Pla casi iguala su talento a uno de sus más geniales antecesores, Jonathan Swift.
En realidad el artificio requiere, exige en cierta manera, esa distancia necesaria si se quiere que llegue a buen puerto. De ahí que Josep Pla aterrice en el Madrid de la Dictablanda con ánimo de marciano que llega a la Tierra. Gracias a ello, podemos leer páginas magistrales llenas de ironía sobre la importancia del café con leche y tostada en aquella ciudad donde, para Pla, sólo había tres hoteles : el fetén, el Ritz; el Palace, que aspiraba a ser fetén, y el Roma, en Gran Vía, lleno de clérigos y de recovecos oscuros.
En aquel Madrid, Pla vivió el asesinato de Eduardo Dato. Como se había corrido la voz de que había sido un catalán, se hizo pasar por mudo durante días hasta que la cosa se aclarase, no fuese que su fuerte acento ampurdanés le traicionara. Esta anécdota, hilarante y, a la vez, inquietante da el tono de este libro. Si Pla, así, se carga de un plumazo el principal sustento de la bohemia del café madrileño -el de la media tostada-, hay que decir que la cerveza le produjo una sensación tan agradable que incluso llega a afirmar que después de la alemana y la checa no hay mejor cerveza que la madrileña.
Toros y percebes
Madrid le llega, incluso le perturba y goza a veces de las costumbres de la ciudad de forma inusitada, cuando se relaja y deja que se relaje, asimismo, su prodigiosa lucidez que corta como una cuchilla. Le encanta, por ejemplo, observar a la gente paseando por la Castellana, donde ve a todo el mundo feliz y contento por el sólo hecho de existir, pero a la vez le molesta lo que de andaluz hay en la ciudad, con esas referencias taurinas a todas horas. Luego viene la política, en serio, ya que era corresponsal pero en el dietario no se olvida mencionar anécdotas deliciosas, como la del Directorio que se ponía en los bares y que consistía en una copa de Jerez -Primo de Rivera era oriundo de esa ciudad-, rodeado de ocho percebes, que era el número de sus ministros. De detalles así están estas páginas llenas. Pla, claro, en estado puro.
Manuscrito inédito de Pla: "Soy un nacionalista catalán"
Pla y Vicens, Cataluña frente al MinotauroSi hay una cuestión que ha hecho correr ríos de tinta entre expertos y literatos es la ideología y el catalanismo de Josep Pla. Para unos, el ampurdanés fue el escritor que con su fenomenal obra literaria en catalán salvó las palabras en los momentos más difíciles, un autor vinculado a la tierra que describió el carácter del país como nadie. Para otros, su controvertido papel durante la guerra civil y el hecho de escribir, también, en castellano lo han convertido en sospechoso o renegado. Aunque algunos textos exhumados últimamente muestran que privadamente la opinión de Pla sobre el franquismo era contundente y ácida –aseguraba que España era "un embalse de mierda de unas proporciones generales fantásticas" y consideraba el castellano como uno "idioma magnífico para utilizar sobre todo cuando no se tiene razón"–, los sectores resistentes del interior y el exilio siempre recelaron de él–y de aquí que no se le otorgara el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes- mientras el escritor mantenía un grueso de lectores que no han disminuido desde hace 100 años. Ahora, un manuscrito de puño y letra del mismo Pla hecho público este domingo por el periodista cultural de La Razón y erudito Víctor Fernández –hombre de múltiples pasiones, entre ellos la planiana, que sabe encontrar como un Sherlock Holmes pistas donde nadie ve nada–, nos presenta una definición clara y meridiana del mismo escritor a mediados de los años 20, donde afirma su nacionalismo catalán.
El documento, que durante años ha estado en manos privadas, es una nota autobiográfica de Pla dirigida al lector italiano, en motivo de la inclusión de su texto, Eternitat (L'eternitat de Pere Brincs, home de Begur), publicado originalmente en el magazín D'Ací i de Allà en enero 1920, en la Antología di novelle catalane, preparada por Giuseppe Ravegnani, y donde Joan Estelrich habría jugado algún tipo de papel. En este texto, hijo del lo que el llama "una marcada tendencia al egotismo" y en el cual evoca sus orígenes, Josep Pla asegura que "siento por la política el asco del hombre que la ha vivido de cerca. Como hombre de sensibilidad, soy nacionalista catalán y pido a todos los hombres sensibles de Italia una pizca de cordialidad y de curiosidad por nuestro problema". En el plano personal, el escritor que se presenta como "un hombre que procura navegar por las profundidades de la miseria humana con un aire de gentleman y con el corazón ausente" y duda lleno de escepticismo sobre sus posibilidades como escritor: "Mi opinión es que escribiendo cumplo la ley del menor esfuerzo que está en la base de mi carácter y de mi familia".
Es obvio que las contradicciones del personaje –conspiró con Francesc Macià y su amigo Eugeni Xammar para levantar una revuelta contra la dictadura de Primo de Rivera en unión con los rifeños, pero el año 36 siguió los pasos de Francesc Cambó, haciendo más o menos de espía en Marsella para el bando franquista. Impulsó el giro de la revista Destino hacia un liberalismo tímidamente catalanista y contrario al régimen, pero no dudó al defender al alcalde Porcioles o la dictadura portuguesa, preocupado hasta el final por la cuestión de la estabilidad de la moneda– hacen que el debate sobre la ideología de Josep Pla sea bizantino. Sin embargo, se han hecho varias aproximaciones al tema, desde el prólogo de su amigo Joan Fuster a la Obra Completa, donde lo definía como un conservador propietario rural, hasta el revelador El meu heroi Josep Pla, de Enric Vila, en qué el escritor reivindicaba la lucha contra la censura y el provincianismo del régimen franquista y lo situaba como un referente para el independentismo. Por el camino, Pla ha sido apropiado por los sectores ilustrados de la derecha españolista como referente. Ahora, este nuevo documento suma una nueva prueba a los que creen que el escritor era, a pesar de todo, un hombre fiel al país y deja con un palmo de narices a los que, desde Madrid, lo han usado como espantajo contra el catalanismo. Por suerte, Josep Pla no se acaba nunca...
A finales de los años cuarenta Jaume Vicens Vives empezaba a colaborar como articulista en el semanario Destino. El primer paso de un compromiso cívico que le convertiría en uno de los intelectuales catalanes más activos y comprometidos de su época. Destino era entonces la única tribuna pública de Barcelona con un aire europeo y abierto en el contexto de un franquismo autárquico y cerrado. Leyendo algunos de esos artículos se observa la atención con la que Vicens seguía a los principales autores del debate intelectual y político de la Europa de posguerra. Un debate que intentará trasladar, en la medida de lo posible, al contexto español. La lectura de autores como Bertrand de Jouvenel, Werner Näf y Wilhelm Röpke, intelectuales destacados de aquella Europa que renacía de la ruinas, le acercará a un pensamiento liberal articulado en los márgenes y en oposición al poder nazi, llevándole a la rectificación de un tímido acercamiento intelectual al Eje durante los primeros años cuarenta. (Muñoz 1997).

No hay comentarios:
Publicar un comentario